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¿Por qué ir a una biblioteca si puedo comprar un libro por tres euros?

El fenómeno Re-Read se materializa en una cadena de librerías de bajo coste que en tan solo tres años y medio ha conseguido abrir más de treinta franquicias en toda la península.

Re-Read quiere hacer llegar los libros a gente que tiene el gusto de la lectura, pero no puede permitirse un libro nuevo, cuyo precio oscila entre 19 y 22 euros.

ANNA MARÍA IGLESIAS

BARCELONA.- ¿Por qué ir a una biblioteca si puedo comprar un libro por tres euros? Esto mismo se han tenido que preguntar muchos de los vecinos de Re-Read, la cadena de librerías low cost que actualmente está trabajando en la próxima apertura de seis nuevos locales, tras abrir más de treinta franquicias.

“Mucho mejor que ir a una biblioteca, aquí los libros te los puedes quedar, con solo tres euros el libro es tuyo”, dice con entusiasmo una cliente y, sin duda, el precio es para entusiasmar, sobre todo si se piensa que en esta librería uno puede adquirir cinco libros por tan solo diez euros. ¡En una librería de nuevo con diez euros no haces nada! Exclamarán algunos que aseveran, con seguridad apabullante, que en este país los libros son demasiado caros.

Los editores, por su parte, lo niegan a la vez que aseguran –basta ver el número de las tiradas que hoy día se realizan con respecto a aquellos “felices” noventa- que se han reducido al máximo los costes en pos de favorecer las ventas y obtener beneficios. Por otra parte, la ley de precio fijo, indispensable para editores y libreros, impide la oscilación de precios entre establecimientos, las ofertas atractivas y, lo que es más importante, toda clase de competencia desleal.

En resumen, actualmente resulta difícil, sino imposible, pensar en un abaratamiento de los libros, al menos de los llamados libros de primera mano.

Sin embargo, el mundo muy distinto es aquel del libro de segunda mano, mundo donde se compra y vende libros sin un estricto control acerca de la proveniencia de los mismos; sin embargo, incluso en este mundo donde los precios nada tienen que ver con los de las librerías de novedades, Re-Read ha supuesto una verdadera revolución por sus increíblemente bajos precios, asegurándose venzas de alrededor 200 ejemplares diarios.

Es evidente que la posibilidad de adquirir libros a precios tan insignificantes como 3 euros –bares del centro de Barcelona exigen más una simple cerveza a presión- atraiga a muchos lectores, pero ¿dónde está el truco para tan atractivos precios?

El truco de reutilizar

Re-Read se presenta como una librería de bajo coste con un lema claro: precios baratos y libros de segunda mano. Los lectores, en efecto, son atraídos a esta librería por los precios de los libros y no tanto por la novedad de los mismos: “A partir de los diez libros, cada nuevo libro cuesta dos euros” se anuncia en letras visibles en cada uno de los locales, cuyos precios resultan, incluso, imbatibles para los libreros del Mercado de Sant Antoni de Barcelona, ciudad donde nació esta cadena.

“La idea fue hacer llegar los libros a gente que tiene el gusto de la lectura, pero no puede permitirse un libro nuevo, cuyo precio oscila entre 19 y 22 euros. Si puedes comprarte un libro o ese mismo libro por tres euros, es mejor”, nos comenta Nicolás Weber co-fundador junto a su esposa, Mercedes Zendrera, de esta cadena de librerías. Weber es consciente de que su negocio resulta fácilmente imbatible, ¿quién puede competir frente a precios así?, le preguntamos: “Nuestros competidores son las series de televisión, cuyo sector ha crecido muchísimo en los últimos años; son ellas las que actualmente están quitando tiempo a la lectura”.

Re-Read no ha nacido para hacer competencia a las librerías de nuevo y tampoco a los libreros de viejo

Weber subraya que la cadena no ha nacido para hacer competencia a las librerías de nuevo y tampoco a los libreros de viejo, “nuestros mejores clientes, puesto que encuentran en nuestras librerías libros que, luego, ellos pueden vender por bastante más. Nosotros les hacemos la criba”. El modelo Re-Read nació ante la necesidad de crear un nuevo modelo de librería que funcione después de los años de la crisis. “Somos libreros de toda la vida. En 1996 abrimos una librería, en calle Muntaner, pero cuando en 2008 comenzó la crisis, empezamos a facturar cada vez menos y nos dimos cuenta de que era necesario buscar otro modelo más sostenible.

Buscamos ideas de posibles modelos en España, Inglaterra, Francia o Estados Unidos y de aquella búsqueda nació Re-Read, en un pequeño local en la calle Rosselló”. Desde entonces, no basta la palma de una mano para contar las peticiones que reciben diariamente para abrir una franquicia, que tiene, como promedio, un coste de 34.500€ (incluye canon de entrada, diseño tienda, nuevas tecnologías, obra civil, proyecto ejecutivo, muebles, publicidad, merchandizing, parte del stock de libros); el modelo de Weber y Zendrera funciona, para compradores y vendedores –“ya tenemos un librero multifranquiciado, es decir, que ha abierto una segunda franquicia”, comenta el fundador-, pero ¿la clave está en el precio?

