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Estreno

'Unicorn Wars', los ositos fanáticos y sanguinarios del Campamento Corazón

Una imagen de la brigada de los ositos en 'Unicorn Wars'.
El cineasta Alberto Vázquez. Cedida por Barton Films

Hablamos con el cineasta e ilustrador Alberto Vázquez, que firma una de las películas más arriesgadas del cine español, una espléndida y audaz alegoría sobre la esencia del mal, protagonizada por unos ositos muy bestias dispuestos a exterminar a todos los unicornios.

"Campamento Corazón: honor, dolor y mimos". Es el lema a la entrada del cuartel en el que adiestran a un grupo de ositos novatos para ir a la guerra contra los unicornios. Todo lo que se podría esperar que fuera a pasar a partir de aquí es una pura suposición que, además, no se va a cumplir, porque los 'dulces' ositos son unos bestias adoctrinados por un cura siniestro para los que "unicornio bueno es unicornio muerto". Van a correr ríos de sangre.

Unicorn Wars, la nueva película de Alberto Vázquez, es una fábula sobre la esencia del mal, el origen de las guerras y los enfrentamientos entre hermanos. Valiente y excepcional, no solo por el tono radical de la propuesta, sino también por ser una película de animación en un país donde esto es casi un ejercicio de fe. Chelo Loureiro, Iván Miñambres y Nicolas Schmerkin son los productores de esta alegoría feroz, que ha tardado seis años en completarse.

Un trabajo artístico sobresaliente, una música impecable y unos personajes que quedarán en el recuerdo –atención al osito Azulín metamorfoseado hacia el final en una especie de espeluznante Millán Astray– participan de esta historia de terror, guerra, comedia y drama con muchos elementos del fantástico. Estrenada en el Festival de Annecy, el certamen de animación más importante en el mundo, ha participado en decenas de festivales internacionales y acaba de proyectarse en Sitges.

¿Podría decirse que esta es una película que habla de la esencia del mal y del enfrentamiento entre los hombres, incluso entre hermanos?

Sí, es así. Es una película sobre una guerra mitológica entre unicornios y ositos, y otra guerra entre dos hermanos por el amor de la madre, porque en las familias también hay guerras muy cruentas. Y estas dos guerras se entrecruzan. Es una película que habla de trauma, de dolor, de tristeza, de sentirse poco queridos y todo dentro de una guerra mitológica que nos recuerda un poco al Antiguo Testamento. Una mezcla de todas estas cosas, película de género bélico, película de género fantástico y todo pasado por mi universo.

Nada en la película es lo que parece. Los ositos que relacionamos con cariño y dulzura son sanguinarios. ¿Es una manera de hablar de la manipulación de la opinión pública, de cómo se crean ideas y noticias falsas?

Totalmente, la película es una alegoría, una fábula sobre la guerra y el control de la sociedad. La sociedad de los ositos es una sociedad muy militarizada y muy religiosa que considera a los unicornios un demonio a exterminar y que cree que el bosque le pertenece por derecho divino. Y es una sociedad que controla su propio relato, controlan a la opinión pública. Ocurre en todas las guerras, en la de ahora en Ucrania. Cuando estaba escribiendo el guion nunca pensé que pudiera haber ahora una guerra de invasión como ésta, siempre pensé que las guerras iban a ser tecnológicas o económicas. El que controla a la opinión pública, controla la guerra, lo estamos viendo hoy en ambos bandos.

Una ilustración de la guerra de los ositos contra los unicornios.
Una ilustración de la guerra de los ositos contra los unicornios. Cedida por Barton Films

Hay un empeño especial en subrayar los contrastes tanto en el contenido de la historia como en la apariencia...

Es una historia de contrastes, sí, en la apariencia y en el fondo. Los osos parecen muy dulces, los unicornios parecen seres más oscuros, pero al final se ve que todo esto es un relato construido. Es una especie de lucha entre el bien y el mal, entre el hombre y la mujer. Los ositos son todos masculinos, mientras que los unicornios y los animales del bosque son femeninos. Es una historia del poder destructivo del hombre frente al poder sanador de la mujer.

Su anterior película, 'Psiconautas', era muy oscura. Ésta es muy bestia, ¿le gusta bordear los límites o es que cree que es necesario hacerlo para contar ciertas cosas?

Creo que las dos cosas. Me interesa provocar, pero no por provocar, sino provocar emociones, sentimientos... me gusta que las películas que dejen algo, independientemente de que sean mejores o peores. Hay películas imperfectas que son maravillosas porque siempre te acordarás de una de sus escenas o de algún personaje. Y al contrario. Siempre intento ir más por lo primero. Hacer algo diferente. Para mí es importante que la película se entiendan, esté bien narrada, que tengan ritmo, pero también es importante que tenga algo artístico.

