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"La penitencia es la excusa de la cobardía"

El ensayista francés acaba con el martirio occidental: no somos culpables de las catástrofes 

GUILLAUME FOURMONT

Reconoce ser tímido y ajeno a las polémicas de intelectuales en la prensa, aunque cuando el francés Pascal Bruckner (París, 1948) publica nuevo libro, sus palabras se hacen incisivas y abren las puertas a la reflexión. Tras Lunas de Hiel, adaptado al cine por Roman Polanski, escribe ensayos que demuestran su gusto por ir a contracorriente de las ideas dominantes. En La tiranía de la penitencia (Ariel), Bruckner llama a los europeos a “dejar de vivir pidiendo perdón por sus pecados”.

¿Cree realmente que Europa vive en la tiranía
de la penitencia?
Si existe en el mundo una cultura que hace penitencia es la nuestra. Consideramos que Europa es culpable de los grandes crímenes de la humanidad –el imperialimo, el colonialismo y el nazismo– y que debe pasarse la vida pidiendo perdón. Europa padece de hipermnesia, el mal de no olvidar nada. En Francia, se utiliza la expresión deber de memoria para todo, como si tuviéramos que recordar todos los crímenes y sentirnos culpables.

Nos dicen que así el horror no se repetirá.
Sí, pero se confunde memoria con historia. A los historiadores les toca narrar los hechos, y ese es el mejor homenaje que podemos rendir a la gente que hemos explotado. No se debería hablar de un deber de memoria sino de un deber de historia.

Somos sociedades en las que poco importan los demás. ¿El individuo sufre la tiranía de la penitencia?
Se trata más de un movimiento colectivo que supone que, para abrirnos a los demás, hay que empezar por olvidar nuestra cultura. Pero nos equivocamos, porque para abrirse a los demás, primero hay que amarse a sí mismo. No podemos interesarnos por otras civilizaciones si ignoramos la nuestra o si damos de ella una imagen tan unilateral que se convierte en una caricatura.

¿Qué podemos hacer?
Necesitamos una visión menos simplista de la historia de Europa, y distinguir entre reconocer los crímenes y la penitencia. Una cosa es admitir que nuestra sociedad cometió crímenes, otra es echar la culpa a las nuevas generaciones, como en Alemania, donde existe un síndrome del nazismo. Por otra parte, no cabe olvidar que Europa también es una tierra de derechos, de libertades y de prosperidad.


¿El problema no sería la mala fe y no la penitencia?
La penitencia es la coartada de nuestra cobardía. Frente a regímenes que no son realmente parlamentarios como China o Rusia, los europeos eligen la conciliación. Sin las manifestaciones a favor de Tíbet, nadie se hubiera atrevido a criticar Pekín.

Tampoco se puede pretender la ingerencia...
La alternativa no es callarse o intervenir, sino callarse o afirmar una serie de valores y decir a algunos dirigentes que su política es insoportable. Algunos discursos bien dichos son mucho más efectivos que una amenaza militar. No hay que ser niños pequeños, sino una gran potencia. Pero Europa no lo es ni política ni militarmente.

¿Necesitamos cambios nivel individual?
Siempre es importante que la gente se movilice. El problema es que la democracia es aquel régimen que permite a sus ciudadanos desinteresarse de la democracia.

Dicen que es un intelectual neoconservador. ¿Qué opina de esa clasificación?
Es una pereza intelectual. Además, ¿por qué neo? No he cambiado nada en los últimos 25 años: soy convervador y siempre voté a la
izquierda.

¿Está bromeando?
No, ahora se puede ser conservador, progresista y socialdemócrata al mismo tiempo. Además, los intelectuales no han cambiado, la izquierda traicionó sus valores. La culpable es la inercia de la vieja izquierda, que no consigue renovarse.

En el libro compara la actitud de Europa con la de EEUU, arrogante para muchos. ¿No habría un camino intermedio?
Me encantaría tener el refinamiento y la civilización de Europa y el dinamismo estadounidense. En aquel país existe la esperanza de poder mejorar las cosas, mientras que Europa es pesimista. EEUU es un país más crítico de lo que se piensa. La prueba es la candidatura de Obama.

¿Qué aportará si gana?
Mucho, simbólicamente. En política, no se sabe porque su programa no está claro.Debería ganar a un McCain mayor y cansado.

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