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Compaginar las botas de fútbol con la bata blanca

Artrosis, meniscos rotos, hombres a la pata coja…, son las consecuencias de practicar un deporte como el del balompie explicadas por tres médicos que fueron futbolistas profesionales y en el caso de Diego Cervero todavía lo es. "La medicina es más dura que el fútbol", coinciden.

Carlos Ruiz, con su bata, y una imagen suya celebrando un gol.

ALFREDO VARONA

MADRID.- "La medicina es más dura que el fútbol. Juegas con la vida y con la calidad de vida de las personas mientras que el fútbol es sólo una ilusión, una alegría menor en nuestras vidas", explica Diego Cervero, actual delantero del Oviedo, que terminó en solo siete años la carrera de Medicina. "Me levantaba pronto y me acostaba tarde para estudiar. Iba a prácticas de ocho a diez por las mañanas y luego a entrenar. Y, por supuesto, en mis veranos no existían vacaciones".

Alberto López Moreno: "Tienes que jugar a defenderte, porque la gente te pide que hagas diagnósticos a pie de campo, y no se dan cuenta de que somos médicos, no somos adivinos"

Una rutina que Alberto López Moreno, que fue delantero del Valladolid y del Racing en los noventa, conoce de sobra. "A las ocho de la mañana, cuando coincidimos en el Racing, Pablo Alfaro y yo íbamos juntos a clase de cirugía". Hoy, a los 48 años, es jefe de los servicios médicos del Valladolid, donde no sabe decir qué es más duro, si el fútbol o la Medicina. "Para mí, un partido era terrible. Me lo tomaba a la tremenda. No salía de casa. Pero la Medicina también puede ser muy dura cuando no van bien las cosas. La primera pregunta que te hacen cuando un jugador se lesiona no es como está, sino cuando se va a recuperar. Tienes que jugar a defenderte, porque la gente te pide que hagas diagnósticos a pie de campo, y no se dan cuenta de que somos médicos, no somos adivinos".

Carlos Ruiz: "De 15,30 a 21,00 horas me iba a la biblioteca casi todos los días. Quería algo más que el fútbol y tenía que luchar por ello"

Carlos Ruiz, de 66 años, que aún ejerce la Medicina del Deporte en su consulta de Las Arenas, también fue futbolista. Jugó en el gran Athletic de Bilbao en los setenta, donde fue Pichichi la temporada 1974-75. "El fútbol me ayudó a pagarme la carrera. Me permitió decirles a mis padres, 'despreocuparos de mí', lo que en una familia como la mía, de diez hermanos, resultó muy importante".

Alberto López Moreno.

A pesar de ser un futbolista notable de la época ("tenía gol y el gol siempre se valora"), Carlos se sometió a una fabulosa disciplina para terminar la carrera en diez años. "De 15,30 a 21,00 horas me iba a la biblioteca casi todos los días. Quería algo más que el fútbol y tenía que luchar por ello. Y luego siempre digo que los libros, con los desplazamientos de los fines de semana, me salieron viajeros". Una cosa que explica que cualquiera de estos tres hombres, como el famoso central Pablo Alfaro (hoy, entrenador del Marbella) o Óscar Celada (médico de la selección), sean casi excepcionales en el gremio de futbolistas, en el que apenas se reconocen médicos.

Estrés brutal en el césped

"Yo soy médico de vocación", explica Diego Cervero en Oviedo. "Soy hijo y nieto de médicos". Carlos, sin embargo, no. Él empezó en la escuela de Ingeniería, "pero no era lo mío. Prefería la Medicina. Tenía ese sentimiento de poder hacer algo por los demás". Un compromiso que Alberto también admitió: "Terminé la carrera cuatro años antes de retirarme del fútbol". Hoy, admite que su vida actual no tiene nada que ver con la de ayer. "Realmente, uno no sabe cómo comparar ambas vidas", explica.

