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La pequeña siembra, la grande recoge
Los autores dan el salto a las editoriales multinacionales tras un éxito en un sello modesto. La cantera nutre a la industria
La escritora madrileña Mercedes Cebrián estuvo años enviando sus manuscritos a varias editoriales. Eran los inicios de este siglo y nadie parecía estar dispuesto a publicar los relatos y poemas de una autora desconocida. "Yo tampoco tenía mucha idea de cómo funcionaba la industria", cuenta a Público. Hasta que contactó con la escritora Belén Gopegui, quien le propuso enviar sus textos a la modesta Caballo de Troya, a cuyos mandos acababa de ponerse Constantino Bértolo. Tras algún tiempo de espera, le publicaron El malestar al alcance de todos. "A mí me entusiasmó el estilo y no lo dudé", recuerda Bértolo. Era el año 2004. Poco después llegó Mercado común (2006). Los dos libros fueron recibidos con excelentes críticas y el grupo Mondadori, al cual pertenece Caballo de Troya, no quiso perderla de vista. Hace unas semanas publicó su primera novela, La nueva taxidermia, esta vez ya bajo el paraguas grande de Mondadori.
Los escritores saben que no es fácil publicar en un gran sello, pero estos siempre están pendientes de lo que puede triunfar. Por eso sondean entre las pequeñas editoriales donde se cuece ahora mismo la novedad con tirón. "Nosotros buscamos todo lo posible y, de hecho, por eso creamos Caballo de Troya como cantera", afirma el editor de Mondadori, Claudio López Lamadrid.
La realidad remite a los años sesenta, cuando la pequeña era Anagrama
Una lista interminableEl salto de Cebrián no es el único en los últimos años. Ahí está el efecto de Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo, quien, tras armar un ruido considerable a raíz de su publicación en la humilde editorial barcelonesa Candaya, Alfaguara le hizo una oferta "irrechazable", según su editor Paco Robles, para rematar la trilogía. Este mes saldrá publicado su nuevo libro, El hacedor (de Borges). remake. A Mallo se unen Ricardo Menéndez Salmón, que tras publicar en la asturiana KRK en 1999, fichó por Seix Barral con La ofensa; Manuel Vilas, autor del "microsello" DVD que pasó a las filas de Alfaguara con Aire nuestro, y Elvira Navarro, que, como Cebrián, acabó en Mondadori, tras publicar con Caballo de Troya. La lista de los que empezaron en pequeñas y saltaron a una grande en los últimos años sería interminable: Javier Sebastián, Javier Pascual y Germán Sierra (todos en Mondadori) y Cristina Cerrada (Algaida).
El fenómeno continúa. Los últimos en subirse a los trenes de alta velocidad han sido Antonio Ortuño, cuyos aplaudidos cuentos se han publicado hasta la fecha en Páginas de Espuma, y que en junio sacará una novela con Mondadori; y Laia Fábregas (Barcelona, 1973), cuyo primer libro, La niña de los nueve dedos, fue publicado en El Aleph y ahora llegará a las librerías con Landen en Alfaguara.
Un autor nuevo puede vender 3.000 ejemplares en un gran sello
Esta situación recuerda a la que vivió la industria en los años sesenta y setenta. Era una época en la que las entonces medianas Anagrama y Tusquets eran las que publicaban a desconocidos como Juan Marsé y Francisco Umbral, "mientras que las grandes optaban por las traducciones de best-sellers", como señala Max Lacruz, hijo del ya fallecido Mario Lacruz, insigne editor de Seix Barral. Una vez que el escritor ya había hecho ruido con su primera novela, era cuando la editorial potente le ponía el dinero sobre la mesa.
Aquella realidad hoy es mucho más extrema debido a la polarización del mercado. "Antes no había tanta diferencia entre las editoriales grandes y las pequeñas. Y existían sellos medianos. No había una etapa intermedia por la que tuvieran que pasar los noveles", reconoce Constantino Bértolo, editor de Debate en los noventa. El editor de Periférica, Julián Rodríguez, apoya esta teoría: "Los autores de clase media han desaparecido. O vendes mucho o muy poco".