El precio lo es todo

“Para poder vender a 3 euros un libro necesitamos comprarlo a veinte céntimos de euro”, nos explica Weber, evidenciando que el éxito radica precisamente en vender a precios irrisorios y comprar a precios todavía más irrisorios, por no decir absolutamente insignificantes. “No compramos a empresas, compramos solo a privados que quieren deshacerse de sus libros por distintas razones, pero no los quieren tirar”.

Weber sabe bien de lo que habla - “si compras a particulares no hay IVA”-, lo sabe él y lo sabe su mujer, Mercedes Zendrera, nieta de José Zendrera, fundador de Juventud, hija de Pablo Zendrera, antiguo editor de Juventud, antes de que una escisión familiar llevara a Pablo a vender sus acciones. Zendrera y Weber conocen muy bien el mundo de libro, lo conocen desde la perspectiva editorial y desde la perspectiva librera, un conocimiento que les llevó a pensar en Re-Read como una librería que debía distanciarse del modelo de librero de viejo: “Es distinto al modelo de librería de segunda mano, donde puedes encontrar maravillas y los precios no son fijos. Nosotros quisimos hacer una librería que pareciese de nuevo: todo está perfectamente catalogado y clasificado”.

Los precios son fijos, no hay diferencia entre una primera edición o una edición de bolsillo

Los precios son fijos, no hay diferencia entre una primera edición o una edición de bolsillo. “Nos llevamos muy bien con las librerías de nuevo, si nos piden un libro que acaba de salir y no lo tenemos, recomendamos la librería más próxima. Por otro lado, nuestros mejores clientes son los libreros de viejo, pues somos el mejor filtro para ellos: nos compran libros a tres euros y ellos los vuelven a vender por una cifra bastante más elevada.

Somos libreros de toda la vida, estamos agremiados [Weber no especifica: pertenecen al gremio de libreros, pero no al Gremi de Llibreters de Vell de Cataluña: pidieron su entrada, pero no llegaron a entrar; en principio, porque el Gremio está limitando las incorporaciones a los libreros de viejo, diferenciándose así de los libreros de segunda mano] y nos queremos llevar bien con los demás”. Weber nos insiste en su buena relación con los otros libreros y, si bien es cierto que no hay evidencias de lo contrario, no son pocos los libreros del Mercat de Sant Antoni que ven en ellos una competencia no del todo leal.

La batalla está en el precio, ¿es legítimo comprar libros por veinte céntimos? “Si viene alguien con un libro antiguo de mayor valor, miramos el valor en internet y le recomendamos un sitio para venderlo, es decir, una librería de viejo donde le pagarán más. Sin embargo, hay muchos a los que no les importa que se les pague 20 céntimos porque no le importa las ganancias, sino que el libro tenga una segunda vida. Hay libros que amas que conservas para toda la vida y otros que se leen en un momento, pero no se quieren conservar”. Sin embargo, la pregunta se repropone ¿veinte céntimos por libro no es subestimar el valor intrínseco del libro?

20 céntimos, un libro

Que hay gente que no valora el libro no es una novedad; son varios y recientes los casos de herederos de reconocidas escritoras que no dudaron en vender sus bibliotecas; en esos casos, se hizo por dinero, sin importar que el legado bibliográfico de sus familiares quedara disperso, pero no son pocos aquellos que no encuentran mayor incordio que heredar un apartamento lleno de libros; en efecto, el propio Weber nos comenta que muchas veces se dirigen a apartamentos cuyos dueños quieren deshacerse de grandes cantidades de libros: “cuando hay personas que se deshacen de más de cinco cajas de libros, vamos a sus casas a recogerlos, puesto que es imposible que ellos mismos los traigan a la tienda”.

¿Qué sería de Re-Read sin aquellos dispuestos a vender “por nada” sus libros? Es cierto que Weber asegura que, si algún lector les llega con un buen libro, ellos lo dirigen a una librería de viejo, pero ¿sabe el dueño del libro siempre el valor de lo que tiene entre las manos? La respuesta es indudablemente negativa, pues de lo contrario no se entendería que los libreros de viejo acudan a estas librerías en busca de libros cuyo valor les permitirá revenderlos por precios más elevados.

Es reflejo de la generalizada infravaloración del libro, pero ¿acaso quienes acuden allí no buscan libros, solamente libros?

Uno podría concluir que Re-Read es reflejo de la generalizada infravaloración del libro, pero ¿acaso quienes acuden allí no buscan libros, solamente libros? Los compradores de estas librerías, por el contrario, parecen reflejar precisamente lo contrario: nos les importa la belleza del libro, ni su actualidad, ni la novedad, solamente el libro… porque si os llega una novedad que está en las librerías por más de veinte euros, vosotros no lo vendéis, ¿Verdad? “Si alguien ha ido a hacer un viaje, compra una novedad, y luego viene y nos la vende, pues la compramos.

