Brendan Fraser se ve sometido en 'La ballena (The Whale)' a la obsesión morbosa de Aronofsky
El actor es uno de los favoritos en la carrera por el Óscar por su trabajo en esta película, historia de un hombre con obesidad mórbida decidido a recuperar a la hija que abandonó años atrás.
Madrid-Actualizado a
Brendan Fraser escondido tras un traje de 45 kilos que tenía que ponerse y quitarse cada día con la ayuda de cinco personas, convertido en la ficción en un hombre con obesidad mórbida –270 kilos–, con escasa movilidad, incapaz de agacharse, vulnerable y bueno, arrepentido, que reclama compasión a cada segundo. ¿Quién da más? Con la querencia de Hollywood a premiar y elogiar con estruendo exagerado las transformaciones físicas, el actor tiene muchas papeletas para ganar el Óscar este año.
Es el personaje principal de La ballena (The Whale), la nueva película de Darren Aronofsky, por la que Fraser recibió una emocionante ovación de siete minutos en el Festival de Venecia y por la que está siendo aclamado en el mundo entero. Probablemente, en estos encendidos aplausos, colegas, crítica y prensa especializada estén reconociendo, además de su interpretación en esta película, la honestidad del actor y su vuelta al cine después de un paréntesis de unos cuantos años.
Brendan Fraser está muy bien en su papel de Charlie, este hombre a punto de morir, que quiere por encima de todo reconciliarse con la hija a la que abandonó cuando tenía ocho años. Con su magnífica voz y la sinceridad que consigue en sus emociones, convence. Pero tal vez no sea para tanto y las reacciones se correspondan más con estos tiempos en que cada semana se estrenan obras maestras y cada excepción es extraordinaria.
"En un mar oscuro"
Y lo suyo en La ballena es una excepción, sin duda. Ha vuelto al cine a un papel protagonista después de cuatro años de silencio o en papeles secundarios, casi escondido. Tras haber liderado algunos éxitos de taquilla como El regreso de la momia (2001) –433 millones de dólares en todo el mundo–, George de la jungla, demostró que el cine de aventuras le quedaba pequeño con su participación en títulos como Dioses y monstruos o El americano impasible.
Ha sido un regreso brillante que se merece aplausos y que en algunos momentos emociona, aunque no tanto como las declaraciones y discursos que está haciendo estos días tras su ausencia en la gala de los Globos de Oro, donde en 2003 fue acosado sexualmente por Philip Berk, antiguo presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), y al recibir el premio de los Critics Choice Awards.
"Si tú, un tipo como Charlie, al que interpreté en la película, sufres de alguna manera con la obesidad, o simplemente sientes que estás en un mar oscuro, quiero que sepas que tú también puedes tener la fuerza para pararte e ir hacia la luz, te pasarán buenas cosas. Esta película es sobre el amor. Es sobre la redención. Es sobre encontrar la luz en un lugar oscuro", dijo al recoger este galardón, donde señalando al cineasta Darren Aronofsky declaró: "Estaba en el desierto. Y probablemente debí dejar un rastro de migas. Pero tú me encontraste".
Sello Aronofsky
Y, sin embargo, es Aronofsky el que, en cierto modo, entorpece el trabajo de este actor al colocarle en el centro de un drama impúdico emocionalmente, que busca las lágrimas y la compasión a golpe de morbo, donde todo finalmente parece puro fingimiento. Adaptación al cine de la obra de teatro de Sam D. Hunter, la película se desarrolla, una vez más en el cine de este autor, dentro de un único espacio, claustrofóbico y oscuro, donde las relaciones entre los personajes desbordan tensión.
Charlie es un profesor de Escritura por internet, homosexual, que abandonó a su mujer y a su hija cuando se enamoró de un alumno. Éste, devastado por la religión y el sentimiento de culpa, murió y desde entonces, él inició una carrera de autodestrucción que le llevó a sus 270 kilos de peso y a una sarta inagotable de problemas físicos. Ahora está a punto de morir, pero antes quiere reconciliarse con su hija, una adolescente insoportablemente agresiva con él.
"Moby dick"
Este hombre, que ha decidido estos cinco días en los que se cuenta la historia sonreír y apostar todo por recuperar a su hija, reconciliarse con el mundo y con él mismo, perdonarse y perdonar, se aferra a una redacción de "Moby Dick" en cada momento de crisis que sufre. Y ahí, y no en su obesidad, está la intención del título de la película. Y aunque Charlie comparta con el capitán Ahab su obstinación y determinación invencibles, en realidad es mucho más Ismael cuando decía "me parece que mi cuerpo no es más que las heces de mi mejor ser. De hecho, que se lleve mi cuerpo quien quiera, que se lo lleve, digo: no es yo".
Entre todos "lo siento" que dice el personaje en la película, surgen apuntes críticos con el sistema sanitario de EEUU –Charlie podría sortear la amenaza de muerte si pagara las altísimas costas de un hospital– y hay una denuncia a la fobia que esta sociedad muestra con las personas con sobrepeso.
"Sé muy bien lo que se siente al ser objeto de burla, aunque no más que cualquier otra persona del mundo actual o de las redes sociales. Todos aprendemos a ignorar ese dolor", ha confesado el actor después del estreno de la película. "Los prejuicios contra la obesidad siguen constituyendo un arma que utilizamos los seres humanos para atacarnos los unos a los otros. Las personas del tamaño de Charlie suelen ser invisibles. Solo las conocen sus familiares o las personas que las cuidan. No sabemos nada de ellos. Lo que aprendí al hablar con ellos es que, al igual que todo el mundo, quieren que la gente conozca su historia y que se les trate con justicia y honestidad. Ese fue otro motivo para empeñarme en interpretar el papel con total autenticidad".
Que Brendan Fraser busca esa autenticidad es incuestionable, pero todo su esfuerzo queda atrapado entre las ambiciones y obsesiones de Aronofsky, empeñado en descubrir al mundo la esencia de la compasión y ganarse el copyrigth de la redención, aunque haya que manipular, retorcer y provocar sentimiento y emociones para ello. No es la primera ni la segunda vez que lo hace. A nadie se le olvida su recuperación de otra estrella en horas bajas, Mickey Rourke, en El luchador, con la que ganó el León de Oro en Venecia y donde, a golpe a tópicos, contó la historia de un hombre destruido que intentaba reconciliarse con su hija y redimirse consigo mismo.
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