Este artículo se publicó hace 16 años.
"En absoluto he pensado ser como Ken Follett"
Chufo Lloréns arrasa con ‘Te daré la tierra' (Grijalbo), una novela ambientada en la Barcelona del siglo XI
En el pasado Sant Jordi, Chufo Lloréns (Barcelona, 1931) vendió 150.000 ejemplares de la novela Te daré la tierra (Grijalbo). Una cifra excepcional si además su currículo señala que comenzó a publicar en 2005 tras 32 años como empresario de la noche barcelonesa (fue el dueño de la discoteca Don Chufo). "Hasta entonces no tuve tiempo de escribir, pero siempre me había gustado", se escuda el escritor. Ayer estuvo al asalto de Madrid, y no se le dio nada mal. La siguiente cita, este próximo fin de semana.
¿Por qué ha escrito sobre la Barcelona del siglo XI?
El siglo XI, el XIII y el XIX han sido determinantes para la ciudad. El siglo XI marcó además su nacimiento y le dio su personalidad. Yo nunca busco el gran hecho histórico, porque ese lo conoce todo el mundo. Busco el factor humano, y cuando conocí todo lo que ocurrió en el siglo XI, me pareció tan novelesco que me picó la curiosidad.
¿Le molesta que le digan que su libro se parece a ‘La catedral del mar', de Ildefonso Falcones?
Yo respeto que la editorial haya hecho un lanzamiento similar. De todas formas, yo empecé esta novela hace cinco años, antes de que se publicara La catedral del mar. Además, la Cataluña que retrata Falcones es la del siglo XIII y la mía, del XI. Son dos siglos muy diferentes. Por otro lado, el personaje de mi novela es real, lo cual no pasa siempre en las novelas históricas. Pero en este caso, incluso pervive el muro de la casa donde vivió este hombre, que se puede ver justo al lado del bar El Paraigües.
¿Y cómo conoció la historia de este Marti Barbany, que de ser un campesino se convirtió en uno de los prohombres de la ciudad?
Soy muy amigo de Enrique Ruiz-Domenec, catedrático de Historia Medieval. Fue él quien publicó un libro académico sobre un personaje real llamado Ricard Guillen, y yo lo que he hecho es crear el alter ego de este personaje.
¿Pensó alguna vez que su libro se vendería tan bien?
Cuando escribo no me lo planteo. Creo que cuando uno escribe lo debe hacer desde el corazón y nunca siguiendo una moda. Yo no pienso jamás en el éxito.
Pero lo ha tenido, ¿aspira a ser el Ken Follett español?
No. Admiro a Ken Follett, sobre todo el de Los pilares de la tierra, pero no he pensado en absoluto en ser como él. Este país es un poco el de los como, y a mí eso de "escribir como..." no me va. Cada escritor tiene que buscar su estilo.
Supongo que el hecho de haber publicado más tarde ayudará a bajar de la nube.
Cuando tienes una edad sabes que el éxito es una enfermedad para la vanidad. El escritor que se piensa que es alguien está muy equivocado. Creerse algo es de imbéciles.
De todas formas, ¿por qué cree que vende tanto la novela histórica?
El lector tiene curiosidad por saber qué es lo que ocurrió antes. Sin embargo, hay diferencias en la novela histórica. Está el escritor que se plantea ir a los hechos de forma honesta y el que no lo hace, y eso se nota. Y luego está la historia-ficción que es la que se detiene en los hechos milagrosos. Yo siempre huyo de temáticas como la de los templarios. Para mí una novela histórica tiene que reflejar bien una época con unas maneras de vivir yunas costumbres.
La crónica del día: El psicológico poder de la valla azul
La valla azul es determinante. Es una barrera física y también psicológica, ya que señala al triunfador, al que tiene la muñeca machacada y agujetas en las comisuras de los labios.
Ayer en la Feria, antes de que cayera el diluvio del mediodía, tres personas consiguieron una valla azul que separó a los ansiosos de su firma: Almudena Grandes, Eduardo Galeano y Santiago Carrillo. Para la primera, las mujeres entre 30 y 55 años eran mayoría. Casi todas afirmaban haber leído su bibliografía entera. “Es que sus personajes son muy reales y se lee muy bien”, era la definición más comentada. Muchas, por cierto, pasaban de Grandes a Carmen Posadas, que firmaba práctica-mente enfrente.
Entre las casetas de Galeano y Carrillo no había demasiada distancia, por lo que sus seguidores (en numerosos casos, compartidos) no tenían que darse un paseo. El personal, joven y sin prisa por una firma.
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