"De médico estoy bastante más ocupado, pero de futbolista me pasaba todo el día pensando en los partidos"

"No sabe ni siquiera si tienen comparación, porque de médico estoy bastante más ocupado, pero de futbolista me pasaba todo el día pensando en los partidos". Diego Cervero no ejercerá hasta que deje el fútbol. "Estoy haciendo un Master de Nutrición y Diétetica aplicada al deporte y lo máximo que trabajé fue durante tres meses haciendo reconocimientos médicos". Pero en su horizonte de futuro está ejercer la Medicina. "Me preparo todos los días para eso". Y lo que no cree es que en un campo de fútbol se aprenda Medicina. "No, en el campo a lo máximo se aprende de heridas". En ese sentido no cree que él juegue con ventaja respecto a sus compañeros o a sus rivales. "Hoy en día, todos los futbolistas estamos muy bien asesorados".

Diego Cervero: "El fútbol, al nivel que lo practicamos nosotros, es perjudicial. Todo exceso es malo"

La dureza del fútbol sale con los años. "En el césped un jugador está sometido a un estrés brutal, caderas, rodillas, tobillos….", explica Alberto, que pone su propio ejemplo. "El fútbol me dejó el tobillo derecho destrozado, artrosico perdido por esguinces de repetición". A los 31 años, Diego Cervero no llega a eso. "Pero sé que el fútbol, al nivel que lo practicamos nosotros, es perjudicial. Todo exceso es malo".

Diego Cervero.

Carlos también lo acusa. "El precio que yo pagué por ser futbolista fue el de perder los cuatro meniscos de las rodillas". Pero aun así nunca se arrugó. "En el campo me olvidaba de los libros de medicina. No fui nunca un delantero agresivo. No me enseñaron más de dos tarjetas amarillas en toda mi vida. Pero lo que no hacía era arrugarme ante los defensas de la época, entre otras cosas porque así te hacías de respetar. Yo pertenezco a una época en la que entrar en el área era muy peligroso".

Cervero: "Yo vi cómo a un compañero de equipo se le separaba el fémur de la tibia y el peroné en un partido y tuvo que dejar el fútbol"

Diego Cervero no diría que las rodillas no están hechas para jugar al fútbol. "Pero si reivindico que el fútbol es un deporte de mucho riesgo. En un campo yo he llegado a ver la lesión del motorista contra el quitamiedos, la de mi compañero Juan Luis. Me quedó a un metro. Lo viví en primera persona. Vi como se le separaba el fémur de la tibia y el peroné y tuvo que dejar el fútbol".

Alberto no se sorprende, porque las lesiones forman parte de su día a día en el Valladolid. "Siempre digo que cuánto menos se sepa del médico del equipo de fútbol, mejor van las cosas. Pero es difícil, porque si uno se da cuenta de las noticias deportivas el 30 o 40% están relacionadas con las lesiones". Quizá porque las lesiones forman parte de la memoria genética del fútbol. De ahí que los futbolistas deban aprender a defenderse como hace Carlos, a los 66 años, en Bilbao.

"Tengo artrosis y, para paliarlo, debo cuidarme, hacer las mismas cosas que recomiendo a mis pacientes, no coger peso corporal o hacer bicicleta para que las rodillas no acusen los impactos", explica Carlos. "Así he conseguido vivir sin dolor". Alberto sabe que no es fácil. "Hasta el año pasado, seguía jugando al fútbol con los veteranos, porque lo necesitaba. Pero debía hacerlo a la pata coja. Así que estaba cansado de escuchar, 'médico, pide el cambio'".

Diego Cervero todavía no se imagina eso.  "Tengo 31 años y aún me queda vida en el fútbol". Una vida en la que los médicos siempre se enfrentarán a una pregunta irreversible, el dopaje, que Alberto responde como nadie al recordar a Vicente Cantatore, uno de sus entrenadores en Valladolid. "Don Vicente, que sabía que yo estudiaba Medicina, siempre me preguntaba: 'a ver, Alberto, ¿qué pastilla hay para meter un gol por encima de la barrera?' Y ni yo ni nadie sabíamos contestarle".

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