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Lo que las moscas cuentan de los humanos

Ginés Morata y Peter Lawrence reciben el premio Príncipe de Asturias de Investigación 2007 por sus estudios en genética del desarrollo. 

JAVIER YANES

La Fundación Príncipe de Asturias entrega hoy su premio 2007 en la modalidad de Investigación a los biólogos Ginés Morata y Peter Lawrence, dos prestigiosos moscólogos. Así se llama en el argot a los científicos que utilizan como modelo de estudio la mosca de la fruta Drosophila melanogaster, y que en la comunidad científica siempre han formado una clase privilegiada.

Mientras otros se fajan contra endiablados sistemas celulares en cultivos de ratón o humano, los moscólogos manejan un organismo completo y astutamente sencillo, en el que pueden tocar los genes con la facilidad de quien pulsa las teclas de un piano; a cada pulsación, una mutación interesante con un fenotipo fácil de seleccionar –ojos blancos, cuatro alas, patas en lugar de antenas...– y una lección sobre cómo los genes codifican el proyecto arquitectónico que convierte un embrión en adulto.

Por si fuera poco, mientras los genes descubiertos en otras especies han recibido casi siempre denominaciones abstrusas–bcl-2, p53, myc, ras– los moscólogos bautizaban los genes de sus insectos con nombres como cleopatra, amontillado o ken and barbie.

La Escuela de Madrid

Decir que la ciencia española hoy sobresale en todas las ramas sería una exageración, pero afirmar que España es referencia en genética del desarrollo no lo es en absoluto. Este país es sede de una ilustre escuela de moscólogos, donde nombres como García-Bellido, Morata, Ripoll y Modolell han despuntado en el estudio de los genes de Drosophila que gobiernan la construcción del cuerpo del insecto, con el que los humanos comparten un 60% de su genoma.

La Escuela de Madrid inició su andadura en los años setenta en el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, bajo la dirección de Antonio García-Bellido. Allí, Ginés Morata logró desenredar la maraña de los genes homeóticos o Hox, que controlan la segmentación del embrión durante su desarrollo, regulando otros genes e informando a cada célula sobre cuál es su futuro papel en función del lugar que ocupa en el cuerpo del insecto. El trabajo de Morata clarificó el confuso panorama, dividiendo el llamado complejo bithorax en tres segmentos principales.

Este conjunto de genes es una regla patrón que refleja, a escala del ADN, la misma organización general de la anatomía de la especie; los genes están alineados en su cromosoma en el mismo orden que las partes del cuerpo que regulan: cabeza, tórax y abdomen.

Compartimentación

Con estos mimbres, la aportación de Morata definió la teoría de compartimentación, un paradigma que hoy es el Catón de los biólogos del desarrollo y que se aplica no sólo a las moscas, sino también a los humanos. Para Morata supuso una publicación en Nature, algo que para muchos investigadores españoles en 1985 no era más que un sueño lejano.

En todo ello tuvo un lugar preeminente Peter Lawrence, antiguo discípulo del codescubridor de la estructura del ADN Francis Crick. En un mundo científico dominado por la influencia anglosajona, el respaldo de Lawrence, entusiasta colaborador y amigo de Morata, fue un aval que contribuyó a rendir el férreo muro de los peers —pares, sistema que rige el arbitraje científico— a la brillante moscología española.

 

Una referencia para la ciencia mundial

27 premios: En sus 27 ediciones desde 1981, la Fundación Príncipe de Asturias ha otorgado en la modalidad de Investigación 45 galardones individuales y dos colectivos (Instituto de Biodiversidad de Costa Rica y equipo de Atapuerca).

Diez nacionalidades: Científicos de diez países han sido laureados. Los españoles suman 18 premios.

Grandes nombres: Algunos premiados: Alberto Sols, Santiago Grisolía, Salvador Moncada, Manuel Elkin Patarroyo, Joan Massagué, Antonio García-Bellido, Valentín Fuster, Jane Goodall, Robert Gallo, Luc Montagnier, Craig Venter.

 

Amistad y colaboración a lo largo de 30 años

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

Ginés Morata y Peter Lawrence son casi de la misma quinta. El primero nació en 1945 en la localidad almeriense de Rioja. Lawrence lo hizo cuatro años antes en el pueblo inglés de Wetherby. Sus pasos por la universidad culminaron con sendos doctorados. Morata lo hizo en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense en 1973. El británico se doctoró en la Universidad de Cambridge, en 1965. La labor investigadora de ambos no se ha detenido desde entonces.

El español es, desde 1975, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Por entonces, Peter Lawrence llevaba seis años como miembro del equipo de científicos del Laboratorio de Biología Molecular de Cambridge. En 1976, el científico inglés es elegido miembro de la Organización Europea de Biología Molecular. En los años 80, Lawrence ingresa en la Royal Society mientras que Morata es nombrado vicedirector del Instituto de Biología Molecular del CSIC.

En 1998, Peter Lawrence llega a Madrid como profesor visitante del Centro de Biología Molecular del CSIC-UAM, donde da clases su amigo y colega Ginés Morata. No es la primera vez que se encuentran y trabajan juntos. Lo dijo el propio Lawrence al saberse premiado: “Este premio es un gran honor para mí, porque reconoce la colaboración con mi amigo y colega Ginés Morata durante más de un tercio de siglo”.

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