Eso sí, tenemos un acuerdo tácito con las otras librerías: todo lo que son novedades de menos de un año, no lo ponemos en el escaparate”. Si bien es cierto que las novedades no definen los libros de Re-Read, Weber no niega la posibilidad de que, en alguna ocasión, aparezcan libros que son actualidad: “puede pasar, si nos llega una novedad no la rechazamos, no la publicitamos, pero la vendemos a 3 euros puesto que es un libro de segunda mano”. ¿Cómo estar seguro de que es un libro de segunda mano y no una ejemplar para la no venta que, sin embargo, acaba vendiéndose al margen del mercado oficial? El control es nulo, lo es en el mercado de segunda mano y lo es en el momento de hacer la criba.

Weber nos repite que las novedades no son su principal objeto de venta y que, por tanto, no buscan competir con las librerías de novedades, sin embargo, no puede tampoco negarse que el “afortunado” lector que encuentre una novedad que le interese a tres euros estará ahorrando varios euros a la vez que queda suspendida en el aire la pregunta de si el autor habrá cobrado por los derechos de ese libro que, aparentemente de segunda mano, carece de origen seguro.

Falta de criba, precios bajos y muchos compradores

Con la única criba que selecciona los libros vendibles, Re-Read puede ser el paraíso para cualquier lector. Precios absolutamente tentadores y una oferta que se renueva cada día con la llegada de nuevas adquisiciones –basta pasar una mañana en cualquiera de sus locales para ver llegar a vecinos con bolsas llenos de libros. Weber insiste que, a parte de todo esto, la clave del éxito está en la innovación tecnológica: “a diferencia de un librero de viejo nosotros catalogamos los libros y los lectores pueden saber que hay en cada local”, nos comenta, reconociendo que tuvieron que buscar la manera de mantener actualizado su fondo de libros que “se varía a cada minuto, con entradas y salidas”.

Por esto, tras trabajar con empresas en India y Japón, esta librería ha instaurado un sistema de localización que no funciona a partir de una base de datos, sino a partir de fotografías de las estanterías que cada día se van actualizando: “fotografiamos todas las estanterías cada día y, un servidor localiza la proveniencia de la fotografía y analiza lo que está escrito en el lomo de cada libro, para después colgar esta información en la web. Los lectores, al buscar un libro, son dirigidos a las imágenes en las que debiera aparecer el libro buscado según la correspondencia de las letras del título con los lomos de los libros fotografiados.

"Estamos en fase de prueba y este sistema solo es válido en cinco tiendas, pero queremos extenderlo a todos los locales"

Por el momento, estamos en fase de prueba y este sistema solo es válido en cinco tiendas, pero queremos extenderlo a todos los locales”. Weber insiste en la importancia del desarrollo tecnológico, sobre todo en cuestiones de interconexión con los lectores, pero, destacando el desarrollo de técnicas informáticas, subrayando la construcción de una imagen y de un sello, alabando la presencia en redes, ¿habría sido posible el éxito Re-Read con precios más elevados?

“Hay una voluntad ética de querer hacer llegar los libros a los máximos lectores”, nos comenta el co-fundador, que en estos tres años ha colaborado con algunas ONG para hacer llegar libros a países donde su acceso es complicado, sea por cuestiones económicas sea por cuestiones de transporte. “Se trata de hacer la lectura accesible”, subraya una vez más. En su discurso, se percibe un honesto compromiso con la lectura y su divulgación, pero, dejando de lado las campañas realizadas con ONG, los precios de venta y esos veinte céntimos que ofrecen por cada libro que compran obligan a reflexionar sobre el valor del libro en sí mismo.

¿La devaluación económica de un libro acaso no implica en cierta manera la devaluación de su valor simbólico? No sólo no hay nada que objetar del éxito del modelo, sino que a priori, en un país de tan bajos índices de lectura, la sola idea de conseguir que la gente adquiera casi diariamente libros puede incluso emocionar.

El éxito de Re-Read despierta sentimientos encontrados

Sin embargo, ¿es devaluando el precio hasta lo más mínimo y, consecuente, devaluando el valor intrínseco del libro que queremos hacer accesible la lectura? El éxito de Re-Read despierta, así, sentimientos encontrados: ante el entusiasmo por el número de lectores que agolpan sus librerías, está aquellos que no dudan en vender libros por sencillamente veinte céntimos, vaciando el libro de todo valor, o aquellos que olvidan que no basta con comprar libros, sino que es necesario comprarlos reconociéndoles, también económicamente, su valor.

¿Es lícito, en nombre o falso nombre de la lectura, adquirir libros a precios irrisorios aun siendo su valor en el mercado oficial, aquel que reconoce, entre otros, los derechos de autor, más elevado? Re-Read es un síntoma de nuestro sistema cultural y su éxito abre cuestiones que trascienden la propia idea de librería y obligan a replantearnos el valor del libro en su totalidad.

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