Este artículo se publicó hace 3 años.
'Ted Lasso' no es solo una comedia sobre un optimista empedernido
Apple TV+ estrena este viernes la segunda temporada de una de esas series que apuestan por el buen rollo y cala en el espectador.
María José Arias
El aluvión de nominaciones a los Emmy que hace solo unos días cayó sobre Ted Lasso no es ni fruto de la casualidad ni de venir de un año, 2020, raro en muchos sentidos. La desarrollada por Bill Lawrence, Joe Kelly y Brendan Hunt fue una de las grandes sorpresas de la pasada temporada. Muy valorada entre los críticos, pero quizá con poco calado, al menos en España, entre los espectadores. El estreno de su segunda temporada parece un buen momento para reivindicar esta comedia protagonizada por Jason Sudeikis sobre un tipo con una filosofía de vida contagiosa.
El personaje de Lasso enarbola la bandera del optimismo
El personaje de Lasso enarbola la bandera del optimismo, se envuelve en ella y la agita en la cara de los cínicos. Aunque eso le suponga muchas veces ser centro de burlas y miradas de condescendencia. Él no se rinde ante la adversidad. Ni siquiera cuando es fichado desde su Estados Unidos natal para entrenar a un equipo de fútbol en Reino Unido sin saber nada de ese deporte extraño para él. Como mucho, si acaso, se hunde un poco sin llegar a regodearse. Lo justo para resurgir de nuevo con esa sonrisa perenne debajo de un bigote que parece de otra época. Como lo es él mismo. En un tiempo seriéfilo donde triunfan (nada que objetar) los antihéroes, Lasso es una rara avis, un ingenuo empeñado en dar lo mejor de sí mismo y ver lo mejor de cada uno.
Sin embargo, todo esto también puede jugar en su contra. Primero, porque quizá no todo el mundo esté por la labor (o más bien de humor) de ver una serie como esta. Segundo, porque se puede caer en el error de pensar, tras leer el párrafo anterior, que Ted Lasso es solo eso: la historia de un hombre de la escuela de Mr. Wonderful. No es así. Porque este título de Apple TV+ es más que optimismo, mensajes que suenan a consejos de autoayuda estampados en tazas y buenas palabras.
Lasso es tierno, amable, positivo, empático, algo ingenuo…, pero también tiene sus malos momentos y es capaz de dar un portazo, aunque sea flojo, y reprender a uno de sus jugadores por su actitud en el campo o el vestuario cuando considera que eso es lo mejor. Sudekis construye un personaje atípico en los tiempos que corren y quizá esa sea la razón de su éxito. Además, se rodea de una plantilla de secundarios carismática y que, pese a moverse dentro de los estereotipos, encajan a la perfección en esa coreografía de emociones que propone Ted Lasso.
Rebecca Welton (Hannah Waddingham) se ha convertido en presidenta del AFC Richmond, uno de los peores equipos de la Premier League, después de la traición de su rico esposo, del que quiere vengarse a toda costa. Para ello cuenta con la ayuda de su fiel asistente, Higgins (Jeremy Swift). Ella es quien ficha a Lasso como plan maestro para dar donde más le duele a su ex y el entrenador se lleva hasta la tierra del té y las pastas a su segundo, Beard (Brendan Hunt).
Allí hacen equipo con el utillero Nathan Shelley (Nick Mohammed) y deben enfrentarse a la rivalidad dentro y fuera del vestuario de la dos estrellas del equipo, el jovencísimo Jamie Tartt (Phil Dunster) y el veterano Roy Kent (Brett Goldstein). Pululando por ahí, entrando y saliendo del vestuario como ‘uno’ más, la modelo Keeley Jones (Juno Temple), novia de Tartt. Todos ellos conforman la familia de Ted Lasso. Juntos proponen y abordan temas como la inseguridad, los celos, el miedo, el dolor, la gloria, el fracaso, el paso del tiempo, la amistad, el amor, la traición…
Un humor de contrastes
Luego está el humor, ese humor alimentado por los contrastes. El principal reside en la forma de ser de Lasso y la del resto del mundo. Parece que no casan bien, que nunca van a encajar. Soltarle en la sala de prensa de un club de fútbol es como poner a un cervatillo en medio de una jaula de leones en el zoo. Y, aún así, sobrevive. No sin alguna que otra dentellada, pero lo consigue. Después está el choque de culturas: la británica y la estadounidense. Este no solo tiene que ver con lo poco que convence al protagonista ese ‘agua marrón’ o el carácter británico. Las diferencias idiomáticas, que son más de las que pueda percibir un angloparlante no nativo con nivel B1/B2, dan mucho juego en ese sentido. Palabras que se pronuncian de manera diferente con un acento u otro o términos desconocidos. Por no hablar de esas frases hechas o refranes que usa a veces Lasso y descolocan a su plantilla.
Por último, el contraste entre lo que los americanos llaman football y el soccer, que nada tienen que ver más allá de que son deportes con una pelota de por medio y que resulta ser una mina de desencuentros, chistes y bromas que funcionan. Fichar para un club de la Premier, cuna del fútbol, a un entrenador de ese fútbol americano que no entiende ni de penaltis ni de fueras de juego es una premisa divertida desde el guion. Cuando Lasso llega a Richmond se sorprende hasta por el hecho de que se pueda empatar un partido o que un equipo pueda descender de categoría.
Y precisamente ahí, en los empates y el descenso, es donde arranca una segunda temporada que promete ser tan buena como la primera. En ese primer episodio facilitado por Apple TV+ a los medios antes del estreno de este viernes se retoma la acción tras lo ocurrido en la primera tanda con una notable diferencia: las relaciones entre los personajes son sólidas y los puentes están tendidos. Ahora toca profundizar en otros temas que ya estaban antes y para los que se tiene más tiempo.
A tenor de lo visto en este calentamiento de temporada, va a ser muy interesante el camino de Lasso ahora que ya ha superado ser el nuevo, el raro. El reto es volver a la Premier en lo profesional y decidir qué rumbo toma en lo personal. Por delante tiene siete entregas más, dos menos en total que en la anterior tanda. Lasso, Rebecca, Roy, Keeley y los nuevos van a tener que pelear por decidir qué quieren realmente, qué merecen y qué harán para conseguirlo. De entrada, da la impresión de que están mucho más perdidos de lo que ellos creen y eso es material de primera para una serie de largo recorrido que nació de un personaje creado en 2013 en unos anuncios de la NBC para promocionar que tenían los derechos de emisión de la Premier League en Estados Unidos.
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