1.- Son buenos videojuegos

Esto es así. Es habitual que la prensa evalúe sus juegos con notable, al menos los “oficiales” (es decir, no los numerosos ‘spin off’ que han ido saliendo). El suyo es uno de esos casos en que las ventas y la calidad van de la mano. En plan doméstico, ‘Pokémon’ es uno de esos fenómenos millonarios al alcance de cualquiera porque todo el mundo ha oído hablar en algún momento de Pikachu y compañía. Técnicamente, sus videojuegos mezclan en un equilibrio prodigioso hallazgos de otros best seller como ‘The Legend of Zelda’ y ‘Final Fantasy’: hablamos de una aventura (larga) con elementos de rol, donde el coleccionismo y los combates son sus patas principales. Estéticamente no ofende a los jugadores adultos porque su estilo está muy ligado a la tradición ‘old school’ de Nintendo y para los nuevos, sus gráficos representan sus roles tan claros como podrían hacerlo los dibujos animados. 

Piensen en Mario: todo el mundo sabe cuál es el objetivo y cómo se maneja al fontanero, pero sus videojuegos incluyen desafíos de diferente intensidad. Quien busque un reto mayor puede encontrarlo intentando coleccionar todas las monedas, un salto perfecto para alcanzar una puerta, hallar un mundo oculto. En ‘Pokémon’, unos juegan su historia, pero otros querrán “hacerse con todos” y completarlo al 100%. Su desarrollo didáctico es ejemplar: enseña al jugador de forma dosificada, sin abrumarle de primeras con todo lo que esconde. 

Es el mejor secreto de Nintendo: fórmulas que enganchen a distintos públicos y conseguir que estos se sientan “únicos”, como si el juego estuviera hecho para ellos. Si los más pequeños encuentran en sus videojuegos una extensión de las aventuras que viven en la serie, los más exigentes se refugian en una jugabilidad depurada. Los nuevos encuentran un título accesible para novatos, los experimentados, uno en la mejor tradición de los juegos de rol japoneses. Y todos tienen la sensación de que son ellos los que descubren su camino.

Dentro del apartado anterior hay que prestar especial atención al hecho de que hay dos maneras de jugar a cualquier ‘Pokémon’. La primera es afrontarlo solo, de forma individual, recorriendo una historia que intenta empatizar con el jugador (que puede elegir si es chico o chica, su nombre y otros detalles personalizables). Y también se puede jugar de forma colectiva: ‘Pokémon’ fue pensado para que los jugadores pueden intercambiar sus criaturas y que luchen en combates para ver quién es el mejor en esto. Una manera de que el juego no termine nunca.

Salvando las distancias: EA saca un ‘FIFA’ y Konami un ‘Pro Evolution Soccer’ cada año. También hay un ‘Call of Duty’ y un ‘Need for Speed’. Y los juegos musicales, como ‘Guitar Hero’ o ‘Rock Band’ han hecho un arte de vender lo mismo cambiando sus canciones. Lo de ‘Pokémon’ es una explotación con todas sus letras, algo que ya muestra que cada juego salga en dos versiones, idénticas en su desarrollo pero que ofrecen diferentes criaturas: lo ideal para Nintendo y su departamento de marketing es que te hagas con los dos. Ha pasado de la Game Boy a la Nintendo DS y a la Wii, ha tenido ‘spin-off’ (‘Ranger’, ‘Pinball’, ‘Stadium’, ‘Snap’) y películas, además de un ‘merchandising’ muy mono, al estilo ‘Peanuts’.

Evolución con matices. No habría problemas en definir ‘Pokémon’ como un juego conservador. En estos años ha demostrado que le cuesta incorporar cambios, tanto profundos (su jugabilidad permanece inalterable) a estéticos (sus gráficos no han acompañado el salto tecnológico). Su argumento ni siquiera ha variado: ser el primero. Es un mensaje fácil de entender y loable. Las nuevas ediciones ‘Blanca’ y ‘Negra’ (que ya se ha convertido en el juego más rápidamente vendido en Japón) incorporan 150 nuevas criaturas y algunos de los cambios más profundos que ha sufrido la saga. Cada uno incorpora una región propia (el Bosque Blanco y la Ciudad Negra), gráficos más sofisticados, nuevos combates triples y combates rotatorios y, a nivel técnico, la comunicación por infrarrojos para combatir con otros.