Este artículo se publicó hace 3 años.
'Mantícora', el sufrimiento de un hombre-monstruo
Carlos Vermut termina el rodaje de su cuarto largometraje, 'Mantícora', la historia de un monstruo real. Un hombre que lucha contra su propia oscuridad, los vínculos que creamos con individuos nocivos y destructivos y las relaciones con el mundo virtual estarán presentes en la película.
"El Mantícora tiene ojos azules y cara humana y su voz es mitad trompeta y mitad flauta. Es veloz como el viento, sus garras son retorcidas como sacacorchos y de su cola se erizan púas envenenadas. Le gusta alimentarse de carne humana..." Esta descripción que Salman Rushdie hizo en ‘Los versos satánicos’ serviría fielmente al propósito de Carlos Vermut con el personaje de su nueva película, Mantícora, un hombre-monstruo, devorador de hombres.
"La película habla de un monstruo real, de los que viven entre nosotros y que te puedes encontrar en el metro o en la cola de la panadería. Habla de su necesidad de amar y ser amado", explica el cineasta Carlos Vermut, que acaba de terminar el rodaje de la película. ‘Mantícora’, un trabajo, como los suyos anteriores, de atmósfera turbia y oscura, que bucea en realidades incómodas, en este caso, en los vínculos que establecemos con individuos nocivos y destructivos, y en las relaciones que crean ellos consigo mismos.
Obligado a convivir con su monstruosidad
"Hay gente que se enamora de monstruos, de personas manipuladoras, egoístas y que hacen daño", afirma Vermut, que en esta película presenta justamente una historia de amor entre el personaje mencionado y una joven. Él es Julián, un diseñador de videojuegos, y ella es Diana, una mujer que aparece de pronto en su vida y que significa para él una promesa de esperanza y felicidad. Ella es la posibilidad de librarse para siempre de la perversión que le acompaña y contra la que lleva toda su vida luchando.
"Julián es una persona cualquiera entre nosotros, un tipo que tiene que luchar contra la oscuridad. Él es un monstruo abominable y lo interesante es que pelea contra ello. Trabaja en videojuegos, él mismo crea monstruos, criaturas, y se ve obligado a convivir con su propia monstruosidad", dice el cineasta que explica que de ahí el título de la película, Mantícora, "alegoría a la monstruosidad. Monstruosidad con aspecto humano. Tiene atributos humanos, hay algo humano en ese monstruo".
Belleza en la oscuridad
Nacho Sánchez y Zoe Stein son los intérpretes protagonistas de la película, con la que Carlos Vermut vuelve a apostar a un todo o nada. Diseñador de historias vidriosas y sombrías, especialista en encontrar belleza y lirismo en esas oscuridades "para que haya paradojas tiene que haber oscuridad", en esta ocasión se salta, además, una de las reglas básicas del cine, la de conquistar la empatía del público para el personaje principal.
"El personaje de la película es alguien que genera rechazo, a mí también me lo genera. En eso es una película arriesgada, pero es la historia que tenía", confirma el director y guionista que, por si acaso, también aclara que "la película presenta lo que le ocurre a este hombre como algo malo y negativo". Aunque Julián luche contra ello, Vermut no intenta salvar a su personaje y ahí se salta otra de las normas más repetidas en el cine, la de no enjuiciar a los personajes.
Empatizar con el sufrimiento
Vermut ya ha hecho un juicio a su personaje, éste ya aparece ante los ojos del espectador como un monstruo, como un tipo marcado por una aberración. "No busco la empatía para el personaje, aunque creo que sí se puede empatizar con su sufrimiento". afirma el cineasta que sugiere que con un personaje así no se puede crear una relación amorosa convencional. "Es una relación ambigua, pero éste es un punto en el que me cuesta explicar la película, no debo contar más".
Sin riesgo de desvelar nada clave de la historia, sí se puede adelantar que el protagonista de Mantícora pertenece a esa clase de hombres-monstruo que son muy conscientes de su condición. "Depende mucho de las personas, las hay que son conscientes del daño que hacen y, desde luego, no todo es igual de grave, no es lo mismo el mal humor de alguien que una psicopatía. En este caso, en el caso de Julián, éste sí se considera un monstruo y lucha contra esa bestia. Pero hay otras personas que lo son y no se consideran a sí mismas monstruos".
Las cosas que parece que existen
Rodeados de seres abominables, con inclinaciones malvadas, no será difícil descubrir en la película de Vermut un reflejo de esa distorsión que existe en la vida cotidiana, así como de otros elementos cada vez más presentes en el día a día. Entre ellos, por supuesto, el mundo de los videojuegos, las pantallas, la no realidad… "La sobredosis de series, las plataformas… es el mundo de hoy y en la película sí hay algo de reflexión en torno a la forma en que nos acercamos poco a poco a lo virtual, a lo irreal. El mismo personaje es un modelador, un escultor de lo que no es real".
"La película hace esa reflexión sobre la saturación, sobre las cosas que parece que existen, pero que no existen", insiste Vermut, que añade, más allá de su película, "es que estamos en constante búsqueda de la perfección. En el cine cada vez buscamos una perfección más robótica en los actores, por ejemplo, como si las personas normales no interesaran".
Para la película, producida por BTeam Pictures y Aquí y Allí Films, Carlos Vermut ha trabajado con Alana Mejía González, que hace aquí su primer trabajo como directora de fotografía en un largometraje.
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