Identifica y controla a tiempo el síndrome del atracón nocturno

Carlota Pérez Sánchez
Especialista del servicio de Nutrición de Quirónsalud Toledo y Quirónsalud Talavera.
El síndrome de ingesta nocturna es más común de lo que parece y afecta a muchas personas en su bienestar físico y emocional. Sin embargo, con un enfoque combinado de psicoterapia, de educación nutricional, y de técnicas de regulación del sueño, es posible manejarlo de forma efectiva.
Se trata de un trastorno más común en aquellas mujeres de entre 30 y 45 años, y que implica comer en exceso durante la noche, con hasta un 25% de las calorías diarias consumidas en la madrugada.
Las personas con este trastorno experimentan también insomnio, tienen poca hambre por la mañana, y sienten la necesidad de comer durante la noche. El componente emocional es clave en el desarrollo del trastorno, y sus síntomas se intensifican generalmente por la tarde o noche.
Qué comen las personas con este síndrome
Las personas que padecen el síndrome de ingesta nocturna tienden a consumir alimentos ultraprocesados, ricos en azúcar y en harinas refinadas, e incluso a veces productos inusuales.
En algunos casos, no recuerdan lo que han comido, como si estuvieran en un estado de sonambulismo. Es común que se dañen durante la preparación de la comida, con cortes o quemaduras, sin ser conscientes del daño. Curiosamente, no siempre experimentan depresión, o un aumento del apetito durante el día.
Principales causas
Se trata de un fenómeno que también puede estar relacionado con el sobrepeso, puede aparecer tras una cirugía bariátrica, o bien en trastornos de la conducta alimentaria como la bulimia y el trastorno por atracón. Además, suele venir acompañado de una fuerte sensación de culpa.
Concretamente, está causado por una combinación de factores psicológicos y neuroendocrinos. El estrés, la ansiedad, y la depresión juegan un papel importante, especialmente en aquellas personas que padecen insomnio, o problemas de peso. Estos factores tienden a empeorar en situaciones de estrés, como rupturas o conflictos familiares.
Además, está relacionado con alteraciones en el cuerpo, como un aumento de cortisol (hormona del estrés), y con problemas con la producción de melatonina (hormona del sueño), lo que provoca alteraciones en los patrones de sueño, así como un aumento del hambre durante la noche.
Pautas para un buen tratamiento
El tratamiento para el síndrome de ingesta nocturna debe ser integral y combinar la psicología y la nutrición. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es fundamental para tratar los pensamientos y las conductas asociadas con la ingesta nocturna; mientras que la higiene del sueño y las técnicas de relajación ayudan a mejorar el descanso.
En cuanto a la nutrición, es clave distribuir las calorías durante el día, evitando las restricciones estrictas, y enseñando hábitos saludables sin aumentar la ansiedad por la comida.
Además, la fototerapia está emergiendo como una posible solución. La exposición a luz brillante durante el día ayuda a regular los ciclos circadianos, y a mejorar la producción de melatonina, favoreciendo un mejor patrón de sueño.
Si te identificas con algunos de estos síntomas o conoces a alguien que pueda beneficiarse de esta información, recuerda que el primer paso es buscar ayuda para tratarlo de manera integral.
