Ya no se comen helados como en las películas
De fresa o chocolate, de vainilla, tradicionales de Japón o súper 'ice-cream', el verano es un buen momento para repasar las secuencias con los helados del cine.
Madrid-Actualizado a
"Lo que me acaba de pasar. Estaba en Coppelia tomándome un helado y viene un tipo y se me sienta en la mesa. Un tipo raro" / "¿Un tipo raro?" / "Un maricón, chico" / "Y, ¿cómo tú sabias que era maricón?" / "Uno se da cuenta enseguida. Mira, había chocolate y pidió fresa". Se lo contaba David, un estudiante comunista y revolucionario de la Cuba castrista de 1979, a su camarada Miguel, y se refería a Diego, un tipo culto, simpático y homosexual. Los opuestos reunidos en torno a una copa de helado de Coppelia. Es uno de los helados legendarios del cine.
'Fresa y chocolate', la única película cubana que ha sido nominada a un Oscar
Vladimir Cruz y Jorge Perrugorría y los helados más famosos de Cuba, se encontraron en una de las películas más celebradas de Tomás Gutiérrez Alea Titón y Juan Carlos Tabío, Fresa y chocolate. Adaptación al cine del relato El lobo, el bosque y el hombre nuevo (1990), de Senel Paz. Esta historia tan hermosa, tan triste, tan emotiva y tan necesaria, ganó prácticamente todo: el Oso de Plata en Berlín (Mención Especial), el Goya a la mejor película extranjera de habla hispana, el premio a la mejor película en La Habana, el Hugo de Plata (Perugorría) en Chicago, el Premio Ondas… además fue la primera película cubana y hasta hoy la única nominada a un Oscar.
"Con permiso. No pude resistir la tentación. Me encanta la fresa", coqueteaba Diego con David sentado en una mesa del parque, mientras disfrutaba de su helado, donde había un pedazo de fruta: "Uy, hoy es mi día de suerte, encuentro maravillas". Milagros como esta película, con la que los cines españoles, por cierto, reabrieron sus puertas al cine latinoamericano, y el público descubrió a grandes cineastas e intérpretes que por entonces no llegaban a las salas.
Helados calientes
Todo lo contrario que los litros y litros de helado derramados por el cine de Hollywood que nos han llegado sin excepción… algunos de ellos, verdaderamente gloriosos. Estan y Ollie (Laurel y Hardy o, en España, El Gordo y el Flaco) la liaban bien gorda en El canelo (1931) cuando salían a buscar helado y volvían a casa con una mujer delincuente perseguida por la policía.
"¡Al rico helado! Helado de Tutti Frutti", gritaba Tony (Chico Marx) al lado de las taquillas de apuestas del hipódromo, donde intentaba vender al doctor Hackenbush (Groucho) los pronósticos con los ganadores de las carreras. "Eh, jefe. Jefe, venga aquí. ¿Quiere un pronóstico caliente?" / "No, acabo de comer. Además, no me gustan los helados calientes" / "Venga aquí, yo no vendo helados. Esto es un disfraz para engañar a la policía. Vendo pronósticos de caballos, con los de hoy no se puede perder. Un dólar, ¿eh?".
Helado de vainilla
Mucho menos divertida es la escena del helado de Kramer contra Kramer (Robert Benton, 1979). Ted Kramer, un odioso Dustin Hoffman, amenaza cruelmente a su hijo Billy. "Tú verás lo que haces, atrévete a probarlo y lo vas a pasar mal. Ya lo has oído, te aconsejo que no lo hagas, Billy". Billy lo hizo, probó el helado de vainilla. De nieve y zumo de fruta, un kakigori tradicional, era el helado que el presidente compraba a Chiyo en Memorias de una Geisha (Rob Marshall, 2005). Kevin (Macaulay Culkin) se pedía desde la habitación del Hotel Plaza de Nueva York un super ice-cream triple en Solo en casa 2 (Chris Columbus, 1992).
'Pequeña Miss Sunshin' y 'El resplandor', dos películas para ver este verano
De chocolate era el helado que Richard Hoover intentaba que su pequeña hija Olive no se comiera para no engordar, mientras el resto de su familia hacía lo contrario. "¿Alguien quiere comerse mi helado?" El tío, el abuelo, la madre y el hermano se lanzaban a la copa y ella entendía perfectamente el mensaje: "¡Esperen! ¡Alto! No os lo comáis todo". (Pequeña Miss Sunshine, Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006). Y de chocolate era también el que se zampaba el pequeño Danny en la inquietante conversación con Hallorann (El resplandor, Stanley Kubrick, 1980).
El helado más famoso del cine
Tom Hanks come helados a dos manos en Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), Rachel McAdams se lo restriega por la cara a Ryan Gosling en El diario de Noah (Nick Cassavetes, 2004), Renée Zellweger se atiborra de helado cuando está deprimida en El diario de Bridget Jones (Sharon Maguire, 2001) y Donna Reed celebraba con helado todo lo que quería a George en ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946).
Pero ninguno de ellos sabe tan bien como el helado más famoso del cine, el que se come la princesa Ann (Audrey Hepburn) en la Piazza di Spagna de Roma, después de haberse cortado la melena. Es un momento de pura felicidad, reflejado en la sonrisa de genuina dicha con que recibe a Joe Bradley (Gregory Peck). Gran pareja de Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953).
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