Jonás Trueba, culpable de un "exceso de sinceridad" en 'Volveréis'
El cineasta está atrapado en la contradicción con su nueva película. Confiesa que con esta comedia sobre una pareja que prepara una fiesta por su separación, ganadora del premio a la mejor película europea en la Quincena de Realizadores de Cannes, está "sufriendo por su exceso de sinceridad".
Madrid-Actualizado a
Esta es la historia de una gran paradoja. Volveréis, la nueva película de Jonás Trueba, es una comedia no disimulada, por la que ha recibido las mejores críticas de su carrera y que ha ganado el Premio a la película europea en la Quincena de Realizadores de Cannes. Sin embargo, el cineasta confiesa que con esta película "he tenido mis sufrimientos". Dolores y angustias de un creador muy púdico ante un "exceso de sinceridad".
Escrita junto a los dos protagonistas -Itsaso Arana y Vito Sanz- y con el equipo habitual de su productora, Los Ilusos Films, Volveréis es en sí misma una paradoja y una película sobre la paradoja. Una pareja prepara una fiesta para celebrar su ruptura después de quince años. Ale y Alex son, además, pareja profesional. Ella es directora, él es actor y están terminando una película. La historia de la película dentro de la película y la de la pareja se va afinando en el proceso de guion.
Desde la discreción, sin alharacas ni trampas, Jonás Trueba se divierte y divierte mucho con este trabajo, un ejercicio que bebe tanto de Woody Allen como del cine francés o de las comedias clásicas americanas, y con el que arriesga reflexionando sobre la repetición -en el cine y en la vida- y sobre la búsqueda de la felicidad.
Enhorabuena por el premio en Cannes, ¿está satisfecho?
Parece que no está bien decirlo, pero he tenido mis sufrimientos con la peli.
¿Por qué?
Al final, cuando la sueltas, te quitas un peso y encima a la gente más o menos le gusta y la película va bien, y eso, pues claro, te alivia, pero no te quita tu sensación, que es más íntima.
¿Qué sensación?
La de que la película tenía un exceso de sinceridad. Además, Itsaso (Arana) me dice que no diga esto más, pero lo digo porque es la verdad, es que veo una película hecha por un director deprimido, que trata de unos deprimidos haciendo que no lo son.
Una pareja en crisis…
Eso es la gracia también, claro. De todo esto me he dado cuenta después, es una pareja que se pone en crisis y al final es una manera también de superarlo, ¿no? Hacer una película es ponerte en crisis también. Todo tiene que ver.
De hecho, en la película ya está esa mezcla: pareja, cine… Como en su propia vida, por otro lado.
Sí, la película también habla de eso, de cómo todo se mezcla y es divertido. Pero también a veces sufres con esa ambigüedad de tu propia vida, entre tu profesión, tu oficio, el amor, tu pareja, tus amigos… Y como nosotros en Los Ilusos lo hacemos así, no sé por qué nos ha salido a hacerlo así siempre, mezclando todo, es nuestra apuesta de vida y es nuestra apuesta de cine, pues tiene una parte que está muy bien, pero también tiene una parte que por momentos se hace bola.
Hay quien habla de esta película y dice que es una historia del final de un amor, pero…
…Sí, yo tampoco lo tengo tan claro eso del final del amor. ¿Te acuerdas de la de La pícara puritana (Leo McCarey, 1937)? Es un poco eso. Son películas que me gustan mucho porque desde el primer momento la pareja se pone en crisis, dice que se va a divorciar y tú lo que estás viendo es un poco lo contrario, estás viendo la complicidad que hay desde el primer momento. Es esa paradoja, que a mí me parecía divertida. La película se puede ver como una pareja tratando de estimularse y de mejorarse y de ponerse en duda.
¿No es, por otro lado, una película sobre la incertidumbre de la vida y sobre lo repetitivo que es vivir?
