Público
Público

Más de un millón de barreras artificiales constriñen el flujo natural de los ríos europeos

El nuevo detallado inventario que refleja siglos de intervención en las aguas interiores se considera imprescindible para gestionar recursos y recuperar la biodiversidad.

Los diferentes colores representan las cuencas de los principales ríos europeos, estudiados para inventariar las barreras existentes.
Los diferentes colores representan las cuencas de los principales ríos europeos, estudiados para inventariar las barreras existentes. EEA

MALEN RUIZ DE ELVIRA

En un tedioso pero imprescindible esfuerzo de compilación e investigación, unas cuantas docenas de científicos europeos acaban de publicar el primer atlas completo de las barreras artificiales que tan frecuentes son en los ríos y arroyos europeos, tras muchos siglos de intervenciones humanas. El trabajo estima en nada menos que 1,2 millones el número de barreras de todo tipo en 36 países, desde los conocidos grandes embalses a las esclusas y los canales de trasvase, pero la mayoría son estructuras mucho más pequeñas que hacen que los ríos no se puedan considerar cursos de agua en libertad. La caracterización de los obstáculos con una terminología técnica homogénea y su situación y contexto en el curso de cada río son dos de las características más importantes del inventario, como resaltan dos expertos en la revista Nature, en la que se ha publicado.

Este es un trabajo de base para los gestores del agua y los investigadores de recursos hídricos que necesitan estimar las consecuencias tanto perjudiciales como beneficiosas de las muy diversas barreras en los 1,65 millones de kilómetros de ríos que hay en Europa. Los autores, encabezados por Barbara Belletti y Carlos García de Leaniz, creen que servirá para implementar la Estrategia de Biodiversidad europea, que pretende reconectar para 2030 25.000 kilómetros de cursos de agua continentales.

Ha sido una labor minuciosa en el análisis de los datos disponibles en los diversos países pero también ha ido más allá. Para estimar mejor la precisión de los datos que iban a presentar, los participantes en el trabajo recorrieron andando unos 2.700 kilómetros de la red fluvial en 26 países, cuando el nivel del agua estaba bajo, tomando nota de todos los obstáculos artificiales existentes y de si estaban o no en uso. Como explican en su artículo, ninguno de los 147 ríos que recorrieron total o parcialmente está libre de obstáculos. En zonas para las que apenas existen datos hicieron una estimación, tomando en cuenta diversos factores como el grado de urbanización, y creen que la combinación del trabajo de campo con los modelos estadísticos resulta en una alta calidad del nuevo inventario. Su conclusión es que la red hidrográfica europea es seguramente la más fragmentada del mundo.

En la investigación han participado varias instituciones españolas, así como investigadores españoles que trabajan en otros países, dentro del proyecto Amber. Sus datos indican que en España existen 22.136 presas y represas y el número total de barreras se estima en 171.203, prácticamente el mismo que en Suiza, aunque en este país lo que predomina son las rampas. Es uno de los totales mayores de los países estudiados, solo superado por Alemania. Sin embargo, la densidad, el número de barreras por kilómetro, es menor en España (y el sur de Europa en general) que en Europa central, en gran parte debido a la orografía del país y sus extensas zonas áridas.

En el aspecto biológico, las intervenciones afectan mucho, casi siempre negativamente, a los ecosistemas y por tanto a la biodiversidad. Resultan afectados el transporte de nutrientes y la acumulación de sedimentos y de sustancias contaminantes. En España es especialmente mala la calidad de las aguas interiores respecto a otros países europeos, como lleva años advirtiendo la Comisión Europea. En la presentación del nuevo inventario se comenta que sus resultados pueden utilizarse para estimar el estado ecológico de cada río y por tanto la financiación necesaria para restaurar la conectividad deseada. También servirá para evaluar el impacto ambiental de los nuevos embalses proyectados.

Los autores del estudio recuerdan que sin muchas de estas barreras sería imposible extraer agua, generar electricidad, controlar las inundaciones, transportar mercancías o simplemente cruzar las vías de agua, pero también que es necesario tener en cuenta su impacto ambiental, reevaluar si son o no necesarias, y en muchos casos hacerlas desaparecer. "Aunque las grandes presas atraigan la mayor atención, son las barreras de pequeño tamaño las que en su conjunto causan la mayor parte de los daños. Lo pequeño no es hermoso", concluyen.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?