Este artículo se publicó hace 15 años.
CTL, ¿funcionará la gasolina de carbón?
Medio ambiente. La tecnología CTL puede reducir la dependencia del crudo pero plantea dudas sobre sus costes económicos y medioambientales
Andrea Rodés
Convertir el carbón en un carburante líquido cuando el precio del petróleo sube y baja como un balancín no parece una mala idea. En especial, para aquellos países que disponen de enormes reservas de carbón, como EEUU, Suráfrica o China. En un intento por reducir su dependencia del crudo del extranjero, el gobierno chino ha impulsado durante los últimos años varios proyectos para investigar y desarrollar las tecnologías de licuefacción de carbón o CTL (de las siglas en inglés de coal to liquid), que permiten convertir el carbón en un hidrocarburante, como el diésel o la gasolina. Sin embargo, los elevados costes económicos y medioambientales que genera este proceso han llevado a las autoridades chinas a suspender la mayoría de estos proyectos y a modificar el plan energético nacional.
"En general, el CTL es un proceso complejo, costoso y contaminante", explica Diego Fernández-Polanco, consultor de KBC, consultoría inglesa del sector hidrocarburos, en Pekín. Ecologistas y expertos en medioambiente critican el intensivo consumo de agua y el elevado nivel de emisiones de CO2 que genera una planta de CTL, muy superior a cualquier central térmica alimentada con carbón . Sin embargo, el CTL "tiene la ventaja de que los países con grandes reservas de carbón pueden reducir su dependencia del petróleo importado", añade Férnandez-Polanco. Éste es uno de los principales objetivos del Gobierno chino, que para mantener el rápido crecimiento de la economía necesita importar casi la mitad del crudo que se consume.
Este proceso conlleva elevados costes económicos y medioambientales
La Comisión Nacional para el Desarrollo y Reforma (CNDR) fue el organismo responsable de impulsar diversos proyectos de desarrollo de tecnologías y plantas para la licuefacción de carbón en las principales provincias mineras del país, Mongolia Interior, Ningxia y Shanxi. Ahora, la CNDR ha decidido suspender la mayoría de estos proyectos "para evitar riesgos financieros en el sector, que aún se encuentra en fase experimental", según ha asegurado Zhou Dadi, ex director del Instituto de Investigación de Energía de la CNDR. "Muchas empresas domésticas no tienen la experiencia, tecnología ni los equipos suficientes", añade Zhou.
Plantas de Shenhua
De momento, sólo las dos plantas construidas por el grupo Shenhua, la principal compañía estatal minera china, permanecerán abiertas. A finales de este año, Shenhua tiene previsto producir su primer barril de petróleo refinado en la nueva central CTL de Erdos, en Mongolia Interior. Shenhua espera alcanzar una producción anual de seis millones de toneladas de carburante líquido en 2010, cuando se termine de construir la segunda fase. China, segundo consumidor energético del mundo, consume alrededor de 7,2 millones de barriles de petróleo al día (unas 350 millones de toneladas al año).
Las autoridades chinas han suspendido la mayor parte de sus proyectos en esta tecnología
Según la revista Oil and Gas journal, producir un barril de carburante con CTL cuesta entre 67 y 82 dólares, lo que permite obtener un precio más competitivo que el crudo. Sin embargo, este precio no tiene en cuenta los costes medioambientales de las elevadas emisiones de dióxido de carbono, uno de los mayores frenos a la hora de desarrollar esta tecnología.
La mayoría de las inversiones de gobiernos y empresas del sector se dirigen hoy a investigar tecnologías capaces de reducir el impacto de las emisiones de CO2. La más extendida es la llamada retención y almacenaje de carbono o CSS, por sus siglas en inglés. "Se trata básicamente de esconder el CO2 en depósitos bajo tierra", explica Fernández-Polanco. Esta tecnología ha sido criticada por los ecologistas porque, más que una solución a largo plazo, parece una manera de ocultar un problema.
Según estudios de Shenhua, la planta de Erdos necesitará consumir ocho millones de toneladas de agua al año para su pleno funcionamiento. La compañía planea utilizar las aguas subterráneas y el agua reciclada de las minas, pero también deberá recurrir a otras opciones menos sostenibles, como el cauce del Río Amarillo. Aunque en China no existe la misma presión por parte de grupos ecologistas como en Occidente, Pekín ha admitido que el consumo intensivo de agua que exige convertir carbón en combustible líquido no es viable en muchas regiones mineras de China, azotadas por una grave sequía.
La planta de Erdos será el mayor centro de este tipo fuera de Suráfrica, que es el líder mundial en procesos CTL. El país africano empezó a recurrir al carbón para conseguir hidrocarburante durante los años del apartheid, en los que sufrió un embargo energético. Actualmente, la empresa surafricana Sasol es líder mundial en este tipo de tecnología.
Un invento útil para los nazisEl proceso CTL fue inventado por los científicos alemanes, Franz Fischer y Hans Tropsch en los años veinte del siglo pasado. La llamada tecnología Fischer-Tropsch permitió proveer de combustible al Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Alemania era un país rico en carbón, pero dependía del petróleo exterior.
Según el Departamento de Energía de EEUU, más del 92% de la gasolina utilizada por la aviación alemana y la mitad del petróleo utilizado por el país durante la Segunda Guerra Mundial provenía del carbón. El bombardeo de las plantas de fuel sintético en Alemania por parte de las tropas aliadas, a finales de 1944, fue clave para lograr el retroceso del Ejército de Hitler.
La tecnología Fischer-Tropsch fue perfeccionándose durante los años posteriores con la llegada de científicos alemanes a EEUU, pero se abandonó con la expansión de la industria del petróleo. Hoy, con el auge de los precios del crudo y el miedo a la escasez de recursos energéticos en el mundo, algunos países han vuelto a poner atención al potencial de sus reservas de carbón.
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