Sí. Totalmente. Me he dado cuenta después de que la película trata más de cómo seguir juntos, cómo necesitas restablecer el pacto de la vida, no solo del amor, también del oficio, con tus amigos, la pareja, el trabajo, todo… Todo eso se mezcla y tiene que ver con la repetición. A mí la repetición me encanta. Sé que la repetición, las rutinas tienen mala fama para mucha gente, pero a mí me gusta, lo anhelo, lo busco. La rutina es para muchos casi sinónimo de aburrimiento y de decadencia, para mí nunca lo ha sido. Pienso que la vida está hecha de eso, la vida es básicamente repetición. Nos pasamos los días diciendo muchas veces lo mismo a las mismas personas, a diferentes personas, y al mismo tiempo nunca es igual, nunca lo decimos igual. Hacer una película con eso me parece muy evidente, lógico. La repetición es el material principal de la vida, la repetición con variaciones, y esta película funciona un poco así.
¿Utiliza también la repetición aquí como una herramienta para reflexionar sobre el propio cine?
Sí. Me di cuenta de que esta cosa de repetir y repetir lo mismo y cada vez un poco distinto también es una manera de pensar el cine, que para mí es interesante. También aquí ves a dos actores haciendo la misma escena igual, pero nunca igual, que es una manera de reflexionar, además, sobre el oficio de la interpretación.
Los personajes son pareja y trabajan juntos, ¿es su manera de decir que los conflictos del cine son los mismos que los de la vida?
Esa era la idea. A veces se hacen demasiadas películas sobre el cine o con el cine y mi idea era algo distinto. Es decir, los personajes trabajan en el cine, pero en el fondo, con todas las especificidades y rarezas que puede tener el oficio de la actuación o de la dirección, hay algo que es de la vida misma. Es una reflexión sobre eso, trabajar en pareja y parejas del mismo oficio. Hay periodistas que viven con periodistas, abogados que viven con abogados, políticos que viven con políticos, obreros de la construcción, panaderos… no sé, casi es normal esa endogamia, con todo lo bueno y lo malo que tiene. Al final ponemos a dos del cine porque es lo que sentimos que conocemos mejor, pero a la vez queremos mostrarlo no desde el tópico del cine, de cómo se suele ver el cine, sino desde el tercer tiempo del cine, que es el del montaje, el más íntimo…
¿La pareja está construyendo la historia en el montaje al tiempo que construyen la historia de su vida?
Sí, al final es una película sobre el montaje. Intentamos siempre dar una forma a lo informe que es la vida. Cuando estás contando algo que le ha pasado a una amiga, por ejemplo, estás intentando construir un relato y darle un sentido. Cuando haces una película es igual, intentas encontrar un sentido a través de una forma. Y cuando haces películas o un cine como el que haremos nosotros, que está bastante pegado a la vida, pues tiene más sentido. Es precisamente eso, encontrar el sentido a nuestra vida a través de las películas.
Hay en la película muchas referencias, literarias, filosóficas… sobre la búsqueda de la felicidad. ¿La pregunta que deberíamos plantearnos es cómo podemos hacernos felices?
Como podemos hacernos felices a nosotros, bueno, es una muy buena pregunta para la que yo no tengo una respuesta. Yo encuentro felicidad en el cine, en las pelis, en los libros, en las canciones, en los amigos, en todas estas cosas que meto en mis películas. Las meto porque son las que a mí me hacen feliz, son las cosas que quieres compartir y con las que quieres construir.
Por cierto, que muchas de estas referencias las suelta su padre, Fernando Trueba, aquí actor.
Ojalá ahora empiece una carrera como actor europeo. ¿Te imaginas? Al mes de terminar el rodaje le llamaron de Francia. Me escribió una directora de casting francesa que le quería hacer una prueba para una película. Nos reímos muchísimo.
El guion está escrito por tres personas…
… Estábamos llegando a un punto hasta excesivo de vernos a nosotros mismos como posibles personajes de ficción. Reírnos un poco de nosotros mismos, hacer un poco la parodia, es también una manera sana de continuar en la vida.
Sí, es saludable, pero lo que usted llama exceso de sinceridad ¿no es también exceso de impudicia?
