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Adiós a la voz de la coherencia

El cantautor, poeta y político aragonés José Antonio Labordeta fallece a los 75 años, tras una fértil trayectoria basada en la lucha por las libertades

R. FERNÁNDEZ/ P. CORROTO

'Habrá un día / en que todos / al levantar la vista / veremos una tierra /que ponga libertad'. José Antonio Labordeta describió con estas palabras el fin de la Dictadura en 1975. Unas letras que también retratan la figura del aragonés comprometido, el poeta y cantautor humano, y el político coherente que convirtió en proclama social el grito '¡A la mierda!' que soltó a los diputados del Partido Popular en 2003. Sin embargo, como cantó en sus versos, tras su muerte, sólo quería ser recordado 'como un árbol batido,/como un pájaro herido,/ como un hombre sin más'.

Un cáncer de próstata acabó con su vida a los 75 años, en la madrugada del domingo. Su forma de despedirse, un sencillo ataúd de madera cubierto por la bandera aragonesa. Ayer, en tan solo dos horas, unas 16.000 personas le habían dicho adiós en la capilla ardiente situada en la sede de las Cortes de Aragón.

''Canto a la libertad' sustituirá a La Internacional', opina Luis Pastor

Labordeta, nacido en Zaragoza el 10 de marzo de 1935, se licenció en Filosofía y Letras en 1960, aunque siempre quiso ser poeta, como su hermano Miguel. Como recordó ayer su amigo, escritor y paisano Félix Romeo, 'su poesía se parece a él, tiene una parte de melancolía, de vida cotidiana, de interés por los problemas del mundo, de humor y de la necesidad de buscarse'. Su primer libro fue el poemario Sucede el pensamiento (1959), escrito a los 24 años, en el que se refleja una poesía amorosa que después se solaparía con una mirada cercana al realismo social.

La obra de Labordeta es, en un principio, intimista. 'Su creación lucha por distanciarse de la de su hermano, incorpora a los surrealistas franceses, a César Vallejo, y es una poesía culta', explica Antonio Pérez Lasheras, amigo del cantautor y catedrático de la universidad de Zaragoza.

En aquellos años sesenta, un periodo de convulsión política y social, Labordeta también se dedicó a la docencia. Entre 1960 y 1962 impartió clases de castellano en Aix-en-Provence (Francia), y en 1964 aprobó las oposiciones de catedrático de instituto en Geografía e Historia. Lasheras recordó ayer cómo sus clases suponían 'una isla de libertad'. 'El que no quiera oír la clase, que se marche, y el que quiera, que se quede', decía a sus alumnos'.

Para los alumnos, sus clases eran como 'una isla de libertad'

El calificativo de 'profesor' fue repetido ayer por muchos de los que lloraron su muerte, a pesar de no haber asistido nunca a sus clases. Así lo recordó Teresa Agustín, poeta y amiga, que trabajó con él en el semanario Andalán: ' Era un hombre que no se vendía y eso le hacía libre. Siempre supo escuchar y nos enseñó a reírnos de nosotros mismos. Además, nunca se quemaba en la hoguera de las vanidades'.

Labordeta fue un hombre de su tierra y eso lo plasmó en toda su actividad creativa. A finales de los sesenta y comienzos de los setenta se convierte en el mayor exponente de la música folk aragonesa. Entra así en el círculo de la canción protesta con discos como Andros II (1968). En 1975 publicó el disco Tiempo de espera, con su canción más conocida, Canto a la libertad, que, según Luis Pastor, 'acabará sustituyendo a La Internacional para los obreros'. Para este cantautor, Labordeta es 'el único de aquella generación que ha cerrado el círculo que el destino nos tenía reservado. En el fondo todos éramos políticos, pero él es el único que dio el paso y nos representó en el Parlamento para seguir luchando'.

Esta implicación política empezó en 1977, cuando fue candidato al Congreso por Unidad Socialista, hasta 2008, año en el que abandonó la política como diputado de la Chunta aragonesista. Su compañera en el Grupo Mixto, Uxue Barkos (Nafarroa Bai), le recordó como 'un maestro de la dignidad parlamentaria', capaz de elevar a 'la categoría de discurso la expresión ¡A la mierda!''.

Esta frase certificó la popularidad que Labordeta se había ganado con el programa de Televisión Española Un país en la mochila en el que, a partir de 1995, 'descubrió' rincones de la geografía española, pero sobre todo 'las personas que habitan ese país ajeno', según describe Félix Romeo. En la actualidad, colaboraba en el programa de Radio Nacional de España No es un día cualquiera, conducido por Pepa Fernández, quien definió ayer así a su compañero: 'Fue un hombre auténtico que nunca quiso ser más de lo que era, y por eso fue tan grande'.

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