Este artículo se publicó hace 4 años.
SkyEn el Reino Unido de 'Cobra' el caos no lo trae el brexit, sino una tormenta solar
Sky estrena esta serie que mezcla el drama político con una historia de desastres naturales en seis episodios con Robert Carlyle como primer ministro británico.
María José Arias
Madrid-
El 10 de Downing Street tiene un inquilino conservador y el Reino Unido afronta una crisis que la aislará del resto del continente y, por extensión, del mundo. Al menos, temporalmente. Hasta que el país asuma su nueva situación y se reorganice para hacer frente a la amenaza que se les avecina y de la que llevan recibiendo avisos desde hace tiempo. No, no es el brexit, sino una tormenta solar que hará caer las comunicaciones y afectará al suministro eléctrico. Ese es el argumento de Cobra, serie que hoy estrena Sky en España y que toma su nombre del gabinete de crisis formado por los mejores expertos de la nación para lidiar con una situación como la que tienen entre manos.
Quien ejerce como primer ministro británico en esta ficción creada por Ben Richards (The Tunnel) responde al nombre de Robert Sutherland. Se trata de un hombre de carácter, capaz de hacer un chiste políticamente incorrecto y reprobable, padre de una universitaria y marido de una abogada. A él le da vida Robert Carlyle y esa es una de las mejores razones para entrar en una serie que plantea una realidad alternativa factible -una tormenta solar no es algo tan descabellado- de la que se pueden extraer algunos (tampoco muchos) paralelismos con la realidad.
Siguiendo con el reparto, punto fuerte de Cobra, Victoria Hamilton es Anna Marshall, esa mano derecha y consejera de Sutherland que pasea siempre con una carpeta y/o el teléfono móvil en la mano y que sabe cómo lidiar con los políticos más veteranos y machistas con mención especial para el Secretario de Interior Archie Glover-Morgan (David Haig). La tercera pata, interpretada por Richard Dormer, la sostiene el personaje de Fraser Walker, cabeza más visible de ese comité de expertos reunido de manera perenne para paliar los efectos secundarios de la tormenta solar.
Todos ellos deben unir sus conocimientos y recursos para afrontar las consecuencias de un desastre natural que no es del todo desconocido -ya ocurrió antes-, pero sí sus efectos -ahora el mundo depende más de la tecnología que hace unas pocas décadas-. La tormenta llega y lo hace regalando alguna que otra escena de acción como un avión en apuros, un puente y una autovía convertida en pista de aterrizaje forzoso. Cómo acaba queda para quien se asome a una serie en la que más allá de los problemas a nivel nacional -que son muchos- sus protagonistas deben afrontar los personales, quizá aún más complejos y de difícil resolución.
En ese saco, el de las crisis personales, entran una hija con un lío de drogas, una letrada que toma desiciones poco éticas, un ex al que se le perdió la pista que regresa para hacer tambalearse un matrimonio de hace años y algo más, la muerte de un padre, más hijos alejados, rivales políticos con el cuchillo afilado entre los dientes esperando el paso en falso que les haga adelantar un peldaño… y así uno tras otro. Porque, en medio de toda hecatombe nacional, por muy complicada que sea esta, siempre debe haber, además, problemas con nombre propio y dramas internos con los que lidiar para darle un plus de picante al guion.
Al final, con tanto ingrediente, la trama de Cobra es un poco una locura que hace convivir en un mismo episodio casi dos series distintas. Por un lado, toda esa parte más política que intenta emular a El Ala Oeste de la Casa Blanca con sus personajes hablando y hablando mientras no paran de recorrer pasillos. Por otro, la parte más centrada en la catástrofe natural. La historia salta de una a otra con resultados a veces previsibles pero con la capacidad de hacer que todo funcione. Incluso cuando aparecen las dudas sobre este o aquel aspecto que no encaja.
Tras dos primeros episodios vistos y a falta de los otros cuatro que componen la temporada, da la impresión de estar ante una de esas series que dentro del caos que propone la trama y del que lleva intrínseco la propia ficción esta logra convertirse en una entretenida de ver. Por Carlyle, Hamilton y Dormer, pero también porque alimenta esa sensación de querer saber qué ocurre al final y cómo este Reino Unido ficticio logra salir del barro en el que se encuentra. De lo que les sucede a sus compañeros de continente se escucha que en Francia están peor y no cesan de desviarles aviones y que llegará ayuda tecnológica de Alemania. De cómo ha afectado la tormenta solar a otras naciones, poco más. Su objetivo parece ser otro.
Decía Richards, creador de Cobra, en las notas pasadas por Sky a los medios que su objetivo era que "en una cultura en la que predomina la burla y el ridículo hacia la clase política, quería construir una historia en la que se mostraran como seres humanos reales y complejos que se enfrentan a asuntos de vida o muerte". Algo de eso se aprecia en los dos episodios facilitados a los medios antes de su estreno cuando se ve a ese primer ministro de Carlyle lidiando con el peso de sus decisiones y con las consecuencias humanizando a un político con el que no es fácil empatizar.
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