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El avión solar cruza Europa

El único aeroplano tripulado que funciona con la energía procedente del Sol, el Sunseeker II, inicia un periplo europeo que culminará con un vuelo sin escalas entre las ciudades de Zúrich y Barcelona

JUAN MANUEL DAGANZO

Los cielos europeos ya han dado la bienvenida al Sunseeker II [Buscador Solar II], el único avión solar tripulado del mundo, que acaba de empezar una travesía por diferentes países de Europa con el objetivo de batir récords. El recorrido comenzó a mediados de abril en Zúrich (Suiza), donde el aeroplano ha permanecido casi un año haciendo vuelos de entrenamiento y perfeccionando los sistemas. Desde allí, Eric Raymond piloto y creador del concepto Sunseeker cruzó Suiza atravesando el Mattehorn o Cervino, la montaña más conocida de los Alpes situada en la frontera con Italia, hasta llegar a Turín, para posteriormente volver a Suiza.

Una segunda etapa llevará al avión a Los Dolomitas la cadena montañosa más conocida de Austria, a Hungría y a Eslovenia. Tras una aparición estelar en la World Air Games en Turín entre el 6 y el 14 de junio, donde volará con el Icare II, un avión solar de la Universidad de Stuttgart, pondrá rumbo a España.

Pero el itinerario exacto no se puede saber por el momento, ya que 'todo depende de las condiciones climáticas que se vayan encontrando', según explica Raymond. Además, sus portavoces admiten que muchos de los pequeños aeropuertos donde recalarán están aún por determinar.

Lo que sí se sabe es que será un viaje que durará meses. 'Si fuera cuestión de llegar sólo a nuestros destinos, el viaje sería de días, pero ese no es el objetivo, ya que nuestra intención es tomarnos nuestro tiempo y disfrutar de los vuelos', recalca el piloto del Sunseeker II.

Y, además, habrá intento de récord, ya que el equipo del Sunseeker II tiene previsto volar desde Zúrich hasta Barcelona sin hacer escalas. Si se consiguiera, sería el vuelo más largo que habría realizado jamás un aeroplano solar tripulado. Después, volarán hasta Cádiz. 'Hemos contactado con el aeropuerto de Villamartín y es muy probable que ese sea el último destino de nuestra travesía', reconocen los responsables de la aventura.

'Pretendemos demostrar que no sólo existen formas de transporte más limpias y menos destructivas, sino también más divertidas y placenteras. Si logramos este objetivo estaremos satisfechos', indica Raymond. Para ello, el piloto se ha rodeado de un equipo de colaboradores que intentará repetir la hazaña que llevó en el verano de 1990 al Sunseeker I a atravesar Estados Unidos en 21 vuelos y 121 horas de travesía, un viaje que a día de hoy sigue siendo el más largo realizado por un avión solar.

Desde aquel momento, las mejoras tecnológicas han ido aumentando y el heredero de aquel avión de 1990 las incorpora. De hecho, la segunda generación del Sunseeker lleva paneles solares más eficientes, baterías más resistentes y sistemas electrónicos mejorados. Asimismo, monta un tipo de ala de mayor superficie que no sólo aumenta el número de placas solares, sino que también otorga una mejor aerodinámica. Con todas las mejoras, el Sunseeker II ha permanecido en el aire mucho más tiempo que cualquier otro avión solar tripulado.

De hecho, tiene numerosas opciones para utilizar la energía: puede usar la que le llega directamente del sol o guardarla y valerse de las corrientes de aire para desplazarse. Además, es capaz de alcanzar alturas de hasta 4.500 metros y velocidades de 65 kilómetros por hora, que puede aumentar en caso de utilizar la energía almacenada en las baterías o utilizar el viento como empuje adicional.

Pero toda esta tecnología no tiene cabida en aviones comerciales. 'Un Jumbo utiliza una increíble cantidad de energía que le permite poner en marcha determinados mecanismos de una manera muy rápida y unos paneles solares no pueden proporcionársela', admite Raymond, quien revela que la aplicación más viable de esta tecnología solar se encuentra en los zepelines. 'Es cierto, vuelan más despacio que un avión, pero viajar allí puede resultar muy romántico, ya que es como un crucero, pero en el cielo', concluye.

 

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