Al desaparecer esta franja que podía vender hasta 30.000 ejemplares, los grandes prefieren ahora pagar traducciones antes que lanzar a un escritor que no saben qué réditos les va a ofrecer. Sergio Gaspar, editor de DVD Ediciones, quizá la mejor cantera de jóvenes de los últimos años Miriam Reyes, Pablo García Casado, Roger Wolfe, Vicente Luis Mora, Elena Medel y Diego Doncel reconoce esta circunstancia: "Aunque tengas que pagar la traducción, al ser alguien ya descubierto, te aseguras unas ventas que con un novel no vas a obtener".
"Publicar a un novel junto a Philip Roth es una locura", dicen en Mondadori
Sin negocio no hay apuestaY es que no es sencillo mantenerse con una apuesta única por los noveles. Dos editoriales como Berenice y Lengua de Trapo tuvieron que cambiar su política editorial por superviviencia. Gaspar sabe de datos de ventas y sus réditos: "Un éxito de crítica en una microeditorial vende entre 500 y 1.000 ejemplares. Y cuando pasa a una grande puede llegar a los 3.000". Una nadería para una gran editorial que no empieza a negociar por menos de 10.000 ejemplares. "Hasta que no ven que hay negocio, una grande no va a apostar por alguien nuevo", afirma el editor Enrique Murillo, de Libros del Lince.
Desde las grandes no creen que el mensaje de la rentabilidad sea del todo cierto. "Nosotros somos los que más publicamos a autores nuevos", se defiende Claudio López Lamadrid. No obstante, también reconoce que "lanzar a un autor por primera vez al mismo tiempo que un Philiph Roth o un Salman Rushdie es una locura, ya que el espacio que tendrá en los medios ni se notará".
"El problema es que la industria se ha polarizado mucho", afirma Bértolo
El hecho de que editoriales pequeñas como Alpha Decay, DVD, Páginas de Espuma, Candaya, Caballo de Troya o Libros del Silencio sean hoy la cantera ha provocado que se conformen como el reducto que preserva la diversidad cultural. Con notables excepciones, como las novelas primerizas de Javier Pérez Andújar, publicadas en Tusquets, son ellas las que están proporcionando oportunidades para la poesía, el cuento, la novela experimental o las memorias ficticias. "Cuando yo empecé a enviar manuscritos no sabía qué editoriales estaban especializadas en géneros o eran más alternativas con sus propuestas. Ahora, al menos, los nuevos sí saben dónde pueden enviar textos más audaces", sostiene la escritora Mercedes Cebrián.
Con este planteamiento también coinciden Julián Rodríguez y el editor de Barril y Barral, Malcolm Otero, que dentro de unos meses pondrá en marcha una colección para autores noveles que escriban en español. Para el primero, descubridor del mexicano Yuri Herrera al que hoy se disputan varias editoriales grandes, "es evidente que el mercado desdeña los relatos, la novela corta y la experimental. Y eso es lo que a nosotros nos interesa. Nos gusta, por ejemplo, mezclar el ensayo y la narrativa. Estar en el límite de lo ensayístico".
Vuelta a casa"Los autores de clase media han desaparecido", señala Rodríguez
La atención que están poniendo las pequeñas en cuidar la bibliodiversidad también está provocando un efecto contrario: los escritores que empezaron en ellas y dieron el salto a las grandes están regresando a sus orígenes. Sergio Gaspar, de DVD, es consciente de este fenómeno: en marzo publicará El ciclista de Chernobil, de Javier Sebastián, autor en su nómina que fichó por Espasa para publicar Veinte semanas. "Esto sucede porque algunos autores no cumplen las expectativas comerciales, o bien porque los escritores siente nostalgia de la verdadera edición", explica Gaspar. En ningún caso lo hace por dinero, ya que el anticipo de las pequeñas nunca supera los 2.000 euros.
Desde Mondadori, López Lamadrid le resta importancia a estos vaivenes: "En estos momentos los autores se mueven entre todas las editoriales". La industria ya no se atiene a reglas fijas.
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