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Céline Sciamma: "Hay mucha misoginia en la crítica cinematográfica"

La cineasta, ganadora del Premio al Mejor Guion en Cannes por ‘Retrato de una mujer en llamas’, convierte su película, una de las más bellas de los últimos tiempos, en un argumento político sólido y urgente, el de la reconstitución del mundo desde los referentes femeninos.

Adéle Haenel y Noémie Merlant (de izquierda a derecha), en-la película-

“Nos han construido el mundo con mucha gravedad. Nos han faltado los referentes femeninos y nos ha faltado su alegría. En las mujeres está el amor, la fraternidad, el humor… Todo eso es lo que falta en el mundo. Soy feminista militante, pero también soy vulnerable y divertida”. La cineasta Céline Sciamma es energía pura. Decidida, vital, con un discurso brillante y con un talento artístico extraordinario. Una mujer que ha convertido una de las películas más bellas de los últimos tiempos, Retrato de una mujer en llamas, en uno de los argumentos políticos más urgentes y más sólidos de estos días.

Premio al Mejor Guion en el Festival de Cannes, Retrato de una mujer en llamas es un precioso regalo, el del privilegio de descubrir a las mujeres en su intimidad, liberadas de las miradas de los hombres, aisladas de su mundo trágico y opresor. Es una historia de amor entre iguales, sin posesión ni sumisiones. Y es la revelación de un nuevo erotismo. “Si el amor es en igualdad, hay erotismo”.

Ambientada en la Bretaña francesa en 1770, la película cuenta la historia de Marianne, una pintora que debe realizar el retrato matrimonial de Héloïse, una joven que acaba de dejar el convento. Ésta no acepta su destino como mujer casada y se niega a posar, por lo que Marianne debe trabajar en secreto. Para ello, se hace pasar por dama de compañía, para así observarla de día y pintarla de noche. Su relación se vuelve más intensa a medida que comparten juntas los últimos momentos de libertad de Héloïse antes de su boda.

Noémie Merlant y Adéle Haenel son las actrices protagonistas de esta película, un ejercicio de recuperación y de memoria que libera del olvido a tantas mujeres artistas silenciadas, que comparte con el mundo entero y en toda su profundidad la verdadera esencia de la mirada femenina y que hace saltar por los aires la historia del cine construida “con personajes femeninos cosificados”.  Céline Sciamma cuenta a Público qué ha significado para ella la realización de esta película:

Esta una historia de amor y es absolutamente política.

El cine sirve para reconstituir el mundo. En ese aspecto, la película es política. Quería crear nuevas imágenes. Cuando se crean imágenes, sobre todo cuando estas imágenes faltan, también se está haciendo un poco de memoria. Tenía ganas de contar una historia inédita y más allá de que es una historia de amor entre dos mujeres, es una historia de una mujer artista. Me documenté mucho sobre las mujeres artistas, se las ha silenciado siempre, incluso en la época de las cavernas las había, se sabe porque entonces firmaban con la huella de la mano.

Su pintora es del siglo XVIII ¿por qué ese momento en concreto?

Porque descubrí, y me quedé muy sorprendida, de que en la segunda mitad del siglo XVIII, después de la Revolución Francesa, hubo cientos de pintoras y yo las desconocía. Por eso también hubo más urgencia por hacer la película sobre este momento.

Ha hecho una historia de amor y de memoria de ese mismo amor, con las dos crecen sus personajes. ¿El amor es un motor de su emancipación de la mujer?

Sí, el amor como motor emancipador es una idea nueva y muy luminosa. La película es un diálogo amoroso en el presente, radical, que mira primero el deseo y luego el amor que se va a vivir. Es una crónica orgánica del presente amoroso. Pero, sí, también es el recuerdo de ese amor y la cuestión de la huella de esa pérdida. Siempre nos cuentan historias de amores imposibles, de posesión o de pérdida. Pues, no, esta es una historia del vínculo y sí, del amor como emancipador. Hay un poema, de una escritora americana, que lo dice muy bien: “Un corazón roto es un corazón abierto”.

Se habla mucho de la mirada femenina, usted ha profundizado en ella con estos personajes, usted misma mira de otro modo…

La historia del cine se ha construido con personajes femeninos cosificados. El cine ha mirado a la mujer como objetos, mis personajes se miran como sujetos. Si el amor es en igualdad, hay erotismo. La película se ha construido precisamente para ver cómo se encarna esa mirada, quería mostrar el consentimiento del erotismo, un nuevo erotismo. La mirada femenina en el cine es anti convencional, porque no disocia las dinámicas políticas y estéticas. Yo miro a mis personajes como sujetos y, por tanto, el espectador también. Ahí es donde no se disocia creación y política.

