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Un fumador en el Bernabéu

El delantero del Manchester City, Balotelli, el hombre al que Mourinho tachó de 'inmanejable', desespera a Mancini, entre otras cosas, por su afición al tabaco

ALFREDO VARONA

Es posible que Mourinho vuelva a recordar esta noche aquella frase que dijo de Mario Balotelli cuando coincidieron en el Inter. 'Es inmanejable'. Sin embargo, Roberto Mancini, el técnico del Manchester City, la tiene entre sus oraciones. 'Cuánta razón llevaba Mourinho', dijo una vez después de una derrota en el Emirates frente al Arsenal en la que Balotelli se autoexpulsó. 'Mi trabajo con él ha terminado, y no es que sea mal muchacho. Pero estoy cansado de ver como desperdicia su talento'. Mancini fue un extremo extraordinario, que hizo una delantera inolvidable en la Sampdoria de Vujadin Boskov. Entonces ya se parecía al entrenador que ahora es y que se autodefine a sí mismo como 'un chulo, porque voy en contra de los que mandan'. De futbolista, ya anticipaba ese mal carácter. 'Cuando no me llegaban balones, me cabreaba'. Por eso alguna vez dice que como jugador se asemeja a Ibrahimovic. 'Yo también era de los que tocaban los cojones a los rivales'.

A los 40 años, Mancini ya era entrenador del Inter, donde aguantó siete temporadas y superó el récord de Trappatoni e impregnó al equipo del optimismo que le caracteriza. 'Aprendí a ser así gracias a Boskov'. Pero seguramente hay algo que le diferencia de Boskov, que era un hombre moderado, y muy poco teatral en sus aspavientos, todo lo contrario que Mancini, que acepta la chulería como compañera de viaje. Cuida su imagen como un actor e, incluso, se hizo operar las bolsas de los ojos, pero no sólo es por eso. 'Soy un chulo, porque me gusta decir la verdad', acepta a los 48 años, después de tres temporadas en el Manchester City donde, sin embargo, hay un futbolista que le supera: Mario Balotelli. Parece increíble que esto le pase a Mancini, que presume de una ventaja como entrenador de la que apenas puede presumir Mourinho. 'He sido futbolista, y se nota en la confianza que me dan los jugadores. Tardo nada en entender sus virtudes y sus defectos'.

Sin embargo, Balotelli, el hombre que Mourinho calificó de 'inmanejable', es otra historia que no logra localizar Mancini, un hombre que jamás probó un cigarrillo en su época de jugador en la Samopdoria, donde aprendió de mitos vivientes como Cerezo, Briegel o Vierchowood. Balotelli, sin embargo, es otra cosa. Acepta su condición de fumador con lo mal visto que está eso en el fútbol moderno. Quizá en otras épocas no, pero en una sociedad como la actual, que combate a los fumadores, ¿qué clase de publicidad es esta para el Manchester City? 'Yo ya le he pedido que vaya a un especialista', insiste Mancini, 'que pueda ayudarle a dejarlo'. Incluso, los médicos del club han tratado de asustarle al insinuarle que los numerosos problemas que ha tenido en la vista (alergias, conjuntivitis...) eran debidas al tabaco. Pero el pasado verano, antes de operarse de la miopía, volvieron a aparecer fotografías públicas de Balotelli fumando en una discoteca de la localidad francesa de Saint Tropez. Al parecer, lo máximo que ha logrado es reducir a cinco el consumo diario de cigarrillos.

La publicidad de Balotelli nunca será la más beneficiosa. Al menos, mientras sea futbolista y mantenga esa dependencia. Pero otra pregunta bien diferente es hasta qué punto le perjudica el tabaco en el césped. En la última Eurocopa, superó por velocidad a Hummels y Badstuber, los dos defensas de Alemania, que son dos prodigios físicos. En la misma Premier, ese ejemplo suele repetirse cada fin de semana, aunque a Mancini, el entrenador, no le parezca suficiente. Siempre le dice que 'debe cambiar su comportamiento' y que hay jugadores, con tanto talento como el suyo, que se perdieron 'en dos o tres años'. Balotelli aún es muy joven, sólo tiene 22 años lo que no sólo le permite fumar y recuperar muy rápido, también prolongar la fiesta hasta las tantas de la madrugada, como hizo este último fin de semana, junto al boxeador Amir Khan, tras jugar frente al Stoke City.

La defensa de Balotelli es que él es uno más de la historia de futbolistas que han triunfado siendo fumadores. Por eso Armando Ufarte, ex futbolista y ex entrenador (de hecho, fue uno de los ayudantes de Luis Aragonés en la Eurocopa 2008), dice que son aficiones compatibles. 'Yo tuve la suerte de no probar un cigarro en mi vida, pero en mi época de jugador conviví con muchos que fumaban como Gerson, uno de los grandes mitos de la selección brasileña, en el Flamengo. De hecho, él fumaba desde los 16 años'. Así que Ufarte no sabe hasta qué punto el tabaco limita al futbolista. 'No puede ser bueno, porque los médicos, que son los que más saben, dicen que no lo es'. Pero un ejemplo de velocidad parecido al de Balotelli fue Paolo Futre en el Atlético de hace dos décadas. 'Desde niño fui un fumador controlado', acepta. 'Doce cigarrillos los martes, diez los miércoles, ocho los jueves, seis los viernes, cuatro los sábados y uno los domingos después de comer'.

Pero, eso sí, Futre jamás fumó delante del presidente Jesús Gil ('sólo una vez y fue celebrando un título'), lo que da una idea de lo que este vicio significa para los futbolistas. Ha habido muchos. Algunos tan emblemáticos como Cruyff, Di Stéfano, Luis Aragonés, Prosinecki, Garrincha y hasta el fallecido Socrates. Balotelli, por lo tanto, no es una excepción y Mancini lo sabe. Sin embargo, el hecho de imaginarle con un cigarrillo en los labios le pone de los nervios, pero 'el problema es que luego logra goles importantes'. Así que tal vez su única alternativa sea la resignación como le pasó al entrenador David Vidal con el fabuloso Mágico González en el Cádiz. 'Mágico fumaba, y un día le dije: ‘Jorge, si no le das más de 20 toques a un paquete de tabaco, lo dejas, y si no, te dejare yo en paz... Le dio más de 20 toques y yo me tuve que dar media vuelta e irme'.

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