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La tragedia de 'Los hermanos Karamázov'

La obra del escritor Fiódor Dostoyevski y dirigida por Gerardo Vera se representa hasta el 10 de enero en el teatro Valle Inclán.

Juan Echanove es uno de los protagonistas de 'Los hermanos Karamázov'.

ALFONSO ÁLVAREZ-DARDET

MADRID.- Cuenta Gerardo Vera que el proyecto de dirigir Los hermanos Karamázov, la novela que escribió Fiódor Dostoyevski antes de morir, se hizo realidad cuando un día sentado en un café con el actor Juan Echanove vio aparecer en este “un brillo de inspiración en sus ojos”.

A partir de ese momento su amigo, con el que llevaba tiempo buscando un objetivo común, empezó el camino de acercamiento a la psique de Fiódor Karamázov, uno de los personajes más crueles y despiadados que han salido de la pluma del escritor ruso. Desde entonces se fueron sumando al elenco otros actores en estado de gracia como son: Óscar de la Fuente, Fernando Gil, Marcos Marín, Antonio Medina, Antonia Paso, Marta Poveda, Lucía Quintana, Chema Ruiz, Ferrán Vilajosana, Eugenio Villota y Abel Vitón.

Con semejante elenco no es raro que esta obra, que se estrena hoy en el Teatro Valle Inclán de Madrid y estará hasta el 10 de enero, genere tanta expectación. Es una de las funciones más esperadas de la temporada y además, el regreso a casa de quien fue director del CDN entre 2004 y 2011. “Era impensable plantearme hacer esta obra en aquella época porque para comprender a Dostoievski hay que emplearse en cuerpo y alma, con toda la energía”, explica Vera en un texto entregado a los periodistas y en el que relata lo que les contó a los actores antes de empezar a ensayar las escenas.

En Los hermanos Karamázov se condensan los temas que preocuparon a Dostoievski en los últimos años de su vida: el odio, la avaricia, la maldad… Sentimientos destructivos que, quizás, fueron motivados por la pronta muerte de su hijo Alekséy de epilepsia a los tres años, enfermedad que heredó de su padre. El autor, que tardó dos años en construir la novela murió a los pocos meses de su publicación.

En la obra, Fiódor Pávlovich Karamázov es un borracho, jugador, histriónico, y malhablado que había acumulado dinero de manera oscura. Queda retratado como una especie de terrateniente del pueblo, payaso y poco inteligente, aunque no tanto como para no haberse enriquecido. Todos los hijos le guardan rencor, sobre todo dos de ellos, que serán los que blanden la espada contra el yugo dominador de su progenitor. En definitiva, representa el mal y la inmoralidad. Para Dostoyevski es el ejemplo de la necesidad que tiene el hombre de una figura como Dios que de orden moral a la vida.

Uno de los problemas a la hora de enfrentarse a una obra de Dostoyevski es la extensión de sus libros. Esta tarea de poda le ha correspondido al periodista José Luis Collado. Ha condensado cerca de 700 páginas en un texto de 80. “Todo lo referente a la familia Karamázov queda en el texto, que mantiene la peripecia dramática del libro. La sintonía con la novela es absoluta”, asegura Vera.

Más de tres horas en el escenario

La obra dura más de tres horas y está dividida en dos partes con una pausa de diez minutos. El espacio elegido es “simple, pero multiusos” ya que está constantemente transformándose para generar todas las atmósferas. “La obra es un monumento para el ciudadano idiotizado de hoy, con poca formación. Es para tomar conciencia del mundo. Creo que a la función va a acudir todo tipo de público y espero que este no salga de la misma forma que entre”, opina el director quien augura cierto grado de conmoción por parte del respetable, aunque esta “dure un telediario”.

Con tanto actor de nombre, y un elenco tan extenso, no es de extrañar que durante los ensayos hubiesen tenido lugar algunos episodios relacionados con el ego. Vera asegura que no solo no es el caso, sino que “con la edad este se convierte en un plus que te ayuda”. De la misma forma piensa la actriz Marta Poveda, cuyo personaje es Grúshenka, una mujer polaca abandonada por su marido y que se enamora de uno de los hijos de Fiódor. “Todos los actores son de oficio, obreros del teatro. "Somos guardianes. Somos muy conscientes de que nuestros personajes son al 100% lo que recibimos del otro”, concluye también Juan Echanove.

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