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Catalunya El sistema financiero catalán salta por los aires en poco más de una década

A la espera de aclarar el futuro de Sabadell, con Caixabank convertida en una gran entidad estatal y con un oligopolio creciente en el sector, el escenario puede perjudicar a las empresas y las administraciones catalanas.

Una oficina de Caixabank.
Una oficina de Caixabank. Jordi Pujolar / ACN

En poco más de una década, el mapa financiero catalán se ha transformado radicalmente. Como si fueran fichas de dominó, las cajas de ahorros fueron cayendo para ser engullidas por otras entidades o transformarse en un banco gigantesco. En diferentes procesos, el BBVA absorbió las antiguas cajas de Sabadell, Manlleu y Terrassa —que se habían fusionado bajo la marca Unnim–, y las de Catalunya, Tarragona y Manresa —que impulsaron Catalunya Banc—; Caixabank se quedó con Caixa de Girona y los restos de la antigua Laietana a raíz de la inminente fusión con Bankia; y Caixa Penedès fue a parar al Banco Sabadell.

Ahora, la entidad de la estrella, que en 2017 trasladó su sede social a València, ha aprobado la fusión con Bankia —que tiene al Gobierno español como principal accionista—, mientras que el Sabadell —con sede en Alicante desde el mismo año del 1-O— ha roto las negociaciones para ser integrado por el BBVA. ¿Qué consecuencias en clave catalana tienen estas operaciones? ¿Se puede decir que todavía existe un sistema financiero catalán? ¿Hay alternativas?

"Ya no se puede hablar de un sistema propio", afirma Francesc Cabana, historiador de las finanzas y la economía catalana. En una línea similar, el economista Modest Guinjoan apunta que "si había un clúster financiero catalán, ya ha desaparecido completamente, es algo del pasado a raíz de la desaparición del sistema de cajas y las últimas operaciones". Con todo, añade que los procesos de concentración que lo han provocado son un fenómeno "global, no específico de Catalunya".

El también economista y catedrático de la UPF Guillem López Casasnovas lo matiza y expone que "juzgo el calificativo de mapa financiero catalán no en función de donde están las sedes e, incluso, de donde son los propietarios, sino si mantienen una red al servicio de la economía catalana. Y, en este sentido, el Sabadell forma parte de esta catalanidad empresarial, porque ayuda mucho a la empresa catalana".

El también ex consejero del Banco de España recalca que "no parece que Caixabank se haya destacado por la catalanidad en los últimos tiempos" —de hecho, se ha transformado en un gran banco estatal, el de mayor cuota de mercado—. A la hora de analizar los movimientos en el sector, detalla que desde los organismos reguladores "siempre está el alma de proteger la estabilidad financiera", lo que explica que se fomenten determinadas operaciones corporativas para aumentar las provisiones y la solidez de las entidades, pero que a la vez hay que velar para que sean bancos "que funcionen, den créditos y ayuden a las empresas a salir del país. Esta es su función importante para la economía y es la que justifica la sobreprotección del sector financiero, pero a veces no lo es tanto para los bancos ". Por ello, considera que si el Sabadell consigue sanearse y mantenerse en solitario ofreciendo servicio a la economía catalana, "el supervisor debería estar contento".

Pérdida de arraigo

Francesc Cabana considera que operaciones como la de Caixabank y Bankia afectan a las empresas y las administraciones catalanas, ya que está convencido de que las grandes decisiones de la entidad resultante se tomarán desde Madrid. "Quedarse sin bancos es importante, la Caixa de Pensions [embrión de la actual Caixabank] hizo de banco de la Generalitat en la II República. Todo Gobierno tiene un banco detrás para que le solucione los problemas que pueda tener. No es que tenga una participación, pero tiene una relación especial. Y si aquí no tenemos bancos, pues mal", comenta, para añadir que la operación "es claramente un batacazo a la posición independentista, y no sé si se han dado cuenta".

Modest Guinjoan, por su parte, argumenta que la desaparición de unas entidades y la pérdida de catalanidad de las otras "afecta, porque se pierde proximidad y arraigo en el territorio. La interlocución pasa a ser más distante y esto puede afectar tanto al sector público como el sector empresarial".Otra de las consecuencias de los últimos movimientos es que se acentúa la concentración bancaria, por lo que tres o cuatro entidades acaparan alrededor del 70% de la cuota de mercado en el Estado. Para Guinjoan, esto hace que "las empresas y particulares tienen menos lugares donde elegir y es más fácil que [estas entidades] se pongan de acuerdo para pactar de manera tácita o no tácita.

