Este artículo se publicó hace 13 años.
Belleza motera
La fotógrafa Elsa Gallego expone una serie de imágenes sobre la Harley Davidson en el bar del Hotel Palace de Madrid
Toda Harley Davidson es igual a rebeldía. A espíritu independiente. Carretera y manta y pañuelos en el cuello. Excepto la Vespa, ninguna otra moto guarda una fuerza icónica tan brutal como este vehículo de dos ruedas fabricado por primera vez en 1903, cuyo simbolismo se ha multiplicado desde entonces hasta la saciedad gracias al cine y a la fotografía. Y si no, rememoren los fotogramas de Easy Rider con esos dos rebeldes llamados Dennis Hopper y Peter Fonda.
La fotógrafa Elsa Gallego ha sido una de las últimas en conciliar ese profundo enamoramiento entre la Harley y la imagen. Su exposición Harleys on the road 46 fotografías en blanco y negro, y en color en el bar del Hotel Palace de Madrid es una muestra de la vitalidad de que todavía hoy goza esta moto centenaria. Un objetivo, el de Gallego, que va al detalle de estos vehículos, que los radiografía como si los manillares o los espejos fueran las caderas, la cintura o las piernas de una modelo de pasarela. La moto concebida como una belleza.
"Para mí son el camino de la vida", dice la fotógrafa sobre las carreteras
"Mi pasión por estas motos surgió a los 15 o 16 años. A mi padre no le gustaba que montara en ellas y acabé corriendo en coches, pero realmente mi predilección estaba en las motos y nunca las he abandonado", cuenta Gallego a Público. Este arrebato por las dos ruedas fue siempre parejo al que siente por las carreteras a las que fotografía desde hace años. "Para mí son el camino de la vida, la muestra de lo que vas dejando atrás", explica.
Precisamente, sus fotografías de carreteras solitarias desencadenaron esta serie de imágenes sobre la Harley. En ellas, la moto es la gran protagonista. "Me gusta que no aparezca nadie subido en ellas. En sí misma representa el lado oscuro de la gente que diariamente va a trabajar y después se convierte en otra cosa sobre esa moto", admite la fotógrafa. Es la ruptura con la cotidianidad en una búsqueda, además, de la esencia motera. "A mí me gusta sobre todo la moto antigua, la tipo chopper, y que tenga los rasgos típicos como las calaveras y los pañuelos", apunta.
Extremos fascinantesLa mayoría de las imágenes fueron tomadas en diversos lugares de España durante el último año, aunque algunas proceden de países insospechados como Siria. "En los países árabes es muy difícil ver una Harley, por eso cuando las vi durante un viaje por Siria no dudé en fotografiarlas", sostiene.
A pesar de que la exposición es una carta de amor a esta estética motera y al vehículo como objeto referencial, Gallego también quiso rodearse de personajes conocidos del mundo de la gastronomía, el cine y la música para ilustrar las imágenes. Así, entre sus modelos se encuentran el cocinero Sergi Arola o el actor José Coronado.
Gallego también intentó contactar con el fotógrafo Alberto García-Alix para una de las imágenes, pero al final no hubo tal encuentro. "Lo que no quise mirar fue ninguna de sus series sobre motos. Alberto es un fotógrafo excelente y no quería tener presente sus fotos para evitar toda influencia", reconoce Gallego, quien señala que, si algo echa en falta en esta serie del Palace, es "a algún motero tatuado de arriba abajo. Eso sí me hubiera gustado fotografiarlo".
Elsa Gallego estudió fotografía a comienzos de los ochenta en el hoy ya desaparecido Centro de Enseñanza de la Imagen, en Madrid. Una época, la de la Movida, en la que comenzaban a hacerse fotos callejeras y urbanas impulsadas por artistas como el propio García Alix. "Puedo ver una foto en cualquier esquina. Supongo que es lo que nos pasa a todos los fotógrafos", confiesa Gallego, que también ha trabajado para reportajes de moda y ha hecho múltiples retratos. "Sí, me gustan mucho las fotos de gente. De hecho, tengo cierta predilección por los niños, porque son muy puros, muy limpios. Sus miradas son reales", mantiene la fotógrafa. El aspecto de la edad para ella, además, se mueve en los extremos, ya que, al igual que los niños, también le fascinan los retratos de ancianos.
Esta exposición, que se puede ver hasta el 16 de mayo, es todo un reclamo para los amantes de las motos. Pero también para los que adoran la libertad, la independencia y la rebeldía. Pura simbología Harley.
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