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'Auto-tune': el sonido pop de la era 'millennial'
'Motomami', el tercer álbum de Rosalía, ha llegado envuelto en la polémica. El protagonismo de esta herramienta musical en la producción de su último trabajo no ha gustado a muchos, que lo consideran un recurso comercial. Varios críticos analizan el
Madrid-Actualizado a
"Chica, ¿qué dices?". Rosalía arranca Saoko, el tema que abre su nuevo disco, Motomami, con esta frase descarada y, en cierto modo, anticipatoria. No todos han entendido la letra y el sonido del último proyecto de la catalana. Sin ir más lejos, Ramón García, el mítico presentador de la capa castellana, se despachó a gusto durante la emisión de En compañía, un programa de la televisión autonómica manchega. "Me parece una mierda", dijo. Así, sin paños calientes.
El comunicador compara este álbum con las coplas rompedoras de Maribel Quiñones, Martirio, y a Rosalía le sale a perder la cuenta. "Vende mucho en Estados Unidos, pero se ha ido de lo que queríamos de Rosalía", sentencia García. Sin embargo, entre los versos del ya mencionado Saoko, la cantante deja un aviso: "Yo soy muy mía, yo me transformo". De esta manera, se aleja del aclamado El Mal Querer y se sumerge en una producción absolutamente vanguardista plagada de arreglos vocales a modo de riff [chops] y fusiones minimalistas con estilos tan dispares como el jazz, el reggaeton y las bulerías.
Los filtros de auto-tune -una herramienta electrónica de afinación- han llenado de tonalidades este lienzo musical para acabar con su 'etapa azul'. Rosalía, como Picasso cuando abrazó el cubismo, ya no necesita demostrar que su voz de jilguero brilla. Ha llegado el momento de la deconstrucción.
Un collage electrónico
La revista Pitchfork, un auténtico detector de nuevas tendencias musicales, le ha otorgado un 8,4 al disco. "Se hace raro escuchar un álbum tan experimental, que aspira a extenderse a través de los géneros y jugar con las formas", admite la crítica Julianne Escobedo Shepherd en su reseña.
La propia cantante reconoce en una entrevista con el youtuber y productor musical Jaime Altozano que los temas ocultan una potente instrumentalización inicial: "Me puse un moodboard en la pared y escribí minimalismo. Pensaba: Tengo que pelar capas e ir a la esencia". Así fue como las canciones se fueron desnudando, paradójicamente, con filtros que dejan la percusión cruda en temas como Candy.
Aïda Camprubí, crítica musical, gestora cultural y programadora del ciclo de conferencias Primavera Pro del festival Primavera Sound, considera que ese núcleo que Rosalía andaba buscando es la fusión entre lo mecánico (auto-tune) y lo humano (su voz). "En Motomami, Rosalía abre el mundo como una nuez. Y el fruto que encontramos dentro es exactamente el que venía anunciando", adelanta en un artículo para Vogue en referencia a la recomendación que le hizo el rapero estadounidense Frank Ocean en una invitación a no limitar su expresión artística. Él mismo había aplicado las bondades robóticas de auto-tune como recurso estético en Blond (2016).
"No debería sorprendernos una creación de este tipo. Rosalía bebe del flamenco, pero también de la música urbana y ha puesto en su disco lo que ha querido: temas hiperproducidos frente a otros muy minimalistas. Ambos le han sentado bien", argumenta a Público la codirectora del Festival BAM.
La millonésima reinvención del pop
Auto-tune no es más que una de las muchas herramientas electrónicas que existen en el mercado para perfeccionar las grabaciones de voz. Un photoshop del sonido que fue patentado en 1996 por Andy Hildebrand, un ingeniero especializado en petroquímica que abandonó su estudio de las ondas provocadas por explosiones controladas en el océano para aplicar estos conocimientos a la música.
Dos años más tarde, Cher revolucionó las listas de éxitos con Believe, un tema en el que se utilizó por primera vez esta aplicación para distorsionar la voz en lugar de afinarla. "Como herramienta ha sido una opción muy interesante para distintos géneros urbanos donde prima menos la voz que el ritmo o las letras. Esta canción llegó al número uno en el 98 y de eso hace ya casi un cuarto de siglo", valora Alfonso Cardenal, responsable del podcast Sofá Sonoro de la Cadena Ser.
La pincharon sin descanso en las pistas de baile y, a pesar de ello, en 2010, la revista Time incluyó el auto-tune en su ranking de los 50 peores inventos de la historia. "Es una tecnología que puede hacer que los malos cantantes suenen bien y que los realmente malos suenen como robots", defendía la publicación.
Para Camprubí, este juicio demuestra que aún queda una masa enfurecida que no acepta el cambio de paradigma. "Los estilos tienen que convivir y quien no comprenda que no tenemos que replicar eternamente los códigos del pasado, que se ponga discos antiguos. No podemos exigir a los artistas que hagan lo que queremos. Es una conducta muy de señoro que se aplica principalmente a las mujeres", añade.
En cualquier caso, desde el experimento de Cher no son pocos los que han precedido a Rosalía por esta vereda. Daft Punk, Bon Iver e, incluso, Kanye West, ese midas que todo lo que toca se convierte en oro, aplicó una sobredosis de esta herramienta electrónica a su 808s Heartbreak, en 2008. "Auto-tune ha marcado un punto de inflexión importante. Se ha convertido en una herramienta icónica, al igual que lo fueron otras cuestionadas en su momento como el sintetizador, el sample o la guitarra eléctrica", recuerda David Saavedra, periodista especializado en música.
Un ejército de detractores
Este colaborador de RockdeLux o Rolling Stone echa la vista atrás y encuentra precedentes también al hate que han recibido algunas de las nuevas canciones de la catalana. "Lo nuevo siempre genera rechazo. Ocurrió en los años 60 cuando abuchearon a Bob Dylan por electrificar la guitarra. En el caso de la voz, es más grave, porque a la mayoría de la gente, cuando escucha una canción lo que más le importa es que esa persona cante bien. Muchos músicos consideran también que es hacer trampa y es cierto que con la estandarización se han uniformado bastante las voces, pierden especificidad", lamenta.
El crítico musical y exdirector de Rolling Stone Iñaki de la Torre hace una distinción entre la radiofórmula y el resto del universo musical. "El pop siempre buscó la redondez absoluta: la perfección de la composición y la letra. Nada de partes raras. La exactitud en la ejecución de los instrumentos y la ausencia de estridencias en la voz. Ahora bien, los temas que no son tan comerciales huyen de la desnaturalización y eso provoca que sigan existiendo cantantes cuyo marchamo son precisamente los pequeños desafines: Knopfler, Lou Reed, Willy Deville, Chrissie Hynde... Sería una aberración corregirlos", alega.
Julio Ruiz, Premio Nacional de Radio, apoya la moción. "No es uso; estamos cerca del abuso de estas herramientas", alerta el conductor del podcast Todos los discos son grandes. "Lo que pareció hace casi veinte años algo anecdótico, se ha convertido en plato de primera mesa en un determinado target musical. No soy odiador del auto-tune, pero recomendaría un uso racional, como algunos medicamentos".
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