Sus personajes están aisladas en un caserón en una isla apartada. ¿Es una forma de describir la opresión en que viven?

Las mujeres estaban oprimidas en ese momento, es la soledad, aisladas del mundo, y mi elección es haber querido verlas en su intimidad, compartir esa intimidad. Y eso es algo que solo permite hacerlo el cine. Las películas de época muestran un ambiente mundano, de la Corte. Nosotras las sacamos de la mirada de los hombres para poder mostrarlas en toda su potencialidad.

¿Esta película es una manera de hablar al mundo de hoy?

Sí, aunque a veces pienso si no ha sido demasiado tarde. Creo que desde el arte sí se puede cambiar el mundo. Cuando veo la inmodestia de algunos artistas, su falsa modestia diciendo lo contrario, me sorprendo. Yo tengo la voluntad de crear comunidades más allá de las fronteras, que piensen en el cine como una nación. En los viajes con la película he aprendido mucho de otros países y también de Francia, de su misoginia que yo creo que subestimaba.

Una escena de 'Retrato de una mujer en llamas'.

Una escena de 'Retrato de una mujer en llamas'.

¿Por qué dice eso?

Hay mucha misoginia en la crítica cinematográfica. Creo que ésta es mi película que más éxito va a tener a través del mundo y que menos va a funcionar en Francia. A pesar del premio en Cannes, de que son actrices conocidas, de que la prensa ha sido buena… Hay algo peligroso en la película. Y tampoco pensaba que la película sería tan vanguardista.

Haber silenciado a tantas mujeres artistas ha provocado una ausencia de referentes femeninos en la historia. ¿El mundo sería diferente si los hubiéramos tenido?

Sí. Al no tener las obras de esas artistas, no nos han transmitido sus intimidades, sus deseos, sus luchas. Hoy me felicitan por la escena del aborto en la película. Yo, como espectadora, solo lo he visto dos veces en el cine. No tener representación del aborto en el cine debería aterrarnos. ¡Un derecho todavía tan cuestionado hoy! La ficción, y la ausencia de esa otra ficción, nos ha infantilizado, porque la ficción es muy poderosa en la sociedad. Me puse muy triste al descubrir a todas esas artistas. Nos han faltado como referentes y nos ha faltado su alegría. En ellas está el amor, la fraternidad, el humor… Todo eso es lo que falta, porque nos han construido el mundo con gravedad. Soy feminista militante, pero también soy vulnerable y divertida.

Por fin aparecen estos referentes, ¿van a cambiar las cosas?

Sí, pero la pena es que va a ser el mercado el que las cambie. Se harán historias menos racistas, menos sexistas porque si no la gente no irá al cine a verlas. Todos tenemos nuestra responsabilidad.

Usted como mujer ¿cómo se defiende en el mundo del cine dominado por los hombres?

Intento concentrarme en lo positivo. Creo que no hay que arrepentirse de la época en que se vive. El #MeToo ha provocado un debate interesante. Ahora ya no estamos solas, es una batalla cultural en colectivo. Sinceramente, no pesaba que iba a vivir esto. Por otro lado, mucha gente piensa que es deplorable que te etiqueten como feminista o como autora de cine de mujeres, pero yo prefiero eso a que me etiqueten como a un cineasta cualquiera.

Ahora hay cierta polémica por las palabras de Scorsese diciendo que las películas de Marvel no son cine. ¿Usted qué piensa?

Son una franquicia, por tanto una serie de repeticiones perpetuas de reboots. Otra cosa es, por ejemplo, Black Panther, eso sí es cine. Pero el enésimo Batman, no. Esa dinámica del cine americano es deprimente.

Premio del Guion en Cannes, mientras en Venecia le dieron el premio a ‘Jocker’. ¿Son dos formas de entender el cine?

Bueno es que Venecia no es Cannes y este año, Lucrecia Martel (presidenta del jurado en Venecia) salvó la situación como pudo. Me dieron muchas ganas de abrazarla. Venecia sobrevive con todas las perlas de EE.UU. Tenemos que ser vigilantes con esto. Que unos cuantos se dediquen a repartirse premios, vale, pero que grandes directoras, como Lucrecia Martel, no tengan la exposición que merecen, eso sí es muy grave.

Con ‘Retrato de una mujer en llamas’ se ha cargado unos cuantos tópicos. ¿De todos los que ha creado el cine sobre la mujer cuál desterraría primero?

Los tópicos tienen mucho que ver con los hombres, esos lugares comunes les dan privilegios, pero les impiden liberarse. Todavía el cine tiene mucho que hacer en ese sentido y, de verdad, espero que los hombres se pongan manos a la obra.

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