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Rock contra la censura

El director Bahman Ghobadi presenta su última película, por la que es perseguido en su país

SARA BRITO

Aquello de llamar underground a la música que se hace al margen de las multinacionales es un recurso manido pero útil. En Irán, en cambio, eso del underground pasa a ser algo completamente literal: allí, los grupos tocan bajo tierra. Sótanos, cuartuchos de azoteas, hasta establos sirven de local de ensayo y conciertos a las más de 3.000 bandas que, según Bahman Ghobadi, pueblan Teherán. 'El Gobierno considera impura esta música', aseguró ayer el director kurdo-iraní. 'En Irán, el 90% de la cultura se hace y se consume en la clandestinidad'.

Bahman Ghobadi (Bahmen, Irán, 1969) conoce de primera mano lo que es crear toreando la censura del régimen de Ahmadineyad. Pero nunca como en Nadie sabe nada de gatos persas, el filme sobre la escena musical de Teherán que estrenará el 16 de abril, había llevado tan a rajatabla las normas no escritas del cine de guerrilla: sin permisos, con una cámara digital y un equipo escueto, el director rodó en tres semanas las peripecias de Negar y Ashkan, la pareja protagonista que recorre la escena subterránea de la ciudad en busca de un bajista, un batería y unos visados para irse de gira por Europa.

'Conocí a Negar y Ashkan 20 días antes de que abandonaran Irán. Así que escribí la película en dos días y la rodamos en 18', explicaba ayer. Su quinto largometraje es algo parecido a un documental dramatizado: 'Todo lo que sucede en la película es real, excepto el final', precisó.

El asunto ha tenido su precio: 'Puedo entrar a Irán, pero si lo hago, me encarcelarán', asegura quien ahora vive entre Alemania, EE UU y el Kurdistán iraquí, donde está preparando un festival de cine, un taller de posproducción y un rodaje. 'Tengo una maleta y cada cuatro días estoy en un sitio diferente', reconoce apesadumbrado. 'He abandonado mi casa y no estoy feliz por ello, pero no voy a permitir que me engañen', dijo refiriéndose a las autoridades iraníes.

El ganador de sendas Conchas de Oro por Las tortugas también vuelan (2004) y Media luna (2006) ha logrado que su filme se distribuya en el mercado pirata de Irán. Y que se vea mucho. 'Quería contestar a la censura y dejarle claro que si no me dejan exhibir mi película hay formas de que llegue a la gente', afirmó.

La amargura que destila el filme está atemperada por el humor que Ghobadi acostumbra a meter en su cine. En Nadie sabe nada de gatos persas, buena parte de esos guiños cómicos corren a cargo de Nader, el mánager desastroso de Negar y Ashkan. 'Como él, yo bromeo, frivolizo para sobrellevar los sinsabores, pero cuando me voy a la cama sólo me esperan las lágrimas', admitió.

Ghobadi hizo poco más que lamentarse y protestar del régimen de su país: 'Antes tenía cuidado con lo que decía por miedo a las represalias. Ya no. Mi mujer Roxana guionista de la película ha estado cinco meses en la cárcel, ya nada me parece que pueda ser peor'.

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