Este artículo se publicó hace 14 años.
Gijón apuesta por el cine español de autor
Después de 16 años, el certamen asturiano, buque insignia de la producción independiente en nuestro país, programaen su sección oficial cuatro largometrajes nacionales de Borja Cobeaga, Jonás Trueba, Oliver Lax
¿El Festival de Gijón no programa cine español? Quizás fuera así en los últimos 16 años, cuando resultaba insólito encontrar títulos españoles en su sección oficial. Es cierto que el certamen ha tratado con mimo el cortometraje patrio, que ha programado a ciertos autores, como José María de Orbe, Pere Portabella y José Luis Guerín en su sección competitiva, y que en la sección Llendes se ha proyectado a muchos de los directores a los que hoy se reivindica dentro y fuera de España por sus propuestas de vanguardia (Isaki Lacuesta, Mercedes Álvarez, Pere Vila, Daniel Villamediana). Pero, hasta el momento, nunca ha premiado ni una cinta ni a un director nacional en su sección oficial. El llamado buque insignia del cine independiente había dejado de lado la producción nacional.
"Nosotros no aceptamos nunca bajar el nivel para acoger títulos españoles. Pero hoy hay una nueva generación de cineastas, verdaderos francotiradores, que hacen un cine de guerrilla con muy pocos medios y que son un referente muy cercano a la filosofía de nuestra programación", admite el director del certamen, José Luis Cienfuegos.
Cienfuegos: "Nunca aceptamos bajar el nivel para acoger títulos nacionales"
Como resultado, en la sección oficial del festival, que arranca mañana, hay cuatro películas españolas: Todas las canciones hablan de mí, ópera prima de Jonás Trueba; La mitad de Óscar, de Manuel Martín Cuenca; Todos vos sódes capitáns, de Oliver Laxe, y No controles, la última comedia de Borja Cobeaga (Pagafantas), que echará el cierre a nueve días de cine. Además, otros cuatro largometrajes podrán verse en secciones paralelas: La vida sublime, de Daniel Villamediana, competirá en la sección más experimental; Rellumes, mientras que Dispongo de barcos, de Juan Cavestany; Carne de neón, de Paco Cabezas, y Desconectados, de Manuel Gómez Pereira, compartirán espacio en la sección Esbilla, dedicada a las perlas de otros festivales.
"La selección ofrece un panorama muy rico y de muchos colores de lo que se está haciendo en España", apunta Cienfuegos. Y es que la comedia gamberra y pop de Borja Cobeaga poco tiene que ver con la propuesta de Oliver Laxe, una película que juega en los límites del documental y la ficción y que acompaña a un grupo de niños de un refugio social de Tánger en su aprendizaje cinematográfico.
A ambos la etiqueta de cine de autor les provoca urticaria. A Laxe, por principios: "Creo que los términos son peligrosos y nos encierran en regiones apartadas", apunta. A Cobeaga porque su vocación es directamente comercial: "Creo que me admiten en Gijón porque mis comedias tienen un punto melancólico, y eso es muy del cine de autor", dice irónico.
Sin concesionesEn efecto, el saco del cine de autor es amplio. "Lo veo como un cine con personalidad, una propuesta personal", concede Paco Cabezas, cuya Carne de neón fue uno de los filmes más aplaudidos en Sitges. "Necesité diez años para levantar esta película porque diferentes productores intentaban hacerla más amable. No hice concesiones y he hecho la película que quería", admite. Con un reparto que incluye a los populares Mario Casas y Blanca Suárez, el filme practica la mezcla de géneros: thriller, melodrama y comedia.
Juan Cavestany también ha sacado la máquina de mezclar géneros. El autor de obras de teatro como Urtain y Alejandro y Ana, y filmes como Gente de mala calidad ha confeccionado en Dispongo de barcos, además de un título evocador, un artefacto brillante, que es al tiempo un thriller deprimente, un filme existencialista y una comedia del absurdo que se rinde a la estructura ilógica del subconsciente.
"Mi sensación es que en momentos de crisis o se agudiza la imaginación o no hay salida. Eso es lo que está pasando. Y el público tiene un mayor acceso a los contenidos, y eso obliga a buscar nuevas formas". En su caso, y ante la falta de apoyos, Cavestany se lanzó a rodar por su cuenta, sin plan de producción, con amigos y una cámara HD casera. Y ni un euro de presupuesto.
Así es, todas ellas son películas pequeñas, hechas al margen de la industria, o bajo la muchas veces liberadora economía de medios. "Son películas pequeñas de esas que la Orden ministerial se ha intentado cargar", sostiene Martín Cuenca. "A mí la Orden me ha afectado directamente para La mitad de Óscar, al estar por debajo del millón de euros me he quedado fuera de la ayuda de amortización". El riesgo ha crecido pero aún así no se ha movido un ápice de su idea original: hacer un drama despojado sobre un tema tabú.
Para Jonás Trueba, que compite con una película amasada mirando hacia Truffaut y Eustache, hay ahora en España "un cine muy diverso, que se hace sin miedo, sin llorar y sin complejos. El cine español ha ganado en elasticidad", concluye. Gijón lo celebra.
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