Además, que las entidades sean cada vez más grandes significa que ganan poder ante la autoridad monetaria ". López Casasnovas añade que "cuando te oligopolizas, pierdes la capacidad de que las entidades sean más granulares y puedan estar al servicio de las particularidades. Lo que se hace es estandarizar desde el centro, unificar, pero pierdes los sensores que deberían estar al servicio de la economía".

El papel del ICF

Ahora mismo, la principal entidad financiera con sede en Catalunya es la cooperativa Caixa d'Enginyers —Caixa Guissona tiene una dimensión mucho menor y Arquia, la antigua Caixa d'Arquitectes, trasladó la sede fuera el 2017—, que supera los 200.000 socios —cerca del 70% en Catalunya— y en el primer semestre de 2020 tuvo un volumen de negocio de 7.500 millones, un 12% más que en el mismo período del año anterior. A preguntas de este medio, su director general, Joan Cavallé, destaca que "las cooperativas de crédito hemos transitado la crisis financiera sin haber recibido dinero público y hemos experimentado desde entonces un crecimiento continuo". Y añade como puntos fuertes de la entidad "la proximidad a las necesidades de nuestra base social" y que su tamaño medio les permite "agilidad en la adaptación cambiando a la realidad del contexto económico". Para Guinjoan, tiene una oportunidad de crecer "manteniendo el arraigo".

Como alternativa a la situación actual, Francesc Cabana vería "interesante" transformar en una banca pública el Institut Català de Finances (ICF), que depende de la Generalitat y de momento no tiene la autorización de Madrid para ello. Para Guillem López Casasnovas, sin embargo, el ICF "no podría sustituir lo que hace una banca privada. Una banca pública lo que hace es cubrir las carencias del mercado, pero necesitamos de una banca privada que ayude al desarrollo de la economía".

La banca ética, una alternativa que gana fuerza

Con el objetivo de impulsar proyectos que tengan un impacto positivo en la sociedad, las finanzas éticas no han dejado de ganar apoyo la última década en el conjunto del Estado. Según el reciente Barómetro 2019 de las Finanzas Éticas —presentado hace pocas semanas—, este tipo de entidades gestionaron un ahorro de 2.245 millones de euros en el Estado el año pasado y cuentan con casi 195.000 usuarios. El contexto de acelerada concentración de la banca convencional, ¿puede ser una oportunidad para impulsarlas?

Nina González, que es la coordinadora de Finançament Ètic i Solidari (FETS) –la asociación que elabora el Barómetro–, expone que "en la anterior crisis hubo un incremento muy elevado de la banca ética. Ahora tendremos que ver si se vuelve a poner en valor la voluntad de recuperar el control democrático del sistema financiero". Pese a reconocer que ahora mismo hay un "cierto estancamiento" en el volumen de usuarios de la banca ética, destaca que el volumen de préstamos concedidos no ha dejado de crecer y subraya que la morosidad del sector "es muy baja". En concreto cerró 2019 al 1,84%, menos de la mitad de la que tienen las finanzas convencionales.

Entre otras, las finanzas éticas en España reúnen a entidades como Coop57, Fiare Banca Ética, Triodos, Oikocredit, Acció Solidària Contra l'Atur (ASCA) o la aseguradora Arç Cooperativa, y sobre todo dan crédito al sector ambiental (el 34,77% del volumen total de préstamos durante 2019), aunque están creciendo con fuerza la vivienda -fundamentalmente proyectos de vivienda cooperativa en cesión de uso- y también las administraciones públicas, una línea de trabajo que, según González, "seguramente se irá consolidando".

En este sentido, la coordinadora de FETS pone en valor que buscan "dar respuesta a las necesidades reales del entorno, justamente el extremo opuesto de lo que hace la banca convencional, lo que permite anticiparse a las demandas ciudadanas". Finalmente, González reivindica la transparencia del sector, en contraste con un "sistema financiero absolutamente opaco" que aún lo será más a medida que avancen los procesos de concentración. "En las finanzas convencionales no tenemos ningún tipo de control sobre lo que se hace con nuestro dinero, mientras que en las éticas sí que nos podemos informar", concluye González. Proyectos contaminantes o que fomenten la especulación inmobiliaria seguro que no recibirán crédito.

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