Las diez polémicas más sonadas de Elon Musk al frente de Twitter
Elon Musk lleva más de cien días al frente de la red social, que adquirió por 44.000 millones de dólares.
Manuel Ruiz Rico
Washington-Actualizado a
Tras comprar Twitter por 44.000 millones de dólares, Elon Musk entró por primera vez en la sede de la compañía en San Francisco el 26 de octubre del año pasado. Lo hizo portando entre sus manos un lavabo, lanzando así un mensaje poco sutil sobre su intención de limpiar Twitter.
Musk, la persona más rica del planeta, llegó a Twitter con el discurso de que la red social necesitaba cambios profundos porque, a su entender, era demasiado woke (progre) y poco neutral; Musk la acusaba de favorecer al Partido Demócrata y de censurar visiones conservadoras. Con él, decía Musk, la plataforma sería el adalid de la neutralidad, la transparencia, la fiabilidad informativa, la confianza ciudadana en la plataforma y los llamados bots (las cuentas falsas) tendrían los días contados.
El 3 de febrero se cumplieron sus primeros cien días al frente de la red social, que adquirió por una cantidad equivalente al rescate bancario español de 2012. La expectación por ver qué acabaría haciendo con Twitter el excéntrico empresario venido del mundo tecnológico (Tesla, SpaceX, Starlink) era muy elevada. Han sido cien días llenos de turbulencias.
"El pájaro [en referencia al logo de Twitter] ha sido liberado", publicó Musk en Twitter en su segundo día como CEO . Pero, ¿qué ha supuesto la llegada de Musk a la firma de San Francisco? ¿Qué dirección y rumbos ha tomado el vuelo del pájaro de Musk?
Ésta es la lista de los diez momentos más polémicos de Elon Musk al frente de Twitter.
1. Una adquisición conflictiva
Todo empezó con la compra de la compañía. En abril de 2022, Musk hizo una oferta abultadísima, a 54,20 dólares la acción. Muchos pensaron que había sido un órdago a sabiendas de que Twitter no aceptaría… pero aceptó. El hombre más rico del mundo, según Forbes, quiso resistirse a la adquisición alegando cosas como que antes debía saber el número exacto de cuentas falsas (bots) que existían y el empresario de Tesla se metió en una batalla legal para no aceptar el acuerdo. Finalmente, tras meses de negociaciones, juicios y papeleo, se cerró el trato en 44.000 millones de dólares.
Sobre esta cifra, el New York Times realizó el siguiente análisis: "Cuando Musk aceptó pagar 54,20 dólares por acción, Twitter recibió críticas por aceptar un precio demasiado bajo. Pero, a medida que la economía mundial se ha tambaleó en los meses siguientes y las acciones de Twitter caían, el precio del acuerdo pareció ser una victoria para los accionistas".
Según el Times, en sus presentaciones a los inversores, Musk aseguró que preveía que Twitter alcanzara unos ingresos anuales de 26.400 millones de dólares y 931 millones de usuarios en 2028. Son promesas que, muy en la línea del empresario de Tesla, ocuparon muchos titulares: el año pasado, Twitter facturó 5.080 millones de dólares y tuvo más de 200 millones de usuarios.
2. Primeras decisiones: austeridad, recortes y despidos masivos
La mano de Musk en Twitter se dejó notar nada más hacerse cargo de la compañía. El empresario ejecutó un recorte masivo de la plantilla argumentando que la compañía perdía mucho dinero. Según el medio The Verge, a finales de noviembre, de los 7.500 empleados que había en la firma cuando Musk la adquirió apenas quedaban ya 2.700.
El 4 de noviembre, Musk justificó en un tuit que los despidos habían sido forzados por la situación económica de la empresa. "Con respecto a la reducción de la plantilla de Twitter, desafortunadamente no hay otra opción cuando la compañía está perdiendo más de 4 millones de dólares por día. A todos los que salieron se les ofrecieron 3 meses de indemnización, que es un 50% más de lo requerido legalmente".
Sin embargo, muchos despedidos y no pocas organizaciones y medios de comunicación acusaron a Musk de que esta medida era el principio de su purga dentro de la empresa para hacerla bascular hacia la derecha y el conservadurismo. De hecho, el propio Musk no ha dejado de publicar mensajes cargando contra lo woke, que ha llegado a comprar con la Stasi, y hasta se ha jactado limpiar la empresa de esa presunta infestación progresista.
