Garrapatas, vehículo de enfermedades... y de compuestos anticancerígenos
Sus poblaciones no dejan de crecer y, con ellas, la transmisión de distintas enfermedades. La ciencia investiga en vacunas para prevenirlas... y en cómo usar su saliva contra el cáncer.
Madrid-Actualizado a
No solo te chupan la sangre. Además, "son el vector más importante de enfermedades en animales y el segundo –tras los mosquitos– en humanos", nos explica el biólogo José de la Fuente, profesor de Investigación del CSIC y uno de los mayores expertos en garrapatas del mundo. Esta entrevista, de hecho, se la concede a Público de camino a Bucarest, donde participará como ponente en el Congreso del Colegio Europeo de Veterinaria Parasitológica, sobre garrapatas y enfermedades transmitidas.
El problema es que sus poblaciones se han expandido en los últimos años. De hecho, su impacto en la salud pública será uno de los temas estrella del congreso, junto con los descubrimientos recientes sobre la genética, extensión y control de los patógenos que contagian.
En España y en Europa se han detectado dolencias derivadas de su picadura, como la rickettsiosis y la anaplasmosis –infecciones bacterianas que pueden producir fiebre, dolores y erupciones cutáneas–, o la encefalitis transmitida por garrapatas –una patología aguda del sistema nervioso central–.
La especie Ixodes es, por otra parte, transmisora de la enfermedad de Lyme –que puede no dar síntomas, pero también volverse crónica y cursar con rigidez, dolores y entumecimiento muscular–, considerada endémica de la cornisa cantábrica y Galicia, según un informe de 2022 del Instituto de Salud Carlos III.
"Algunos patógenos se transmiten en minutos después de la infestación en tanto otros pueden requerir horas o días", señala De la Fuente, que además es profesor adjunto de Patobiología Veterinaria en la Universidad Estatal de Oklahoma (USA).
Otro ejemplo de zoonosis –dolencias trasmitidas por animales a personas– es la fiebre hemorrágica Crimea-Congo que puede no provocar síntomas. Según el Plan Nacional de Prevención, Vigilancia y Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores, del Ministerio de Sanidad, ha causado la hospitalización de 14 personas en España desde 2015, con desenlace mortal en 5 de ellas. En 13 de estos casos, provino de la picadura de una garrapata.
Por si esto fuera poco, "hay que tener en cuenta que las garrapatas no solo transmiten patógenos, sino que pueden desarrollar reacciones alérgicas a las picaduras y al consumo de ciertos productos animales, como el conocido como el Síndrome de Alfa Gal –alergia alimentaria a la carne roja–, con un incremento tanto en España como en muchos otros países", observa este especialista.
Vacunas para mantenerlas a raya
Hasta ahora, la forma de control empleada son los acaricidas químicos, que "pueden tener un efecto negativo sobre el ecosistema. Además, con su mal uso y abuso, han dado lugar a garrapatas que son resistentes a estos productos –igual que existen bacterias resistentes a los antibióticos–", señala.
¿Qué alternativas maneja la ciencia? Diversos estudios apuntan a que
"las vacunas son la estrategia más eficaz, segura y sostenible para el medioambiente para reducir las poblaciones de garrapatas", tal y como recoge un artículo en abril de este año en la revista Parasitology, liderado por el doctor José de la Fuente.
Estas vacunas están diseñadas para los animales hospedadores, que tienen un papel esencial en el ciclo de vida de las garrapatas y mantienen la población. Hemos desarrollado formulaciones orales que son más fáciles de administrar, tanto para animales domésticos como silvestres. No obstante, "hasta el momento solo se han registrado y comercializado para su uso en bovinos", dice.
El desarrollo de vacunas es, precisamente, una de las áreas de investigación del grupo de Sanidad y Biotecnología (SaBIO) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), donde De la Fuente es el responsable de la línea de Genómica, Proteómica y Biotecnología. "Vamos avanzando para traducir la investigación básica en vacunas, sobre todo, con un impacto en los países más vulnerables", indica, al hilo de otro artículo que su equipo ha publicado este año en Nature Biotechnology.
¿Qué hacer si tienes una?
Aparte de protegernos cuando vamos al campo –mejor botas que sandalias, manga larga que corta–, es importante revisar el cuerpo, incluidas las zonas con pelo, al final del día, para comprobar si hay alguna adherida. Si nos encontramos alguna, debemos retirarla con unas pinzas finas, tirando suavemente de ella hasta desprenderla, y lavar y desinfectar la zona después.
Lo malo es que "te pueden picar y no te enteras, pues producen sustancias que reducen la capacidad de reconocimiento por parte del huésped. Pero, para esto, necesitan adherirse al cuerpo mediante un conjunto de biomoléculas que se conocen como el cemento de las garrapatas".
Por otra parte, sabemos que España alberga un nido de biodiversidad en lo que se refiere a estos artrópodos. La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología (SEIMC) las ha detectado en 25 provincias. Y el proyecto GARES del Grupo de Parasitología Animal del Instituto Nacional de Tecnología Agraria (INIA-CSIC) trabaja en la elaboración de un mapa global de su presencia en nuestro país, con las posibles enfermedades que pueden contagiar.
Saliva de garrapata contra el cáncer
Pero los pequeños chupasangres no son solo un incordio. Como todos los seres vivos, también aportan beneficios. Por eso, el objetivo no es erradicarlas, sino "reducir y controlar su población a niveles que no representen un peligro", señala De la Fuente.
Como nos recuerda, "las garrapatas son un componente esencial del ecosistema y la biodiversidad, sirven de alimento a algunos animales y son una herramienta fundamental para la vigilancia sanitaria. Además, producen biomoléculas que pueden ser útiles para la medicina".
Por ejemplo, un estudio publicado este año en Journal of Arthropod-Borne Diseases analiza ciertos compuestos de la saliva y de las glándulas salivales de especies del género Hyalomma, capaces de modular la actividad de enzimas y anticuerpos relacionados con distintos procesos biológicos. En concreto, algunas de ellas han demostrado tener propiedades anticancerígenas, al aplicarse a cultivos de células tumorales de cáncer de colon humano.
En opinión de José de la Fuente, por tanto, "debemos seguir avanzando en el control de estos parásitos, mientras aprendemos de ellos para mejorar la vida en el planeta".
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