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Cesc Gay: “En la vida somos mucho menos dramáticos que en el cine”

El cineasta aspira a la Concha de Oro con 'Truman', una historia de despedida, pero también de reencuentro, con Ricardo Darín y Javier Cámara. Notable ejercicio de contención, con el que el director saca las emociones del territorio del cine y las coloca en el de la vida

Cesc Gay, durante el rodaje de 'Truman'

SAN SEBASTIÁN.- Cesc Gay reaparece en el Festival de San Sebastián —Hotel Room (Zabaltegi, 1998) y En la ciudad (sección oficial, 2003)— con Truman, historia de una despedida, pero también de un reencuentro, con la que aspira a la Concha de Oro. Relato de la amistad entre dos hombres, de compañía, de pérdida y de muerte, está protagonizado por Ricardo Darín, extraordinario, y Javier Cámara, que consigue una valiosa cercanía con el espectador.

Nacida, como el resto de sus películas, de experiencias y observaciones personales, de la película destaca el ejercicio de contención que hay en los diálogos, con la cámara y en la interpretación de los actores. Al fin y al cabo, “a pesar de lo que muestra el cine, las personas no somos de hacer mucho drama. En la vida somos mucho menos dramáticos que en el cine”.

Una vez dijo que sus películas nacían de un impulso, esta es una película sobre la muerte y sobre la pérdida, ¿surgió también así?

Supongo que todas nacen de lo que observo de las cosas que me pasan. No sé cómo lo hacen o qué les pasa a los que hacen películas que les son ajenas. En el caso de esta película, todos convivimos con enfermedad y muerte, desgraciadamente. La edad te lleva a vivir esas cosas y tú a veces las dejas dentro, pero las tienes que procesar.

¿Ha resultado terapéutico?

Sí. Todo gesto creativo tiene una función de liberar, de dar forma, expresar… Aunque la terapia más bien se hace en un diván con psicólogos. La ficción nos ayuda a entendernos, a contar el mundo, a poner en palabras la realidad, a interpretarla. Pero también nos hace soñar y ese es el mayor poder que tiene, desde los primeros cuentos que conocemos de niños…

Por el tema que trata ‘Truman’ la contención emocional, que es marca de su cine, llama más la atención.

En la vida somos más contenidos de lo que el cine nos tiene habituados. En el cine y la televisión, cuando hay un conflicto, se tiende a exagerar, pero la vida pasa por otros lugares, las personas procesamos las cosas de otra manera. Por suerte somos más cautos y también más poderosos con la expresión de los sentimientos. Las personas no somos de hacer un drama, sobre todo si la situación ya lo es.

Esta es la historia de una despedida, pero es también la de un reencuentro, ¿no?

Muchas veces las despedidas sirven para reencontrarse. Pasa a menudo con las parejas cuando se separan. Es una idea interesante. Sí, eso es lo que es. A veces nos falta coraje para afrontar no solo las despedidas, también los reencuentros.

¿También es la historia de una amistad?

Claro, aunque al personaje de Javier Cámara le tiene que convencer su mujer para que viaje a ver a su amigo, porque si no, luego se va a arrepentir muchas veces. Es muy difícil afrontar el dolor.

Javier Cámara y Ricardo Darín, protagonistas de 'Truman'.

Javier Cámara y Ricardo Darín, protagonistas de 'Truman'.

En ‘Una pistola en cada mano’ hablaba de la confusión masculina en este siglo XXI. Aquí, de nuevo dos hombres, ¿no pensó en hacer una pareja diferente?

No. Las mujeres se mueven en terrenos más complicados. Necesitaba estar más cerca de los personajes como hombre, pero en la siguiente me gustaría ya cambiar. Estoy un poco harto de hombres. La ventaja de la mujer es que tiene una relación mucho más sana con lo emocional, así que si los personajes hubieran sido mujeres hubiera sido una película con más transparencia. Eso lo tenéis más ganado. Nosotros vivimos con una contención que nos viene impuesta no sé por qué.

¿Escribió la película pensando en Ricardo Darín y Javier Cámara?

No, nunca escribo pensando en actores, luego no pueden y… Pero en seguida pensé en Ricardo Darín. Tiene esa gran virtud de ser alguien muy intenso, emotivo y al mismo tiempo cómico y con la edad perfecta para el personaje. Javier Cámara era perfecto, porque consigue empatía con el público. Necesitaba actores cercanos a la comedia para poder transitar más livianamente por la historia.

Además de los dos amigos, aquí hay un vínculo muy fuerte con un perro. Habrá quien piense que en la situación del personaje es una frivolidad…

Si te vas a ir y lo sabes, algo vas a tener que hacer. Y la realidad es que las personas quieren mucho a los animales, es un vínculo brutal… La presencia del perro me interesaba porque le daba un objetivo muy emotivo al personaje, un objetivo de verdad, práctico, poco dramático… Buenos son casi un trío.

Sigue usted una regularidad asombrosa. Cada tres años estrena una película. ¿Cómo ha conseguido mantener esos tiempos en plena crisis?

Por un lado, escribo y eso me permite no tener que estar a la espera. Por otro lado, tengo un vínculo de trabajo muy sólido con Marta Esteban (la productora). Para los que no tienen una relación así con un productor es muy complicado. Además, yo hago películas que no son caras, si fueran de género, de acción o… serían mucho más caras. Pero yo, como me dijo alguien una vez, al final lo que hago son películas de gente que habla, en lugares fáciles y baratos.

Incluso así, la situación del cine español no es halagüeña. ¿Cómo la ve usted?

Pues lo que veo es que hay una elecciones dentro de no mucho, así que lo veo bien, porque esa es la única forma de cambiar las cosas, así que…

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