3. Semanas laborales de 84 horas
Otro de los aspectos que saltó a la luz en las primeras semanas de gestión de Musk al frente de la compañía fueron las condiciones laborales de sus empleados. Tan pronto como el 2 de noviembre tuvo mucho recorrido la foto, publicada en Twitter, de una empleada de la firma durmiendo en la oficina.
Enseguida, se hicieron públicos los comentarios de algunos empleados y comunicaciones internas sobre las nuevas condiciones de trabajo. La cadena CNBC aseguró que la dirección de Twitter había dado "instrucciones a algunos empleados para que trabajasen en turnos de 12 horas, siete días a la semana. Las órdenes", continuaba la cadena, "se han dado sin ningún tipo de discusión sobre el pago de horas extras o tiempo de compensación". Eso son 84 horas de trabajo semanales.
4. Ataques a los medios de comunicación
Ha sido otra constante en los cien días de Musk al frente de Twitter. Según su visión, Twitter iba a ser el garante de la verdad y la fiabilidad informativa frente a los medios de comunicación, a los que no ha dejado de acusar de "lavarles el cerebro" a los ciudadanos, de "velar por sus propios intereses y no por el de la gente" y de estar al servicio del gobierno del Partido Demócrata.
El pasado 11 de enero, incluso se sorprendió que haya personas "inteligentes" que se fían de la prensa y tachó de woke tanto al New York Times como al derecho a la huelga ejercido por los trabajadores de ese periódico. Sus ataques a este derecho han sido constantes en los últimos meses.
5. Referéndums online y el fin del veto a Trump
En su narrativa de tratar de hacer de Twitter un medio neutral y el ágora de la libertad de expresión en el mundo, Musk ha realizado varios referéndums en la red social, en los que se ha comprometido a cumplir con el resultado, sea cual sea, a pesar de lo poco fiable de estas votaciones en una red social con millones de cuentas falsas. Era algo que ya hacía antes de ser el CEO de la red social (entre otros, hizo uno en su cuenta de Twitter sobre una propuesta suya de acuerdo entre Rusia y Ucrania para acabar la guerra). Su lema al cerrarse las votaciones ha sido Vox Populi, Vox Dei, sin embargo, no siempre ha cumplido con el resultado.
Entre las cinco votaciones más excéntricas se encuentra la que hizo el 18 de noviembre sobre si rehabilitar la cuenta suspendida a Donald Trump cuando el entonces presidente en funciones inspiró el asalto al Congreso de Estados Unidos en enero de 2021. El 51,8% apoyó levantar el veto a Trump en Twitter y así lo hizo Elon, si bien el expresidente no volvió puesto que, tras ser expulsado de la red social, hubo creado la suya propia.
Otras votaciones versaron sobre si amnistiar a cuentas suspendidas por diversos motivos, si Twitter debería bascular hacia la derecha o si el Congreso debía aprobar una propuesta de ley que implicaba dotar con 1,7 billones de dólares diversas políticas ambientales y sanitarias, una medida que había sido criticada por Musk. Las tres votaciones salieron en la línea del nuevo líder de Twitter.
Pero acaso la votación más excéntrica de todas, cuyo resultado no ha cumplido, la realizó el 18 de diciembre. Preguntó si debería dejar de ser el director ejecutivo de Twitter. El 57,5% de quienes presuntamente votaron dijeron que sí, pero esa vox populi no le debió parecer bien a Musk, puesto que dos días más tarde anunció en un tuit que dejará el cargo, pero cuando encuentra a alguien en el que pueda dejar sus responsabilidades. Dos meses después aún no lo ha encontrado y no ha vuelto a mencionar el asunto.
El pasado 14 de febrero, de hecho, Musk bromeó con el supuesto nombramiento y alabó al presunto nuevo director de Twitter en un mensaje donde aparecía un lobo sentado a la mesa de su despacho con el texto de "El nuevo director ejecutivo de Twitter es estupendo".
6. Contra las vacunas
Desde el principio de la pandemia de la covid-19, el empresario se mostró crítico con los confinamientos, escéptico con el virus y llegó a afirmar en el podcast Sway del New York Times que ni él ni su familia se vacunarían cuando las dosis estuvieran disponibles. "No estoy en riesgo de Covid, ni tampoco mis hijos", dijo, y declinó pronunciarse sobre si se sentía en la obligación de pagar a sus empleados si se quedaban en casa para evitar contraer el virus. Finalmente, Musk se vacunó junto a su familia, aunque cargó con los efectos secundarios de la vacuna. Y, según dijo, sólo se vacunó para poder viajar hasta Alemania, donde tenía que visitar una fábrica de Tesla en Berlín.