Es verdad que esta es una propuesta que se sale un poco de la línea de lo que se hace en el mundo de la animación, hay pocas películas así, a lo mejor algún anime en Japón. Mi ambición es dejar poso, películas que puedan ser recordadas, aunque no sea toda la película o aunque solo sea por algo que te provoca rechazo.

Entrada a Campamento Corazón.
Entrada a Campamento Corazón. Cedida por Barton Films

¿Cree que el público español, que identifica animación con cine infantil, se va a sorprender con su película?

Bueno, es que es justamente una reivindicación de que el cine de animación es cine, un medio para contar historia, y se pueden hacer películas adultas, infantiles, dramas, documentales... Es una forma de cine más, no algo que está englobado en un nicho. Desde la animación se puede hablar de cualquier temática. Sí es cierto que esta película juega con iconos de la infancia, ositos y unicornios, es un poco iconoclasta en ese sentido, pero es que a mí me gusta trabajar con animales antropomorfos porque son universales, no tienen un tiempo ni un lugar, pertenecen a todas las culturas. Si ves esta película, no sabes de qué país es. Está como en un limbo, entroncada en un mundo de cuento y alegoría y cualquier persona se puede sentir identificada.

Un mundo en el que los ositos siguen la doctrina de una religión, ¿quería señalar la implicación de los fanatismos religiosos en las guerras?

Una guerra mezclada con religión es mucho más peligrosa. Y debo decir que me interesa la religión como fascinación y como arte, pero también como herramienta de control. Nosotros venimos de una tradición ultra católica, pero fuera de España cuando ven la película les llama la atención esa fijación por la religión. Pero también es porque me interesa el mito, las profecías y sobre todo el Antiguo Testamento, con ese Dios tan cruel. Hay algo de fascinación y también de crítica.

Un lema de la película es "tener fe significa no querer saber la verdad". ¿Es uno de los males de hoy, una de las razones del crecimiento de los movimientos ultras?

Totalmente, los movimientos ultras aparecen cuando no se quiere ver la razón y ese es uno de los males actuales y uno de los más peligrosos para la sociedad y para la libertad.

Como en el cortometraje que hizo antes, 'Sangre de unicornio', aquí hay una denuncia del 'bullying', ¿es un tema que le interesa de una forma especial?

El cineasta Alberto Vázquez.
El cineasta Alberto Vázquez. Cedida por Barton Films

Me interesa cómo dos personas en un mismo entorno social, económico y político pueden ser tan diferentes y cómo las relaciones pueden ser de dependencia. Los hermanos ositos de esta historia se aman y se odian. Por supuesto que el bullying me interesa como temática actual y sobre todo hoy que con las redes sociales ha llegado a otro nivel.

En la película se ha utilizado animación tradicional y animación 3D, ¿por qué?

Esta es una película con un presupuesto limitado, mucho menor que el que tienen en otros países, y teníamos un problema con los unicornios. En la escena de la batalla hay 40-50 unicornios en plano y animar de manera tradicional eso era bastante complejo, por eso empleamos el 3D, pero luego los tratamos para que pareciera animación 2D. Pintados de negro a mano le metemos sombras, luces. Ha sido por economizar, pero creo que da un carácter gráfico a la película y un punto misterioso a los personajes. No queríamos que los unicornios se viesen ridículos como si fueran personajes de Disney, por eso se mueven como animales, como caballos y no mueven la boca al hablar. Le da un punto de seriedad que nos gustaba.

Hablando de los personajes, el osito Azulín hacia el final recuerda mucho a Millán Astray.

Es un poco Millán Astray y también es un poco Darth Vader, un personaje que oculta su rostro y que al final la maldad se ha apoderad de él. Pero Millán Astray también, otro grandísimo villano. Grandes villanos de la historia.

"El mal se apodera de él", ¿quiere decir que no cree que los hombres nacen malos?

No sé, porque Azulín ya tiene envidia de su hermano desde que nace, incluso en el vientre materno, evidentemente esto es fantasía. No sé, pero creo que el mal se hace, no nace, que es algo cultural más que genético.

Volviendo a los contrastes, se ve mucho en la utilización de los colores.

Sí, yo como ilustrador que soy, me gusta que los colores sean narrativos, simbólicos y expresivos, que cuenten, que vayan con la historia. Al principio todo es rosa y fucsia, pero a medida que los personajes se adentran en el bosque y la historia se va oscureciendo, los colores se van desaturando, con más frío y oscuridad. Luego hay contrastes, por ejemplo, momentos duros con colores más inocentes.

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