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Iniesta también juega en Italia

El último pase de la 'azurra' es de Cassano, el futbolista que se reformó a tiempo

ALFREDO VARONA

 'Vas a terminar mal', le dijo su primo Franco cuando Antonio Cassano (Bari, 1982) aún jugaba en el Real Madrid y le hizo reflexionar como casi nunca lo había hecho. Tenía 23 años y se sentía tan capaz con la pelota como Bruce Springsteen con la guitarra. Usaba una talla 44 de pantalón, algún mes hasta la 46, pero rara vez perdonaba el postre o la bollería en los desayunos. Su vida era un disparate. 'Habría merecido que me matasen', dice ahora, que es un futbolista más respetable, emparejado con Carolina Marcialis, ex jugadora de waterpolo, y padre de Christopher. Y no se parece nada al hombre que pasó por Real Madrid (2005-07) y que se presentó en el palco de honor del Bernabéu con 'idea de silenciar' a sus críticos. Vino para ayudar a Ronaldo y a Raúl en ataque, pero, excepto un gol al Atlético en el Calderón, casi nunca ayudó a nadie.

Cassano es un hombre reeducado, aunque no reencarnado en otra persona que no podría serCapello fichó a futbolistas de corte industrial (Emerson, Diarra, Cannavaro...) para liberar a Cassano. Pero fue inútil. 'Era insoportable, me ponía a dormir cuando quería y yo creo que Capello hacía la vista gorda. Me quería demasiado. No se mereció lo que le hice', recordó Cassano en su autobiografía, Lo digo todo, en la que se reconoció como un hombre descompasado, entre las cicatrices de la pobreza y la nebulosa de una riqueza, que no ayudó a serenarle. Hay gente que ya ni se acuerda de que Cassano, incapaz de emocionarse con la grandeza de esa camiseta, estuvo en el Madrid. Salió en silencio y ahora, que al fin se aferra a su profesión, se acuerda de lo que perdió. 'Cuando uno consigue jugar en el Madrid, todo lo demás es aburrimiento'.

Cassano es un hombre reeducado, aunque no reencarnado en otra persona que no podría ser. Su lenguaje nunca será de lo más convencional. 'Se dice que yo debería ser el tutor de Balotelli. Venga, estamos listos.... ¿Y en mi quién piensa entonces?', preguntó hace bien poco a los periodistas de su país con los que no elimina esa relación de amor y odio. Ni siquiera después de su enfermedad de corazón, que ha descubierto otro Cassano, incapaz de engañar ni de engañarse a sí mismo. Ahora ya no es parte del problema, sino de la solución. Sigue siendo un mafioso con la pelota, un tipo que no concibe el fútbol sin el uno contra uno y un fanático de Messi. 'A veces, me quedo despierto hasta las cuatro de la mañana para verle en los partidos con su selección'.

Cassano ha abandonado esa época en la que se sentía inmortal y en la que, al menos, tenía una virtud: nunca pensaba más allá del día siguiente. Sus problemas de conciencia eran mínimos hasta ese día en el que le avisó Franco, su primo, en un viaje de Madrid a Roma. 'Vas a acabar mal'. Cassano cambió y lo hizo antes de ver la muerte tan próxima en un partido de Liga. Fue en octubre del año pasado. Tuvo que ser operado del corazón. Intuyó entonces que aquello podía ser más peligroso que cualquiera de las reyertas callejeras en las que participó en su Bari natal. 'Me asustaba no volver a jugar'.

Por eso, ahora, que se ha fortalecido, a doce días de cumplir 30 años, sólo piensa en lo mejor. 'No estoy aquí para perder el tiempo'. En la primavera, su conciencia vivió muy inquieta. 'Soy sincero: no pensaba que pudiera jugar el Europeo'. Pero Prandelli le esperó, y ahora cuesta imaginar tanto a Italia sin Cassano como a España sin Iniesta. Y, aunque sea un futbolista de 50 o 60 minutos, el entrenador no negocia su titularidad. 'Está al 70 por ciento de sus condiciones físicas, pero es suficiente', dice Prandelli. 'Hace de todo: tira a gol, regatea, asiste...' Así le bastó a Antonio Cassano (Bari, 1982) para hacer trizas en semifinales a Hummels, el joven y reputado defensa alemán. El paso siguiente fue levantar la cabeza y asistir a Balotelli como Conti asistía a Paolo Rossi en España 82....

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