Este artículo se publicó hace 3 años.
Lara Izaguirre: "Hoy en día las mujeres del cine somos una piña súper poderosa"
'Nora', segundo largometraje de la cineasta, es una reivindicación de la vida en positivo, una mirada femenina inspiradora y serena que propone enterrar la toxicidad de las tendencias pesimistas. La protagonista, Ane Pikaza, hace un precioso trabajo e ilumina los territorios de sombra.
Madrid-
"También la vida es esto". La cineasta Lara Izagirre reivindica para sí misma el derecho a mirar el mundo en positivo y a contarlo así a los demás. Su segundo largometraje, Nora, es un ejercicio liberador, que oxigena tras tantos meses de pandemia y que propone construir desde cualquier situación y enterrar la toxicidad de las tendencias pesimistas que nos invaden. Una road movie aparentemente sencilla que, en realidad, viaja por territorios no siempre fáciles, a veces cruciales y muy vinculados al sentido de la mujer en la vida.
Ni cuidar a los mayores es una tragedia, ni tener que empezar una nueva vida cuando ha pasado el momento ideal de hacerlo es el mayor drama del mundo; ni siquiera la muerte, si es la que tiene que ser, tiene que vivirse como una fatalidad. Nora es una mirada femenina y en positivo, inspiradora y serena, que llega para revelarnos que todo lo que hoy está teñido de negro solo necesita un poco más de luz.
Protagonizada por Ane Pikaza, que hace un trabajo precioso y encaja perfectamente con el tono que busca la cineasta, la película cuenta la historia de una mujer de 30 años que no ha vivido lo que soñaba. Ha pasado tiempo cuidando a su abuelo, al que adora, y cuando éste muere, comienza un viaje en un viejo coche por la costa del País Vasco para llevar sus cenizas junto a las de su abuela. Es también su viaje a la vida, a la búsqueda y al descubrimiento, un recorrido donde se encuentra con otras mujeres que la ayudan y la enseñan, con la naturaleza de la que estaba alejada y consigo misma.
Esta película tiene mucho en común con el momento vital de la protagonista de su película anterior, 'Un otoño en Berlín', ¿de nuevo una mujer buscando?
Me interesan mucho las historias de las mujeres buscando, intentando encontrar su sitio, conviviendo con la realidad y con el mundo. Eso tienen en común las dos películas, la búsqueda. Son mujeres que no están del todo bien ni mal, están en plena búsqueda de algo, de la felicidad, la libertad…
Esta historia parte de una situación que toca especialmente a las mujeres, cuidar a los ancianos.
Sí, Nora tiene eso de lo que nos toca a las mujeres, los cuidados de los mayores, pero en ello no todo es un peso negativo, también hay cosas positivas. Cuando cuidamos a alguien, también recibimos algo a cambio. Y Nora puede terminar con las ataduras cuando su aitona (abuelo) muere. A las mujeres nos tocan cosas complicadas, pero todo no es blanco o negro.
Esta mujer se pone a prueba constantemente, ¿eso también nos toca siempre a las mujeres?
Nora se enfrenta por primera vez a muchas cosas sola, como conducir un coche viejo, que puede ser un reto, son pequeños retos todo el tiempo. Y todo le cuesta un esfuerzo. Nora consigue llegar a los sitios, pero no de la forma habitual, es como dar la vuelta al éxito, se trata de conseguirlos.
El éxito es uno de los temas de la película, ¿le interesa el concepto que se tiene de éxito y lo que afecta a las mujeres?
Sí. En la película hay una reflexión sobre qué es el éxito, cómo se llega a él y todo lo que cuesta el éxito social a las mujeres cuando no coincide con el profesional. Siempre estoy con eso en la cabeza.
'Nora' es una historia de sororidad, ¿así lo siente usted?
Esto es algo que salió de forma natural y de pronto me di cuenta de que había muchas mujeres en la historia, pero era algo que me salía al escribir. Me imaginaba a la mujer en la huerta, en la gasolinera… creo que hay mucha sororidad entre nosotras. Cuando una chica viaja sola, sentimos el impulso de echar una mano porque ya sabemos que no es una decisión fácil.
¿En el cine también existe esa sororidad?
