'Emmanuelle', de Audrey Diwan, el porno-soft más famoso del cine en versión filosófica
La nueva adaptación de la novela de Emmanuelle Arsan, película de inauguración del 72 Festival de San Sebastián, llega cuando se cumplen cincuenta años de la película que protagonizó Sylvia Kristel. El nuevo filme está protagonizado por Noémie Merlant.
Madrid-Actualizado a
La cineasta Audrey Diwan ha sorprendido al mundo entero con su nuevo proyecto. Nadie hubiera imaginado que la flamante ganadora del León de Oro en Venecia del pasado año con El acontecimiento, una adaptación al cine de la novela autobiográfica de Annie Ernaux, en la que narraba su experiencia de un aborto clandestino –cine crítico, profundamente feminista y con una potente carga de denuncia–, se iba a descolgar con otra adaptación en las antípodas de ésta, nada menos que la de Emmanuelle, el porno-soft más famoso del cine.
Ha pasado medio siglo desde el estreno de la película de Just Jaeckin, protagonizada por Sylvia Kristel, y 65 años desde que Emmanuelle Arsan –seudónimo de Marayat Bibidh– escribiera el libro. Hoy, aquel relato por momentos vergonzante, en el que la protagonista no era más que un sujeto sexual a disposición de unos cuantos personajes, se ha quedado en un cuento feo, machista y sexualmente muy inocente comparado con todos los trabajos con escenas de sexo explícito que han surgido después.
"Prolongar su fantasía"
Título de inauguración del 72 Festival de San Sebastián, la película de Diwan está protagonizada por Noémie Merlant, que interpreta un personaje muy diferente de aquel que marcó la vida y la carrera de Sylvia Kristel. "Yo estaba vestida, pero la gente me prefería desnuda. Me di cuenta de que al público le había afectado profundamente Emmanuelle y querían prolongar su fantasía", confesó la actriz en su autobiografía, en 2006.
Si en la película de 1974, Emmanuelle era la mujer desocupada de un diplomático francés en Bangkok, cincuenta años después es una profesional cualificada, que trabaja en una cadena de hoteles de súper lujo y que viaja a Hong Kong a revisar la bajada de ingreso de uno de los establecimientos. Allí, mientras busca una excusa para despedir a la directora del hotel, busca el placer sexual con diferentes encuentros y se obsesiona con un misterioso ejecutivo.
Patriarcado violento
"Quería contar la historia del camino de una mujer que no goza y su progresiva conquista del placer", ha dicho la directora. Autora con Rebecca Zlotowski del guion de la película, Audrey Diwan ha reconocido que cuando su productor le dio el libro de Arsan para que lo leyera, ella no había visto nunca entera la película de Jaeckin. "Tenía la sensación de que no se dirigía a mí".
Sin embargo, al leer el libro se sintió vinculada con la historia en algunos momentos. "El libro es más ambivalente que la película. Está tejido con un montón de ideas, vestigios de los años cincuenta, que hoy queman la retina. Patriarcado violento, colonialismo triunfante. Y al mismo tiempo, es una narrativa escrita por una mujer en primera persona. Su heroína es el sujeto de la misma más que el objeto, lo que no ocurre con la adaptación que se hizo posteriormente. Lo primero que me animó fue devolver a Emmanuelle el poder ser de nuevo el sujeto de la historia".
Reparación
Naomi Watts, Will Sharpe, Chacha Huang y Jamie Campbell Bower acompañan en el reparto a Noémie Merlant, que se pasea lánguidamente a lo largo de las casi dos horas de metraje del filme, buscando ese placer del que habla la cineasta y persiguiendo al enigmático cliente del hotel. En ese tiempo, poco hay de excitante o emocionante, más bien al contrario, la película es tediosa y, en algunas de sus decisiones, antigua.
La reparación que Audrey Diwan buscaba con esta revisión de la novela de Emmanuelle Arsan no se logra. Cierto que ya no es un relato creado para alimentar las fantasías sexuales de unos cuantos machirulos rijosos, pero tampoco es la gran historia de la conquista del placer y del gozo sexual femenino que se pretendía.
Reflexión sobre el erotismo
Sí consigue la película que se abran ciertos debates poco transitados en el cine. "La película es, ante todo, una larga discusión filosófica sobre el erotismo. El libro me hizo pensar que el erotismo es ante todo una cuestión de restricción", dice Diwan que, a partir de esta reflexión, se planteó su propia relación con la sexualidad, con el disfrute, "con mi deseo de liberarme de las normas que rigen la seducción y sexo". Además, la cineasta examina el sexo y el placer sexual en nuestro tiempo, en el que parece que el goce también está ligado a los imperativos del sistema capitalista, "en que tenemos que hacer que el goce sea rentable".
Un placer que, finalmente, su personaje encuentra. Y este orgasmo final se aparta del que proyecta habitualmente el cine, construido para reconfirmar el poder sexual del hombre. "La pornografía ha producido centenares de miles de imágenes de mujeres gritando. Aquí, yo quería, buscando la verdad, soltar finalmente un suspiro con el que sentir que habíamos escalado una especie de Everest para arrancar una flor".
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