Saim Sadiq, director de 'Joyland': "En Pakistán ya no es un secreto que existan las personas trans y las queer"
'Ópera prima' del director, es la primera película pakistaní de la historia que ha estado a competición en Cannes. Fue preseleccionada para el Oscar y abrió un poderoso debate en el país, donde se prohibió en un primer momento.
Madrid-Actualizado a
Saim Sadiq, "un muchacho que nunca fue lo suficientemente hombre para una sociedad patriarcal", encontró en el cine el medio para entender su "propia existencia". Ahora, con su primer largometraje Joyland, se ha reafirmado en ella y ha derribado sin complejos los conceptos tradicionales de esa sociedad masculinizada. Y ha conseguido muchas más cosas. Joyland es la primera película pakistaní de la historia que ha estado en una sección a competición en el Festival de Cannes –donde ganó el Premio del Jurado de Un Certain Regard y la Queer Palm-, además estuvo preseleccionada para los Oscar y, lo más importante, ha conseguido que se debata la situación de las mujeres, de las personas trans y queer en su país.
Es la historia de Haider, hijo menor de una familia patriarcal en Lahore, que un día se une en secreto a una compañía teatral de danza erótica, donde se enamora de Biba, una mujer trans. Las consecuencias para él, para su mujer y el resto de la familia serán demoledoras. La masculinidad, la familia, la discriminación, la sociedad patriarcal, el deseo sexual, la representación femenina y del colectivo trans están en esta película, una obra política construida sobre el humanismo, la ternura y la empatía, que está haciendo mucho ruido y que ha abierto los ojos del mundo a una parte de la cultura pakistaní. Prohibida en un primer momento, con permiso para ser exhibida en la mitad de los estados del país, después, Joyland ha descubierto al mundo la importancia del colectivo trans en Pakistán.
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'Joyland' es una ópera prima muy valiente, ¿no tuvo dudas o miedo?
No. Empecé a escribir esta historia en 2015, era la historia que quería contar en esos años hasta que rodé ha cambiado el guion. Pero no la esencia de la historia, más bien la estructura. El primer germen de la idea que se me ocurrió fue tener una historia sobre un hombre, una mujer y una mujer trans.
¿Hacia dónde quería ir con esos tres personajes?
Con un hombre, una mujer y una mujer trans quería decodificar lo que el patriarcado hace a los seres humanos y a las relaciones humanas. Ellos me daban la oportunidad de explorar de manera integral. También creo que la existencia de una mujer trans en la película fue un gran estímulo para la historia, porque su misma existencia como ser humano desmantela todo lo que representa la familia tradicional.
¿Cuál es la situación de las personas trans en Pakistán?
Siempre han tenido mucha presencia y antes de la colonización de los británicos eran personas muy respetadas, a las que no se discriminaba como hoy. Pero después de la colonización, se criminalizó ser trans y ser gay en India y en Pakistán. Es una discriminación heredada. Pero las personas trans son un colectivo visible de nuestra sociedad. Hay asociaciones que luchan por sus derechos porque hoy se enfrentan a violencia y a muchas dificultades, pero estas personas saben cómo unirse y movilizarse. En el país se han aprobado leyes sobre sus derechos. Pakistán es uno de los pocos países del mundo que los reconoce como un tercer género y eso es algo importante, sobre todo en una sociedad conservadora.
¿Cuánto hay de su propia vida en esta película?
No es mi vida real, pero sí es mi vida emocional. Está todo lo que pienso y siento sobre la masculinidad, el deseo de mujeres y hombres, los Derechos Humanos, la situación de las mujeres y la desigualdad, entre otros. Las mujeres de mi familia fueron una fuente de inspiración, así como la propia investigación emocional sobre mí mismo.
Además de homenaje a las personas trans, la película también mira de forma especial a las mujeres ¿no?
Sí, porque las mujeres no son solo madres o trabajadoras domésticas, son personas con ambiciones profesionales y personales, con deseo, con sexualidad… Me parece que ésta es una representación muy necesaria en el cine y que debería contribuir a abrir un debate en la sociedad.
Una sociedad que todavía vive obsesionado con los hijos varones, ¿verdad?
Sí. Creo que en realidad eso sucede en todo el mundo, aunque tal vez un poco más en Pakistán o el sur de Asia, pero, sí, en mi país se mantiene esta obsesión por tener un hijo varón. El patriarcado funciona de tal manera que el legado de una familia solo podrá continuar a través de un niño, no de una niña. Siempre tuve esta idea en mente para la película, era una parte muy orgánica de la historia.
La película fue prohibida en Pakistán ¿cómo vivió esa prohibición?
Es mi primera película, así que no estábamos preparados. Hay y ha habido muchas películas que han sido prohibidas en la historia de Pakistán, no es poco común. Hay que enfrentarse a la censura, pero nosotros hicimos todo lo posible para trabajar dentro del sistema. La película pasó la junta de censura y fue aprobada. Nosotros estábamos muy felices promocionando la película y todo estaba listo para el estreno.