Eso es y ese es el gran tema para mí, porque soy al que más afecta, porque en el fondo yo soy súper pudoroso y un montón de veces me pregunto ¿por qué me meto? ¿por qué me hago esto a mí mismo? Yo soy pudoroso, soy tímido, no me quiero exponer, no quiero estar en el centro de atención, nunca he querido eso y no me va. Y a la vez digo, qué gran contradicción, porque hago películas y, además, luego me toca defenderlas. Tengo un conflicto grande con eso. Soy hiper pudoroso y, sin embargo, es verdad que hago un cine de intimidad, que me expone mucho y donde pongo muchas cosas mías, que me gustan. Truffaut, que para mí es un cineasta muy importante, te contagiaba esa idea del cine, de que tienes que hacer cine con lo tuyo, con lo que tienes, con lo que conoces. Pero es verdad que yo tengo esa duda permanente, tiendo a usar los propios materiales de mi vida porque quiero compartirlos y luego me pregunto por qué lo he hecho.
¿Y ha habido en la creación del guion choque de intimidades?
Claro, pero es que en el fondo siempre lo hemos hecho un poco así, mis anteriores películas han sido un poco lo mismo. Pero el verdadero choque es con mi propia contradicción, es poner un montón de elementos que para mí son importantes, muy cercanos, y luego sufrir por haber hecho eso. O sea, ahora me toca la penitencia. Me cuesta mucho disfrutar mis películas y tengo muchos pensamientos sobre el estreno, ¿y si no estrenamos la película? ¿la podríamos no estrenar?
Tiene un poco alma de teórico, probablemente lo lleva en los genes familiares.
Sé que los Trueba tenemos esa fama, sí. Es verdad que le doy vueltas a las cosas y me torturo mucho. Pero, por otro lado, el problema se genera porque también soy instintivo, intento hacer las películas un poco inconscientemente, o sea, yo las películas no las intelectualizo demasiado. Intento que salgan del corazón y de dentro, no les pongo filtros. Entonces, cuando llegas al montaje y acabas la peli, ahí tomas conciencia verdadera de lo que has hecho y luego te tienes que enfrentar a compartirlo y a mostrarlo al mundo.
¿Y esta película en ese proceso de montaje ha sido especialmente ardua en ese sentido?
Ha sido jodida, sí. Todas lo son un poco, porque es un momento de toma de conciencia. ¿Qué he hecho? ¿por qué he hecho esto? ¿qué quiere decir? También tengo la suerte de trabajar con Marta Velasco desde la primera película y el montaje nos gusta mucho. Cuando te dedicas al cine, el montaje es un lugar súper privilegiado, porque es el único sitio en el que te puedes permitir pensar. El montaje es muy íntimo, muy bonito, las cosas van a otra velocidad…
Hemos hablado de la paradoja antes, en realidad, ¿'Volveréis', no es precisamente una película de la paradoja?
La película es toda la gran paradoja, ahí es donde enlaza más con las comedias clásicas, que realmente funcionan por paradojas, como mucho otro cine que no es comedia. Recuerdo muchas veces a los alumnos hablarles de que el cine puede funcionar por paradoja, pero yo no lo hago y por una vez me ha salido naturalmente. Lo que más me ha gustado ha sido hacer una peli donde los personajes nunca están diciendo lo que se supone que tienen que decir, que van siempre a la contra, que es una manera de provocar al espectador, también con el anticonflicto, mientras el cine siempre está forzando el conflicto. Me encanta la idea de ir al revés.
¿Qué fue lo primero de esta película?
Yo le hice el traspaso a Isaki Lacuesta de Segundo premio. Después de estar trabajando mucho en ese proyecto, finalmente, tuve la suerte de poder pasárselo a un amigo que la consigue hacer. Y yo, mientras tanto, en vez de quedarme ahí atontado en mi casa, pues dije voy a hacer otra película y me puse e hice ésta. Surgió de un impulso casi inmediato de un resorte, de necesitar espantar mis fantasmas, mis miedos, y hacer algo rápido, con un aire más cómico y con una necesidad de reírme un poco también de mí mismo. Entonces digamos que la peli nació de una necesidad de hacer algo rápido, intuitivo, de pasármelo bien, de reírme un poco de mí, de juntarme de nuevo en mi ciudad, con mis amigos, mi equipo de siempre.
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