Este artículo se publicó hace 16 años.
Una segunda piel sintética
Los investigadores crean ropa con propiedades cosméticas, antibacterianas e, incluso, autolavable
Encontrar (con o sin éxito) ropa que siente como un guante ya no es suficiente. La investigación textil está dispuesta a estirar, hasta niveles de ciencia-ficción, las utilidades de las prendas. Se abre la veda para trajes con propiedades cosméticas, antibacteriarianas, generadoras de electricidad o capaces de suministrar insulina a un diabético. ¿La idea final? Que el tejido textil deje de ser un simple guante y se convierta en una segunda piel que colabore con el organismo en todos los aspectos posible, hasta en librarse de las lavadoras, con telas que se limpian solas.
Los científicos han llegado al límite de las posibilidades que ofrecen las fibras y filamentos textilesAsí es cómo lo ve Josep Valldeperas, director del Institut d'Investigació Tèxtil y Cooperació Industrial (INTEXTER), centro de la Universitat Politècnica de Catalunya. En su opinión, la razón de este nuevo rumbo del sector se debe a que los científicos han llegado al límite de las posibilidades que ofrecen las fibras y filamentos textiles. Y es que los tejidos tecnológicos no son cosa del futuro: "Viscosa, poliéster o las famosas medias de nylon, popularizadas en los años cincuenta, han surgido del laboratorio", apunta Valldeperas.
Tampoco son cosa del azar. Aunque parezca una disciplina menor, la investigación textil ha dado mucho juego a compañeras mejor valoradas. "Gracias al trabajo básico que fue necesario para crear fibras textiles, la química de polímeros pudo desarrollar los plásticos. ¿Quién concibe la vida actual sin plásticos?", comenta el investigador.
Este sector también ha contribuido a la biotecnología, la termodinámica o la mecánica de precisión. Basta con imaginar lo que tuvo que inventarse para mover todas las fibras que componen un jersey, con longitud y grosor menor a la de un cabello, sin que se enrolle o se rompa ni una sola. Hoy en día, en plena carrera por buscarle nuevas utilidades a las prendas, los científicos prueban modificaciones internas en la fibras, tanto físicas como químicas. También apuestan por la nanotecnología, con la aplicación de productos microencapsulados y la adición de nanopartículas.
30 años sin licra
Para Valldeperas, ambos caminos están en sus inicios, pero prometen: "Seguramente, la investigación nos deparará resultados espectaculares, difíciles de predecir". A juzgar por la historia del sector, seguir los dictados de la moda no da muchas pistas sobre el futuro. El filamento de estaño, más conocido como licra, marcó un antes y después en la investigación, pero su uso masivo se pospuso 30 años, "cuando estilos de vida y los tabúes sociales superaron la época de oscurantismo religioso-sexual posterior a la Segunda Guerra Mundial", aclara el investigador.
Predicciones aparte, la "segunda piel" sintética que imagina Valldeperas "tendrá que parecerse al ser humano en todos sus aspectos, entre ellos la biodegradabilidad y la sostenibilidad". Parecida posición mantiene Kate Fletcher, que acaba de publicar un libro sobre moda sostenible con la ONG Earthscan. En su opinión, no es muy útil hablar de las bondades de las viejas fibras naturales frente a la maldad de las modernas sintéticas. "Todas tienen impacto en el medio ambiente y en la sociedad". Por eso, expone, hay que valorar cada material según su ciclo de vida, su capacidad de reciclaje o el contexto social y cultural de los países en los que se crea o existe. Con nuevas legislaciones, las multinacionales han comenzado a reorganizar sus negocios y desechar materiales contaminantes. Pero, según Fletcher, normas como las de la Unión Europea van poco a poco. "El gran cambio será posible con leyes más progresistas".
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