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El enemigo está en casa

El historiador Tomás Llorens coloca a Carmen Cervera en el peor de sus papeles

P. H. R.

En el caso que se abre con la doble dimisión en el Museo Carmen Thyssen-Bornemisza de Málaga de sus dos máximas figuras histórico-artísticas, se abren algunos interrogantes que terminarán desvelándose: ¿Por qué Tomás Llorens aceptó formar parte del Patronato del Museo si él ya había declinado años antes asesorar a Carmen Cervera en la compra de la pintura costumbrista andaluza del siglo XIX y las relaciones con ella no atravesaban su mejor momento? ¿Por qué pensó en un organigrama que desmontaba el establecido en el Museo Thyssen-Bornemisza, para una pinacoteca que sería una réplica del de Madrid en la gestión? ¿No había previsto que el museo era una herramienta turística para el alcalde de Málaga, que afirmó el día de la presentación del mismo que 'la oferta de la cultura permitirá a la ciudad ser muy competitiva en conferencias y centro de cruceros'? ¿Por qué Carmen Cervera no le ha defendido? Llorens, de momento, prefiere no hacer públicas las respuestas.

El comunicado del Museo de Málaga dice que el compromiso de Llorens fue con los años de construcción del edificio y que su apoyo 'se extinguió en el momento de apertura de esta institución'. Algo difícil de creer cuando el propio Tomás Llorens (Castellón, 1936) ha estado ligado al Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid desde su instalación en el palacio de Villahermosa, en 1990, hasta que lo abandona en 2005. La gran perdedora de toda esta algarada previsible es la directora María López, especialista en pintura de siglo XIX.

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