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Las enfermedades psicosomáticas llenan las consultas de atención primaria

Colon irritable, dolores musculares, mareos, insomnio, cefaleas... El origen de muchas dolencias no está en una lesión orgánica, sino en una alteración emocional. Pero no por ello son menos incapacitantes.

Una enfermera tras realizar una extracción de sangre
Imagen de archivo de una enfermera tras realizar una extracción de sangre. Rober Solsona / EUROPA PRESS

Te duele el pecho, la taquicardia es tan fuerte que apenas puedes respirar, te mareas, todo te da vueltas, no sientes las manos, estás temblando y empapado en sudor al mismo tiempo. De pronto, tienes la certeza de que algo muy grave te está pasando. En el hospital, los médicos que te atienden a todo correr te hacen un electro, un escáner cerebral...

Pero tu corazón está bien. Y tus pulmones. Tampoco hay trombos. Finalmente, hablas con el médico. Resulta que llevas tiempo estresado, sí, tienes problemas personales de todo tipo, sí... Y te afectan más de lo que creías. Lo que padeces es una enfermedad psicosomática.

"El trastorno de pánico se suele diagnosticar en urgencias, porque alguien aparece convencido de que le ha dado un infarto y se está muriendo. Sus síntomas son una respuesta fisiológica a un estado agudo de estrés y ansiedad", explica a Público Luis de Rivera, catedrático de Psiquiatría, presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática (SEMP) y director del Instituto de Psicoterapia e Investigación Psicosomática de Madrid.

Como cualquier patología psicosomática, "consiste en una serie de síntomas en el cuerpo cuyo origen principal es una alteración emocional", nos explica este psiquiatra. "Se llaman trastornos médicos funcionales porque los síntomas existen, son reales, pero no provienen de una lesión orgánica. Tienen un origen psíquico".

Su incidencia no deja de crecer

"Alrededor del 25% de consultas de atención primaria tienen un origen psicológico", como apunta el doctor Luis Hernández Herrero, especialista en Medicina del Trabajo y secretario general de la SEMP.

"Hay un aumento extraordinario de lo que llamamos patología psiquiátrica menor: no llegan a tener entidad suficiente para diagnosticarlos como un trastorno mental pero sí para empeorar la calidad de vida del paciente: síntomas de tipo depresivo, apatías, cansancio, cefaleas", nos confirma Luis de Rivera.

Las causas de este crecimiento y los desafíos que presenta serán abordados en el 50º Congreso de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática, el 3 y 4 noviembre en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Del colon irritable a la hipertensión

En realidad, todas las enfermedades se pueden considerar psicosomáticas, porque "la mente influye y modifica la evolución de cualquier dolencia", apunta Luis Hernández.

Todas estas patologías guardan relación con alteraciones emocionales crónicas y reprimidas

De todos modos, hay algunas patologías en las que la influencia psicológica, sobre todo, el estrés, es más decisiva. Entre las más frecuentes están el color irritable, tensiones musculares como bruxismo y los dolores de cuello crónicos, algunos tipos de reúma o cefaleas.

Existen otras cuya relación es más a largo plazo, como la hipertensión, "que se ha vinculado con el estrés crónico, porque el cortisol –hormona del estrés– hace que las paredes de las arterias se contraigan".

Según señala De Rivera, todas estas patologías guardan relación con alteraciones emocionales crónicas y reprimidas –no expresadas–. "Puedes vivir una situación en la que aparentemente te adaptas, pero es a base de un esfuerzo continuo que va desgastando. Es algo muy típico de profesionales sanitarios y centros de atención de reclamaciones", nos dice De Rivera.

El problema de salud empieza a manifestarse con cansancio, desgana, apatía, desinterés, que pueden evolucionar a alteraciones musculares, dolores difusos, mareos, molestias inespecíficas...

En estos casos, "la gente acude al médico diciendo que se encuentra mal, pero el médico no sabe qué enfermedad diagnosticar. Cuando empieza a preguntar sobre las condiciones de su vida, es cuando el paciente empieza revelar conflictos personales emocionales", comenta el presidente de la SEMP.

Un apoyo para pacientes de cáncer

Es aquí donde entra en juego la medicina psicosomática. Otro ejemplo son los pacientes con cáncer, que "tienen un componente reactivo, donde el padecimiento y la angustia que produce su enfermedad requieren un apoyo psicológico para frenar ese círculo vicioso en que el pronóstico puede empeorar", recalca De Rivera.

De ello se ocupan los servicios de consulta psiquiátrica interdepartamental: psiquiatras que atienden a pacientes que no son enfermos psiquiátricos, sino que tienen otro tipo de patologías.

En este sentido, la relación médico-enfermo es una de las claves para tratar el aspecto psicosomático de la enfermedad. "El médico debe ser capaz de escuchar y entender al enfermo con atención y receptividad y compartir su relato, pero con una sensación de calma y seguridad", señala De Rivera.

Más cercanía y menos fármacos

Por su parte, el doctor Hernández subraya que "considerar a la persona en sus esferas biológica, psicológica y social permite una mejor resolución de los problemas de salud, pues se entienden mejor las causas subyacentes, además de una reducción importante del uso de fármacos".

"A pesar de que la medicina farmacológica ha experimentado grandes avances en los últimos 40 años, hemos visto que sigue habiendo situaciones que responden insuficientemente a la medicación. Por eso sabemos que hay dolencias que necesitan de algo más: dieta, ejercicio, técnicas de relajación", sugiere el presidente de la SEMP.

De la misma manera en que nuestra sociedad nos facilita que estemos continuamente estresados, debería promover otras funciones equilibrantes, recalca. "Debemos aprender procedimientos y técnicas para mantener la calma".

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