Público
Público

Los ensayos bárbaros de un incrédulo

La editorial madrileña Círculo de Tiza recopila 47 ensayos del escritor mexicano de origen catalán en los que reflexiona sobre los males de la postmodernidad

El escritor mexicano Jordi Soler.- EFE

JUAN LOSA

MADRID.- "Quizá lo que busco es defenderme de la velocidad del siglo XXI, me parece que hay que batallar contra la velocidad, hay que detenerse a pensar y aprovechar todo lo que había en el mundo de ayer". Con esta franqueza el escritor Jordi Soler esgrime su particular paren que yo me bajo, un puñado de artículos recopilados por la editorial Círculo de Tiza bajo el título de Ensayos bárbaros. Una obra que ha ido desgranando en los últimos cinco años y en la que encontramos ecos de Henry David Thoreau, Tony Judt y Thomas Mann.

La voz de Soler es la de un tipo que trata de digerir lo que le rodea y que, entretanto, señala con lucidez lo que nos duele. La obsesión por la salud, la vacuidad del consumo, la incapacidad de aceptar al diferente son temas que sobrevuelan estos 47 textos que, de forma radical, se preguntan dónde y cuándo todo empezó a joderse.

La velocidad de lo cotidiano es una constante en estos ensayos. ¿Qué tiene usted contra nuestra forma de consumir el tiempo?

La velocidad a la que va la información parece que ocupa un espacio importante en la cabeza. Al final el cerebro es como un disco duro con una cantidad determinada de gigabytes, si consumes todo el tiempo tanta información a gran velocidad gastas todos los gigabytes y el pensamiento necesita un vacío, una zona de silencio. Sentarte a pensar es una actividad rara. Yo, por ejemplo, paso un tiempo pensando cada día antes de ponerme a escribir y cuando me ve algunos de mis hijos o mi mujer creen que estoy dormido. Así de inusual resulta el acto de pensar; estar sentado sin hacer otra cosa que presenciar esa tormenta interior. Digamos que hay que pararse a pensar, o al menos pararse, luego ya si piensas genial.

Pero usted reconoce ser usuario de esas nuevas tecnologías que contribuyen a moldear el tiempo hasta hacerlo irreconocible

Por supuesto, yo aprecio la velocidad, me meto de cabeza en Twitter un rato cada día, me gusta estar en contacto con mi madre que vive en otro país viéndola por Skype, es decir, me parece que este es el mejor momento del mundo. No suscribo esa idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor, precisamente por eso hay que mirarlo con recelo y con escepticismo.

Parece que una y otra vez se da de bruces contra una realidad que no le complace. ¿No teme convertirse en una suerte de cascarrabias de cara al lector?

En todo caso yo creo que soy un cascarrabias útil, los cascarrabias insoportables no te hacen ver nada, se quedan en el esto no tiene sentido. Ayer, Marcos Giralt decía durante la presentación en Barcelona que tengo una mirada enfadada de ciertos aspectos de la cotidianidad. Creo que en el fondo son reflexiones de alguien que se sienta a pensar, no es más que sentido común...

En su ensañamiento contra todo aquello que huele a postmoderno se ceba muy especialmente con esa obsesión por la salud tan de nuestro tiempo.

Es que la salud no puede ser un valor absoluto, uno se conserva saludable para poder vivir la vida, la salud es el margen que tienes para hacer otras cosas, no puedes estar saludable y después querer estar más saludable, esto es un poco ridículo. Llega un momento en el que si dices que no te has hecho una colonoscopia en los últimos tres años la gente te mira mal. Esa obsesión por la salud tiene que ver también con la corrección política.

También sobrevuela en su obra el tema de la inmigración y la incapacidad de los Estados para dar respuesta a una emergencia como la que vivimos en la actualidad. ¿Por qué nos cuesta tanto ser generosos?

