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1492, el año en que empezó todo

Felipe Fernández-Armesto pasa revista a la época queforjó imperios y que propició el inició de la modernidad

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

1492 es una de esas fechas que todo el mundo recuerda. El historiador Felipe Fernández-Armesto cree que debería ser por algo más que por el descubrimiento de América. En su obra 1492. El nacimiento de la modernidad (publicada por Debate) traza un retrato de la historia mundial menos eurocéntrico, al prestar también atención a los cambios que se estaban produciendo en África y Asia.

Fernández-Armesto intenta no convertir su libro en una sucesión de batallas. La guerra no es necesariamente el motor de la historia: 'A veces se producen batallas importantes como la victoria de Askia Mohamed Ture, que permitió el avance del islam al sur del Sáhara, pero solemos atribuirles excesiva importancia. Los conflictos son emocionantes y desgraciadamente la paz es aburrida. Pero el mundo se forja más en la paz que en la guerra', cuenta en una entrevista.

El libro explica la fuerte influencia de los vientos y las corrientes marinas en la expansión europea hacia el Nuevo Mundo, y por qué hay que esperar a finales del siglo XV para que dé comienzo. 'Hasta 1492 no se logra descifrar ese sistema complejo de los vientos del Atlántico. Por el contrario, el océano Índico ya llevaba cientos o miles de años siendo una zona de intercambios culturales y comerciales por ser una zona de vientos monzónicos, que te devolvían a casa después de haberte llevado a otros sitios, lo que no suele ocurrir en el Atlántico'.

La intervención de Cristóbal Colón es providencial, pero en su figura hay que diferenciar el hombre del mito: 'La gente no se da cuenta de que Colón es una persona sumergida en los romances caballerescos. Al iniciar su carrera de aventurero en el Atlántico, no tuvo casi ninguna conciencia religiosa. Sólo era alguien dedicado a lograr su propio ascenso social, a escapar de los orígenes humildes de su familia de Génova'.

En la expansión de los imperios, la pobreza terminó favoreciendo a los europeos, obligados a buscar recursos en territorios lejanos.

No fue ese el problema de China, 'lo más parecido a una superpotencia mundial' y la economía más próspera del planeta. La modernidad de China es anterior al siglo XV, pero no provocó su expansión fuera de su zona natural. En un momento dado, los chinos abandonan sus aventuras marítimas: 'Lo hacen por autosatisfacción, porque disponían de todos los recursos necesarios y por la filosofía de la clase dirigente, que era la de Confucio y que menospreciaba el comercio y el imperialismo. Esa era la mentalidad de los mandarines, que eran la casta de funcionarios, imprescindibles en la gestión del Estado'.

Además, las mismas condiciones naturales que permitían navegar con facilidad dentro del Índico dificultaban salir de él. Es algo de lo que se aprovecharon los europeos siglos después.

Fernández-Armesto destaca los imperios que se han construido a partir de la diversidad, como fue el caso del imperio otomano.Mehmet II consiguió convertir a los conquistados en aliados, lo que siempre es una garantía de permanencia.

El historiador no cree que el islam y el cristianismo estuvieran condenados a enfrentarse en 1492. La conquista de Granada parece desmentirlo, pero el fenómeno es posterior. 'En esa época, los monarcas españolas querían crear un país culturalmente homogéneo. Pero la vocación de la monarquía española de ser algo así como la espada de la Iglesia se debe más a la herencia de losHabsburgo en el siglo XVI después de la época de los Reyes Católicos'.

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