Este artículo se publicó hace 17 años.
¿Das la chapa?
El soporte publicitario más sintético se presta a la fiebre de la personalización y las tiendas especializadas ya ofrecen la posibilidad de crear diseños propios
Desde que la cultura punk las pusiera de moda, las chapas se han convertido en un soporte de protesta y reafirmación. Tan sólo un aspecto ha cambiado desde entonces, y es que el diseño ya no viene impuesto desde arriba. De hecho, las empresas que se encargan de fabricarlas admiten encargos a la carta, de modo que el potencial portador se puede implicar en su diseño. Chapas decorativas, reivindicativas, con guiños al pop art… Todo está al alcance del consumidor con tal de que respete una regla: abreviar.
“En la chapa la capacidad de síntesis es llevada a su máxima expresión. No hay sitio para recrearse en la ornamentación ni los matices, la receta sería: un buen concepto, una idea”, indica Álvaro Sobrino. Eso fue justo lo que se propuso Alberto Laosa cuando suplantó el martillo del símbolo comunista por una guitarra sobre fondo rojo. Su creación se exhibió en octubre de 2006 en Ifema como parte de la muestra Chapas Always junto a otros 998 diseños.
Pol Miquel, encargado de la tienda Chapalandia, se confiesa un incondicional de las chapas con guiños a videojuegos de los 80 como Spectrum o Space invaders. “Abrimos en 2002 y actualmente tenemos una media de cinco pedidos por día con una producción de más de 100.000 chapas al mes”, especifica. Miquel opina que “las chapas ya no son una moda pasajera sino un nuevo modo de expresión, un soporte mediante el que uno muestra lo que siempre le ha gustado”.
Moda bodorrio
Si a este diseñador se le pregunta por la chapa más demandada, no duda en indicar las bodas. “Hemos despachado unos 50 pedidos con el lema yo soy amigo del novio”, argumenta. Y respecto a los clientes, precisa que reciben encargos tanto “desde agencias de publicidad como de particulares”. Esta tienda de Barcelona ofrece a sus clientes la posibilidad de diseñar sus propias chapas en varios tamaños: con un diámetro de 25, 38 ó 50 milímetros. Los precios oscilan entre 0,55 y 0,71 euros por unidad, sin incluir IVA ni gastos de envío.
En versiones de 25 y 56 milímetros, la tienda Q-art! propone a sus clientes pedidos desde 50 a 1.000 unidades entre un precio de 20 a 350 euros. Internet agiliza los trámites de pedido, ya que el diseño se envía por internet en documentos con dominio .jpg y .tiff. Juan Diego Morada y la ilustradora Ana Muñiz gestionan esta tienda, que abrió sus puertas hace año y medio en León. “Pensábamos cubrir la demanda de grupos de música y otros colectivos, como asociaciones”, precisan.
Ambos coinciden con Miquel en que una de las ocasiones más recurrentes de pedido son las bodas o las despedidas de soltero: “Algún amigo de la pareja nos ha encargado hacer chapas con el careto de los novios”.
Este mes se celebra el primer aniversario de la exposición Chapas Always, iniciativa que tuvo su secuela el pasado mayo en Donostia, bajo la fórmula Te damos la chapa-Ziutateaz. El atractivo de este soporte sigue siendo el mismo (“es el mejor soporte publicitario”, según el crítico Eduardo Bravo) pero el canal de distribución ha cambiado sustancialmente desde que los punks las pusieran de moda, allá por los 70.
Aun siendo objeto de modas cíclicas, la chapa posee una serie de características que definen a sus adeptos. Bravo precisa que “no vende una marca o un producto; realmente anuncia a su portador”. Respecto a lo que se chapea, precisa que “los mensajes fracasarán si no son capaces de vincularse emocionalmente a su usuario”.
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