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La misión Rosetta, junto a su módulo Philae, un antes y un después en
el espacio

La sonda tuvo que viajar durante 10 años a más de 510 millones de kilómetros de la Tierra para depositar en el cometa al robot Philae, que este sábado ha enviado nuevos datos

Rosetta observa la creciente actividad en el cometa 67P.

EFE

MADRID.- Los investigadores e ingenieros de la misión Rosetta llevaban siete meses esperando a que el módulo Philae, posado en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, despertara de su letargo. Ya lo ha hecho y ha sido capaz de enviar datos a Tierra.

La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) recibió la pasada noche una corta señal de unos 85 segundos procedente de Philae, lo que indicaría que sus baterías se han reactivado y que el aparato ha resistido las condiciones climáticas y ambientales.

Rosetta supuso un hito en la carrera espacial al conseguir el 12 de noviembre de 2014 que su módulo Philae aterrizara en la superficie de un cometa, lográndolo por primera vez en la historia.

Entre mayo y agosto de 2014 la sonda había recorrido más de 6.000 millones de kilómetros. Estaba a unos 100 kilómetros del cometa y viajaba a una velocidad de 775 metros por segundo

Este éxito se completa ahora con el despertar de Philae, que después de posarse en el cometa 67P logró estar operativo durante casi 57 horas y consiguió enviar algunos datos a Tierra. 
Sin embargo, como quedó en una zona oscura del cuerpo celeste, no pudo recargar sus baterías solares y entró en hibernación.

A medida que el cometa se ha ido acercando al Sol, las posibilidades de que Philae se despertara iban aumentando. Eso es lo que ha conseguido ahora al alcanzar los vatios y temperatura suficiente para ello. 

Pero antes de esta buena y esperada noticia, la misión Rosetta, a la que pertenece Philae, ha hecho un largo viaje. Lanzada el 2 de marzo de 2004 desde la base europea en Kurú (Guyana Francesa), la sonda Rosetta debe su nombre a la piedra que permitió descifrar el lenguaje jeroglífico de los egipcios.

Su misión: viajar a la órbita del cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko con el objetivo de conocer los orígenes del Sistema Solar y las claves de la aparición de la vida en la Tierra, ya que los cometas contienen los elementos más antiguos del Universo.

Tras pasar por los asteroides Luichewoo, Steins y Lutetia, en 2005 tomó la primera imagen del cometa Tempel 1 y en su largo viaje pasó en tres ocasiones (2005, 2007 y 2009) cerca de la Tierra para aprovechar su fuerza de gravedad y en una ocasión (2007) recibió impulso de Marte.

El 8 de junio de 2011 la sonda Rosetta, seguida desde el centro de Control de Operaciones de la ESA en Darmstadt (oeste de Alemania), recibió la orden de entrar también en modo de hibernación, el "tramo más solitario", según la agencia espacial, y siguió su largo periplo con todos los sistemas apagados para limitar el consumo de energía.

Tras permanecer 957 días dormida, el 20 de enero de 2014 envió a la Tierra la señal de su "despertar" desde el espacio profundo.

En mayo comenzó la aproximación al cometa y el 6 de agosto se produjo el encuentro. En ese momento, la sonda de la ESA, que había recorrido más de 6.000 millones de kilómetros, estaba a una distancia de unos 100 kilómetros del cometa y viajaba a una velocidad de 775 metros por segundo.

La revista Science eligió la misión como logro científico de 2014 y en estos meses se han ido publicando y descubriendo datos, como que el cometa 67P no tiene campo magnético propio.

El 12 de noviembre de 2014, tras desengancharse de Rosetta, siete horas de vuelo y dos rebotes, le tocó el protagonismo a Philae: aterrizó en la superficie del cometa y envió la señal de que estaba "vivo"; días después entró en hibernación y esta noche se ha vuelto a "despertar". 

Philae mide desplegado 1,3 x 1,5 metros, pesa unos 100 kilogramos y porta un taladro para sacar muestras directas. Ahora los científicos esperan que pueda volver a estar funcionando al cien por cien.

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