La película '20.000 especies de abejas', una representación luminosa de la infancia trans
La directora Estibaliz Urresola propone referentes en positivo de las personas trans y se cuestiona los mecanismos de construcción de género de lo femenino. Oso de Plata a la mejor interpretación en la Berlinale y ganadora en el Festival de Málaga
Madrid-
"Espero que tú, mi genio, Ekai, seas el último". Eran palabras de despedida del Elaxar Lersundi a su hijo, un adolescente trans de 16 años que se quitó la vida, incapaz de soportar más su situación. Su cuerpo estaba cambiando y el tratamiento hormonal que esperaba desde hacía más de un año nunca llegaba. Él también dejó una carta, un mensaje, a pesar de la tragedia luminoso, en el que expresaba el deseo de que los que vinieran tras él tuvieran un camino más fácil.
La directora y guionista Estibaliz Urresola, conmovida por las palabras de Ekai Lersundi, comenzó entonces, en 2018, a investigar acerca de las infancias trans. Su trabajo se materializó en 20.000 especies de abejas, una ópera prima de una extraordinaria sensibilidad, que propone una representación de las personas trans alejada de la que hasta ahora ha brindado el cine -de víctimas, marginación y dolor- y desde la que plantea un debate sobre los mecanismos de construcción de género en esta sociedad y sus consecuencias. Con este trabajo, Urresola se ha convertido en la primera cineasta española que ha competido por el Oso de Oro con una ópera prima.
Oso de Plata en Berlín a la mejor interpretación para su pequeña protagonista, Sofía Otero, y premios a la mejor película y mejor actriz secundaria (Patricia López Arnaiz) en Málaga, la película es, además de una reflexión sobre la situación de las niñas y niños trans, una llamada de atención sobre el número de suicidios entre adolescentes -el suicidio o la autolesión son la causa de ingreso hospitalario en el 66% de los jóvenes con disforia de género-, y un trabajo que se pregunta por lo que significa ser mujer hoy.
Las familias
"En los casos de menores no aceptados por su familia se producen hasta un 40% de intentos de suicidios en la edad adulta", puntualiza la cineasta, que aclara que no fue ésa la realidad de Ekai Lersundi, que siempre estuvo acompañado por sus padres. Por ello, son justamente las familias, y más concretamente, las mujeres las que protagonizan esta ficción, un relato en el que Estibaliz Urresola plasma perfectamente la idea central de esta historia. "Durante el proceso de investigación, en las entrevistas que hice a muchas madres y padres, una de las cosas que más me fascinó fue que muchos me dijeron que habían sido ellas, las familias, las que habían hecho el tránsito, no lo niños y niñas".
"Lo que se había transformado era su mirada, las niñas y niños siempre habían sido lo que eran, pero no habían sido mirados bien", añade la cineasta, que explica cómo en el proceso de casting, buscando a los menores para la película, se dio cuenta de que para ellos todo el asunto era mucho más natural que para los adultos. "Es una realidad que los pequeños más o menos conocen, porque no es raro que haya niños y niñas trans en sus colegios".
Violencia sutil
'20.000 especies de abejas' es la historia de una niña trans y ese proceso de aceptación por parte de su familia. Sus padres se están separando y su madre viaja en verano a la casa familiar en el pueblo. Allí, las mujeres de la vida de Cocó -quiere que la llamen Lucía- tendrán que enfrentarse a sus propios miedos y a todas sus dudas ante la demanda emocional de la pequeña.
La violencia sutil, pero constante, en los espacios públicos segregados, en el entorno familiar, en la expresión de género impuesta socialmente… desaparecen cuando Lucía se retira y comienza a pasar más tiempo con su tía abuela, una apicultora, que, probablemente, por su propia experiencia de pasado, escucha más y mejor que nadie a Lucía. Más luz y más sosiego acompañan a las imágenes a partir de este momento.
"La película empieza con un ritmo acelerado, un ritmo de ciudad y una velocidad que impide a la madre ver. Ella tiene a la niña delante, pero no la ve. Y eso tiene que ver con todo lo que nos pasa por encima que hace que a veces perdamos el vínculo con lo más valioso -dice Urresola-. La tía abuela, por vivir en soledad y con ritmos al margen de lo productivo, está más acostumbrada a la observación y ahí todo se empieza a relajar".
Nuevos referentes
Y a iluminarse, y la representación de esta niña trans es positiva, tierna y hermosa. "Era muy importante para mí aportar la luz. Hay que cambiar las narrativas que se hacen de los personajes trans, que siempre están ligados a estigmas, a situaciones de sufrimiento, de dolor, de violencia… Este colectivo tiene que poder encontrar en la pantalla referentes con los que querer identificarse", dice la directora, que añade: "Transitar la mirada es algo para lo que el cine tiene capacidad. Que las personas sean capaces de ver algo de una forma nueva, distinta a la que han accedido hasta ahora".
Y aquí, Estibaliz Urresola propone también miradas nuevas que provoquen reflexión y cuestionen la construcción de género de lo femenino. "Reuniendo a todas las mujeres de esta historia podía reflexionar sobre hasta qué punto la identidad de género de todas ellas ha afectado a su experiencia de vida y las ha limitado en cuanto a la libre vivencia de su persona, de su deseo profesional, de su deseo sentimental…"
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