Yo creo que el miedo al otro siempre ha existido y siempre existirá. Cuando te explican que precisamente estos refugiados sirios eran clase media y no las hordas bárbaras que la gente imagina, me sorprende por qué en países como España en los que hacen falta cerca de dos millones de personas para que no se vaya a pique la seguridad social, los Estados no nos convenzan utilizando este argumento.

¿Se trata simplemente de miedo al otro, al extraño?

Sin duda. Sobre todo en el primer mundo, porque tiene más que perder que los demás, es obvio que en Europa hay más que conservar. Es cierto que México fue generoso con los exiliados, no sólo con los españoles, también recibió a muchos judíos en su día, e incluso a Trotski cuando ningún país se quería hacer cargo de él. Creo que los gobiernos mexicanos en general siempre han tenido vocación de ayudar por medio de sus instituciones y servicios exteriores. Mi abuelo solía decir que el verdaderamente generoso había sido Lázaro Cárdenas, que luego hay mexicanos de todos los colores. Todavía hoy en Latinoamérica tendríamos que quitarle a los españoles el fantasma de Hernán Cortés. Hay mucha admiración y mucho retraso. Lo sé porque yo crecí como un niño español criado en una familia española y purgaba todo eso, representaba a Hernán Cortés en algunas ocasiones, imagínate qué ridiculez.

Europa se aleja de valores como la justicia social y la solidaridad, mientras que Latinoamérica ha sido capaz de poner en marcha en las últimas décadas gobiernos que consiguen dignificar estos conceptos. Parece que el futuro de la izquierda se teje en la periferia.

Cuando irrumpió Podemos en la escena política española, la mayoría de los analistas políticos se tiraron al cuello tachándolos de chavistas. A mí esto, sinceramente, me espeluznaba un poco, en especial cuando explicaban lo que entendían por chavista, no sólo en España, sino en toda Europa. Obviaban interesadamente toda esa parte positiva de Chávez, de la que quizá podríamos aprender algo, y se iban automáticamente a su época esperpéntica. Me parecía no sólo que estaban desinformando, sino también un poco peligroso porque hacen ver todo aquello como si fuera un continente bananero. En Latinoamérica ha habido experimentos de gobierno muy interesantes, otros desastrosos, en cualquier caso no hay que olvidar que se trata de un continente que está en formación, que está aprendiendo a gobernarse. Hemos tenido ejemplos impecables como el de Mujica, y otros lamentables como el PRI en México o los Kirchner.

También hace hincapié en sus textos en la importancia de la educación

Es que un pueblo al que no lo han educado bien no puede aspirar a ser un país muy sólido. Esto no solo pasa en España, sino en el mundo hispano en general. La educación ha sido secuestrada por los curas, con especial énfasis en España. Esto en Francia lo erradicaron en la época de Napoleón, donde un grupo de personas pensaron cómo educar y lograron poner en marcha un proyecto de educación laica basada en la duda metódica de Descartes. La educación francesa está basada en la duda, ellos educan escépticos. Si no hay un sistema educativo decente, si no educas a los líderes del futuro de una forma optima, luego nos topamos con los líderes que tenemos...

Hablando de líderes, ¿escuchó la reciente entrevista de Carlos Alsina a Mariano Rajoy en Onda Cero?

Sí, es increíble, ¡se quedó callado! Es impropio de un presidente... Por otro lado, ¿cómo un presidente puede ser monolingüe?, ¿qué va a negociar así en la UE si necesita que una chica le vaya traduciendo? Allí se negocia en los pasillos, creo que saber inglés debería ser un requisito mínimo.

Si sólo fuera el inglés, algunos incluso tienen un castellano muy limitado...

Los griegos distinguían entre los políticos simplemente inteligentes y los que podían hacer oratoria con su inteligencia, estaban sentados en sitios distintos. Los que valían eran aquellos que podían expresar sus clarividencia, porque una inteligencia que no es capaz de expresarse no sirve de nada.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?