Hoy en día las mujeres del cine somos una piña súper poderosa, estamos ahí para apoyarnos. Yo he acompañado a otras compañeras, técnicas, directoras… en sus trayectos y siento que todo lo bueno que les pasa es mío también. Tener esa red de compañeras ha sido y es esencial en mi trabajo. Ahora soy presidenta de (H)emen, la asociación de mujeres del sector audiovisual y artes escénicas del País Vasco, donde hay mujeres increíbles. Pero es que todas las asociaciones estamos muy unidas, hay relación entre todas. Antes cada una sufría de forma individual, ahora es algo colectivo y es un alivio y da mucha fuerza.
Caminando hacia lo positivo, lo mismo que su película…
Cuando estaba escribiendo el guion iba al cine y veía películas súper trágicas, muy intensas, y pensaba ¿cuándo veré una película bonita, que me vaya a casa con una sonrisa? Porque también eso es la vida. Así que creo que lo primero fue mi necesidad como espectadora de ver eso. Las críticas hablan de Nora como una película ligera, con un tono despectivo, pero, no, es algo completamente voluntario porque yo necesitaba un respiro. Luego vino el coronavirus y me sentí feliz de haber hecho esta película.
¿Esa reacción de cierta crítica la ha visto en otros sectores?
Sí, la película ha sido difícil de financiar precisamente por ese tono positivo. Los productores han quitado el valor a la sencillez y a la voluntad de contar una historia bonita, y yo creo que es muy valioso. Además, después de Un otoño sin Berlín, quería grabar en exteriores y sacar esa parte más alegre, me quedé con ganas de hacer otro tipo de película a nivel de energía. Creo que vivir las cosas por primera vez es muy cinematográfico… a veces uno llega a un sitio en el que se encuentra bien.
Eso es toda una revolución en esta sociedad obsesivamente pesimista ¿no?
Obsesivamente pesimista y hostil. Mientras que yo soy positiva y no me siento bien entre esa negatividad. Me sorprendía muchísimo cuando me lo decían los productores, ¿no me dejáis ni ser optimista en una película, en una ficción?
¿Cuánto hay de usted misma en Nora?
Ahora estoy descubriendo que hay algunas cosas. Por ejemplo, me siento muy cómoda con unas formas de hacer cine y muy incómoda con otras. Estoy buscando mi sitio de hacer cine desde mí misma, desde lo que yo quiero hacer. Es un debate que tengo conmigo misma todo el tiempo. ¿Qué pasa con la vida de las personas que hacemos cine? Sobre todo con las mujeres, ¿con las cineastas madres que igual tienen que irse cinco meses a rodar una serie? Este trabajo nos pone contrastes muy fuertes con la vida. Hace falta repensar qué es el audiovisual.
¿Ha encontrado alguna respuesta?
Hemos dedicado mucho tiempo a esta película y la hemos disfrutado. Se puede decir que es una película artesanal. Si sigo haciendo películas, quiero hacerlas así, de forma artesanal, con cariño y no con la sensación de que tengo que ir a trabajar. Quiero pensar que voy a vivir haciendo cine así, que es una forma de vida sostenible.
Bueno, todo es un aprendizaje, ¿no? Usted misma lo dice en su película.
Eso es. Si tuviera que decir, seriamente, qué dos cosas no dejaría de hacer, contestaría que a contar historias y a aprender.
Nora se encuentra con la naturaleza, ¿cuánto hay en ello de reivindicar el vínculo tradicional de la mujer con la naturaleza?
Mucho. Con la pandemia me he dado cuenta de que eso es lo más esencial, volver a conectarnos con la naturaleza y con el entorno, también con sus tiempos que no tienen nada que ver con la velocidad a la que vivimos nosotros. Para eso hicimos mucho trabajo sonoro. Al principio hay mucho ruido de personas, de vida, de pueblo, y luego en la naturaleza el sonido tampoco es del todo agradable, porque ella todavía no ha conectado con la naturaleza. La armonía llega hacia el final.
Usted terminó la película antes el confinamiento, ¿ahora la ve de otro modo?
Sí. Cuando vi lo que estaba pasando en las residencias, pensaba que esas personas eran abuelas y abuelos de mucha gente y sentí que no me parecía nada justo. La película da a las personas mayores un lugar justo y la muerte que tiene que ser. Así que me alegré de haber contado así la relación de Nora con su abuelo, para que nadie se olvide de qué es lo correcto. No convirtamos en personas de segunda a los mayores. Cuidar a los mayores es duro, pero nos da cosas muy importantes, las relaciones con ellos son muy importantes.
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