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Los reactores japoneses necesitan mejorar

La agencia de la ONU para el desarrollo de la energía atómica aprueba las pruebas de resistencia de las centrales japonesas, pero señala que Japón debe trabajar más en la gestión de accidentes

JAVIER SALAS

Las pruebas de resistencia de las nucleares en Japón cumplen con los requisitos internacionales pero aún queda mucho por hacer para afrontar los nuevos escenarios de seguridad exigidos tras el desastre de Fukushima. Para recuperar la confianza en la energía atómica nipona, el Gobierno de Tokio pidió al Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) que enviara una misión a Japón que le diera el visto bueno a las pruebas de las centrales niponas. Después de nueve días allí, los ocho expertos del OIEA se han limitado a considerar que los tests japoneses “concuerdan en general” con las normas exigidas por el organismo.

El informe preliminar (PDF), que puede retrasar la puesta en marcha de los reactores parados, pone el acento en la preparación de las plantas japonesas para la gestión de accidentes derivados de terremotos y tsunamis, precisamente los dos fenómenos que desencadenaron la catástrofe de Fukushima. Las pruebas constan de dos partes. La primera mide la resistencia de las plantas frente a estos eventos; la segunda se centra en su capacidad para lidiar con las consecuencias de un desastre. Y es en este segundo apartado en el que los exámenes nipones se quedan cortos. Además, el OIEA recomienda una mejor comunicación con las autoridades y ciudadanos del entorno de las centrales .

Desde que Japón lanzó un plan para revisar la seguridad de los reactores, ya son 15 los que han aportado sus resultados. Sin embargo, nadie se ha atrevido a encender un reactor parado. Pasan los meses, las centrales van parando por mantenimiento y ninguna autoridad se lanza a apretar de nuevo el botón de encendido. En este momento, sólo están funcionando tres de los 54 reactores japoneses (tras una nueva parada programada el viernes), lo que supone el 6,4% de la capacidad total de generar energía que tenía la industria atómica antes del 11 de marzo de 2011. Sin embargo, el OIEA asegura que no toma partido: “Optar por la reapertura de los reactores no forma parte de nuestro trabajo”, dijo el líder de la misión, James Lyons.

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