Público
Público

Bielsa desmonta a Hitzfeld

La ambición de Chile tumba a la defensiva Suiza, que jugó una hora con diez

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

Marcelo Bielsa y Ottmar Hitzfeld representan dos de las múltiples caras del poliédrico fútbol. Los seleccionadores de Chile y Suiza diseccionan al detalle cada ángulo del balón, desarrollan sus teorías y ofrecen al mundo dos propuestas equidistantes. Velocidad imaginativa frente a orden rígido y exacerbado. Del choque de ambos conceptos surgió ayer un partido intenso, emocionante, con mil caras y un solo resultado: la alegría chilena venció a la seriedad helvética.

Más allá del tópico, el ritmo suizo es el de un reloj en mitad de la noche. Un tic, tac constante y machacón que primero te descompone, te desvela, y finalmente, una vez acostumbrado, te mece hasta dormirte. El grupo de Hitzfeld sorprendió a España y ayer desarmó a Chile mientras ambos estuvieron de igual a igual.

Meditabundo y sentado en un extremo del banquillo, Bielsa escrutaba la plúmbea maquinaria helvética en busca de la solución al cortocircuito provocado por el orden militar del rival. La rigidez suiza -otro tópico real-, ralentizó la viveza chilena hasta borrarla del mapa. Y cuando no les alcanza la táctica, los centroeuropeos recurren a la dureza. No rehuyen un choque, rara vez encogen la pierna y, si llega el caso, bordean la ilegalidad. De ahí la reiteración de Behrami en los manotazos consecutivos a Beausejour y Vidal durante la jugada que, a la media hora, provocó su expulsión y cambió el signo del choque.

Sin embargo, el corsé de Hitzfeld es tan macizo que apenas vibra cuando pierde una de sus once piezas. Su mecanismo es tan primitivo y simple que basta con retocar un par de posiciones, juntar las líneas y disfrazar de gesta, por la inferioridad numérica, el cerrojazo de toda la vida.

La solución fue válida hasta que Bielsa, apodado el Loco, hizo lo más cuerdo: aprovechó el descanso para poner en cancha a Valdivia y a Mark González. Sus sobrenombres, Mago y Speedy, describen mejor que mil adjetivos las intenciones del técnico argentino. Creatividad y rapidez para sortear la alambrada suiza.

Sobrado de recursos, Chile halló el punto débil en la banda derecha de la defensa helvética. Cuando Hitzfeld quiso taponar el agujero sacando a Barnetta, la vía de agua ya inundaba el área de Benaglio, una de las interesantes excepciones en las dubitativas porterías del Mundial. Varias intervenciones del guardameta suizo amenazaron con desdibujar la valentía chilena, pero el gol de González hizo justicia y fijó en 559 minutos el récord de imbatibilidad durante un Mundial. Suiza, que no recibía un gol desde Estados Unidos 1994 (cuando Begiristain firmó el 3-0 de España), desbanca a Italia (550 minutos).

CHILE: Bravo; Isla, Ponce, Medel, Jara; Vidal (Mark González, min.46), Carmona, Fernández (Paredes, min.65), Sánchez, Beausejour y Suazo (Valdivia, min.46).

SUIZA: Benaglio; Lichtsteiner, Grichting, Von Bergen, Ziegler; Behrami, Inler, Huggel, Fernandes (Bunjaku, min.77); Frei (Barnetta, min.42) y Nkufo (Derdiyok, min.68).

GOLES: 1-0, min.75. Mark González.

ÁRBITRO: Khalil Al Ghamdi (ARA). Amonestó a Suazo (min.2), Carmona (min.22), Ponce (min.25), Mati Fernández (min.60), Medel (min.61) y Valdivia (min.90), de Chile, y a Nkufo (min.18), Barnetta (min.48) e Inler (min.60), de Suiza. Expulsó al suizo Behrami por roja directa en el minuto 31.

ESTADIO: Nelson Mandela en Puerto Elisabeth. 34.872 espectadores.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?