Pero una semana antes del lanzamiento, se le retiró el certificado a la película y fue muy duro. No lo procesamos emocionalmente de inmediato, porque necesitábamos que la película no fuera prohibida. Teníamos poco tiempo para cambiar la situación, seis días, así que simplemente entramos en modo de supervivencia e hicimos todo lo que pudimos, hicimos campaña en las redes sociales, hablamos con todos los contactos que teníamos con políticos para lograr deshacer la prohibición y lo conseguimos en la mitad del país. No se ha permitido en el estado en el que rodamos, por ejemplo, pero la película aún se proyecta en los cines dos meses después, en Karachi e Islamabad. Es ahora cuando estamos procesando lo que realmente pasó, fue angustioso.
¿Qué fue lo peor?
Fue muy, muy difícil, no solo por el hecho de que la película fuera prohibida, sino también por el odio que la acompañó. Recibimos amenazas de muerte en las redes sociales. Nos costaba mucho continuar, pero también se hizo más necesario seguir haciendo lo que estábamos haciendo.
Ahora el debate está en la calle y eso es una gran ayuda para las personas trans, queer y para las mujeres, ¿no?
Sí. El debate es necesario. Por primera vez se está hablando de la representación de personas trans o del deseo femenino, cosas de las que este país nunca hablaba. La controversia en torno a la película se hizo tan grande que esos temas se discutieron en todos los canales importantes de televisión. Y en todas partes, en la calles o en las fiestas hablaba la gente de ello. Eso fue muy bueno. La película se convirtió en algo muy politizado, lo cual también es bueno, porque, incluso si mucha gente no está de acuerdo con lo que contamos, al menos están hablando de ello. Y ese siempre es el primer paso. Ya no es un secreto que las personas trans existen, que existen personas queer, que las mujeres tienen deseo sexual…
Es una película política y ¿es una prueba de que se puede hacer cine político desde cierta ternura?
Sí y sí. Creo que cualquier película es política y yo era muy consciente de que esta película lo era, a pesar de estar muy orientada a los personajes y ser un drama humano tierno sobre una familia y con una historia de amor. Por supuesto yo no quería que los personajes fueran conscientes de ese fondo político. Pero ahí está el contexto de género, sexualidad o el deseo, asuntos muy políticos. La política de la película debería brillar, pero no de una forma muy obvia. Me siento feliz de que se entienda lo que dice la película sin que ningún personaje tenga que explicarlo.
¿Es un país como Pakistán, con una sociedad muy conservadora, los artistas y los intelectuales están casi obligados a ser también activistas?
No creo que tengan la obligación de ser activistas, pero hay algo de eso. Creo que si haces algo, honestamente, inevitablemente contribuirás al debate cultural, porque eso es lo que hace el arte. Cualquier tipo de arte es político y tiene la obligación de ser honesto. Pienso que es bueno tener un punto de vista, pero, sobre todo, ser lo más honesto posible y tratar de no predicar desde el arte. No creo que una película que predique sobre los derechos de las mujeres vaya a conseguir esos derechos de las mujeres, sin embargo, una película que muestra cómo las mujeres sufren bajo los sistemas conservadores creará, al menos, empatía en las personas que la vean.
¿La familia de la película representa a una familia normal en Pakistán?
Sí, lo hace. En mi familia, yo solía vivir con mi abuela. La familia de mi madre solía vivir en un barrio no muy lejos de donde rodamos, y eran tres hermanos y su hermana con sus hijos. Todos vivían en una especie de casa grande en la parte antigua de la ciudad. La gente se casa y se queda en la misma casa, donde ya están los padres. Ese tipo de vínculo familiar es mucho más cercano de lo que encuentras por ejemplo en Estados Unidos, pero también es más intrusivo. Es un sistema familiar donde todos controlan a todos un poco.
¿Y los espectáculos de danza erótica son tan habituales como usted muestra?
Oh, sí. Hay muchos teatros en todas las ciudades, pero particularmente en Lahore. Son entretenimiento de bajo perfil para las clases medias y existen por todas partes. Nosotros rodamos en un teatro real donde teníamos que terminar de trabajar todas las noches a las 22.00 horas para que se hiciera el espectáculo.
Ha escrito ahora un guion, adaptación de la novela 'Hotel on the Corner of Bitter and Sweet', de Jamie Ford. De nuevo, una historia de discriminación.
Es Segunda Guerra Mundial, EEUU, una historia de amor entre un inmigrante chino y un inmigrante japonés, adolescentes. Sí, es una historia sobre la discriminación, pero es que hay mucha discriminación contra ciertas minorías en los EEUU. También es una historia de amor.
¿Le interesan entonces más las historias humanas que un cine directamente social?
Sí, aunque, por supuesto, no creo que puedas divorciarte de lo social, no me gustan las películas que existen en el vacío. Así que pienso en qué sociedad están ubicados los personajes, para mí es importante el contexto, los problemas y valores sociales.
¿Cuál es hoy la situación del cine en Pakistán?
En Pakistán hubo una dictadura islámica a finales de los 80 y el cine colapsó por completo. En los 90 teníamos muy pocas películas y todos los cines empezaron a cerrar. Quedaron como 10 y unos 20 a principios de 2000. Ahora muchos cines han abierto de nuevo, hay un resurgimiento. En un buen año haremos unas 30 películas, la mayoría de ellas muy comerciales, pero siempre hay dos o tres muy bien hechas. Este último año ha sido muy bueno, con un par de películas muy taquilleras, con cine de diferentes géneros. Hubo una gran película de acción que funcionó increíblemente bien y luego Joyland, que ha sido la primera película en hacer muchas cosas a nivel internacional. Es el principio de una nueva ola.
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