Patrones oscuros en internet: cómo logran que pulses donde no querías
¿Te desesperas cuando intentas cancelar un servicio ‘online’? ¿No encuentras la opción para proteger más tu privacidad en una red social? La culpa no es tuya, sino de la forma en que, a propósito, se diseñan el 97% de las webs más usadas.

Hasta un 50% de descuento, ofertas exclusivas, gastos de envío gratis... El servicio Uber One parece todo un chollo, así que te suscribes. Luego, quizá, te das cuenta de que no te compensa y decides darte de baja. Es una buena manera de conocer de primera mano lo que es un patrón oscuro.
"Uber suele mostrar su opción ‘confirmar’ en color blanco resaltada sobre negro y la opción ‘rechazar’ en un sutil color gris, de forma que el ojo del usuario se fija naturalmente en el contraste. Cuando lo que se quiere es cancelar Uber One, este juego de colores se invierte, de forma que la opción por defecto es ‘continuar con la suscripción’. El usuario tiene que pulsar tres veces el botón camuflado de gris para lograr cancelarla".
Así lo explica Deceptive Patterns, una plataforma creada en 2010 con el objetivo de recopilar y dejar en evidencia los patrones oscuros que podemos encontrarnos en internet. Los ejemplos son muchos, casi inagotables. Tantos, que un estudio reciente de la Comisión Europea concluyó que el 97% de la páginas webs y aplicaciones más usadas por los consumidores en la UE emplean, al menos, uno de ellos. Por supuesto, Google, Amazon, Meta, Apple y Microsoft se llevan la palma.
Prohibidos, ilegales... y ubicuos
El Comité Europeo de Protección de Datos (EDPB, por sus siglas en inglés) define estos patrones como "interfaces de usuario implementados en redes sociales (y otras páginas web) que conducen al usuario a tomar decisiones involuntarias, indeseadas y potencialmente dañinas respecto al procesamiento de sus datos personales".
Apoyados en técnicas de diseño web y conocimientos de psicología y márquetin, son esos trucos que las plataformas emplean con el objetivo es influir en el comportamiento del usuario e interferir en su derecho a tomar decisiones conscientes.
No solo son triquiñuelas despreciables desde el punto de vista de la ética y la dignidad de las personas, también son ilegales. En Europa, los patrones oscuros están prohibidos por la Ley de Servicios Digitales y en el Reglamento General de Protección de Datos. Aún así, nos los seguimos encontrando a cada paso que damos en internet.
Los hay de muchos tipos
Cada dos por tres, me salta un aviso en mi ordenador que interrumpe mi trabajo y bloquea mi pantalla. McAfee me informa de que mi protección antivirus ha expirado. El cuadro solo me da dos opciones: renovar o desintalar. ¿Y si yo quiero seguir teniendo instalada la versión caducada? Estoy en mi derecho, pero no me da la opción. Si pulso la primera, me lleva a pagar. Si pulso la segunda, se abre otro cuadro que me permite cerrar pulsando la X en la esquina superior derecha, y continuar con mi trabajo.
Sería un ejemplo de diseño que peca de ocultación (me esconde la tercera opción, que es la que yo deseo) y obstaculización (no me deja continuar con lo que estaba haciendo). Son dos de las categorías en que el EDPB clasifica los patrones oscuros. Muchas veces, varias categorías se dan juntas.
Otras son la sobrecarga (presentar demasiadas opciones, preguntar lo mismo de forma repetitiva, pop-ups que no dejan de interrumpirnos, crear laberintos o círculos viciosos para lograr algo... al final, el usuario, fatigado, puede acabar cediendo y renunciar a lo que quería hacer o hacer algo que no deseaba en un principio) o la inconsistencia (el ejemplo que abre el artículo: cambiar de orden, color o diseño las opciones, para confundirnos si no estamos prestando mucha atención).
El baile de precios es otra herramienta muy común, sobre todo, en plataformas donde tenemos que completar un proceso largo y farragoso –introduciendo nuestros datos personales por el camino– para llegar a la compra final, por ejemplo, de un billete de avión o tren, o la reserva de un hotel. ¿Cuántas veces no nos ha pasado que el buen precio que nos atrajo antes de empezar ya no está disponible o ha subido por cargos inprevistos al llegar al final?
Si cancelas, debes de ser tonto
Otras formas de engañarnos son apelar a las emociones (hacernos sentir culpables o estúpidos por cancelar una suscripción, por ejemplo, con un botón donde se lee dejar de disfrutar de las ventajas de Amazon Prime), además, al preguntárnoslo tantas veces, nos sentimos como si estuviéramos a punto de cometer un gran error.
Según el EDPB, una categoría más de patrones oscuros son los que logran "dejarnos en la oscuridad", cuando "la información o las opciones de configuración de la privacidad se esconden o se presentan de forma poco clara utilizando un lenguaje errático, información contradictoria o ambigua", explica la AEPD.
Seguro que te suenan. ¿Cuántas veces te has encontrado dando vueltas en una red social, por ejemplo, tratando de encontrar la forma de cambiar la configuración? Generalmente, las opciones más difíciles son las que se refieren a tener una cuenta con una privacidad más protegida y las más fáciles son las que hacen que todos tus datos sean públicos. Tengamos en cuenta que son nuestros datos lo que las redes sociales utilizan para ganar dinero.
De igual manera, es probable que hayamos comprobado en primera persona lo inmediato que es suscribirse a un servicio (Linkedin Premium, Amazon Prime, Amazon Audible, el videojuego Fortnite, hasta The New York Times, por citar solo cinco entre millones), con periodo de prueba gratis y todo: las opciones están muy a mano, son muy visibles y el proceso es muy rápido. Todo lo contrario que cuando vamos a cancelarlo... Es lo que la plataforma Darkpatterns.org llama Diseño del Hotel Cucaracha.
¿Qué podemos hacer?
Existen organismos, como la Agencia Española de Protección de Datos, ante los que podemos informar de estos abusos. El RGPD contempla sanciones a las compañías que los cometen. En su artículo 5, pide explícitamente que la recogida de datos personales siga los principios de "licitud, lealtad y transparencia". Además, recalca que todas las páginas web deben incluir la protección de datos del usuario por diseño y por defecto.
Mientras, podemos enviar la información a la plataforma Deceptive Patterns, para que ese patrón oscuro con el que nos acabamos de encontrar pase a formar parte de su salón de la vergüenza (Hall of shame, en inglés).
Por otra parte, podemos echar un vistazo a las Guía para reconocer y evitar esta clase de patrones en redes sociales –aplicable a cualquier página web, en realidad–, publicada por la Comisión Europea.
Si comprendemos mejor cómo funciona esta clase de diseños –y somos capaces de ponerles nombre–, esto nos permitirá detectarlos y, en vez de dejarnos llevar por la desesperación cuando nos vemos dentro de uno de ellos, saber que no es legal y estamos en nuestro derecho de denunciarlos.
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