Tras tomar el timón de Twitter, no ha dejado de mantener posturas críticas en torno al covid-19, la gestión política del virus y la vacuna. El 28 de diciembre, publicó un tuit en el que, cargando de pasada contra lo woke, vinculada las vacunas y el uso de las mascarillas a una presunta conspiración de lavado de cerebro de toda la sociedad. Lo llamativo es que dentro de la imagen donde criticaba esta supuesta operación, no sólo aparecían los logos de la CNN, la bandera gay, la hoz y el martillo, el logo de Google, también aparecía el mismo logo de Twitter.
En otro tuit publicado el 11 de diciembre, cargó contra Anthony Fauci, el director nacional de la estrategia sobre covid-19, en un mensaje que se reía de las reivindicaciones por la diversidad de géneros. Decía: "Mis pronombres son: Procesar/Fauci".
7. Anuncios contradictorios: la etiqueta azul, de pago
Diversos y sonados han sido los anuncios que ha ido haciendo Musk, muchos de los cuales ha tenido que rectificar y de otros nada se ha acabado sabiendo. El 1 de noviembre anunció que la etiqueta azul de verificación de personas sería de pago y costaría ocho dólares al mes y en otro tuit, éste del día 5 de ese mes, aseguró que iba a permitir texto más largos en vez de "la absurdidad de capturas de imagen de texto".
El cobro por la etiqueta azul le supuso a Musk alguna rectificación, sobre todo de la cantidad a cobrar (antes había sugerido que serían 20 dólares) y porque tras activar esa opción, proliferaron cuentas con la etiqueta azul que resultaban ser cuentas falsas. El 14 de noviembre una de estas cuentas causó un desplome en la bolsa de la farmacéutica Lilly. Una cuenta con la verificación azul de la compañía publicó un tuit en el que decía: "Nos complace anunciar que la insulina será gratis a partir de ahora". El mensaje se dispersó rápido, recibió 11.000 "me gusta" y las acciones cayeron un 4,3% en pocas horas. Lilly vende cada vial de insulina a casi 300 dólares en un país como Estados Unidos, que tiene siete millones de diabéticos. Tras esta polémica, la cuenta falsa pero azul de Lilly fue cancelada. En esos días surgió también otra cuenta del primer presidente de Estados Unidos, George Washington, fallecido en 1799, que también llevaba el azul de verificación.
La idea se congeló, Musk aseguró que la afinarían más y finalmente, el 12 de diciembre empezó a funcionar el llamado Twitter Blue, la suscripción de pago de ocho dólares para tener no sólo la verificación sino un servicio con menos anuncios y la capacidad de editar texto. A los usuarios de Apple les cobraría algo más, once dólares.
Sin embargo, Musk cedió en que haya personas conocidas con esa etiqueta azul sin el servicio de pago. Según informa Twitter en su web, "la marca de verificación azul puede significar dos cosas diferentes: o bien que una cuenta ha sido verificada según los criterios de verificación anteriores, o bien que la cuenta tiene una suscripción activa a Twitter Blue".
Junto a estos, ha habido otros anuncios que se han quedado sólo en eso. El 28 de octubre, tras las críticas que apuntaban a que Musk había eliminado todas las normas anteriores para moderar el debate en Twitter para prevenir especialmente el discurso del odio y la difusión de bulos o teorías de la conspiración, el millonario anunció que la red social crearía "un consejo de moderación de contenido", del que poco más se ha sabido.
Eso sí, cuando ha cancelado cuentas porque los mensajes apuntaban hacia él o perjudicaban a Twitter o los consideraba propaganda woke, no ha dudado justificarse con el argumento de que "libertad de expresión no es libertad de alcance" (como dijo en un tuit el 2 de diciembre), muy contrario a las posturas de barra libre con las que llegó a Twitter.
8. Cierre a las cuentas de periodistas del Times y el Post
A mediados de diciembre, Twitter suspendió las cuentas de varios periodistas que informan sobre la plataforma y sobre el propio Musk. Entre los afectados, se encontraron periodistas de medios como el New York Times, el Washington Post, la CNN y Voice of America.
La empresa llegó a dar una explicación oficial de por qué eliminó las cuentas. Sin embargo, esto sucedió después de que Musk hubiera acusado a los periodistas, sin ofrecer ninguna prueba, de que habían revelado información sobre su paradero, un elemento que el millonario equiparó a "básicamente [dar unas] coordenadas de asesinato". Un día antes de esto, Twitter había cancelado de forma permanentemente una cuenta en la red social que rastreaba automáticamente los vuelos del avión privado de Musk usando datos aéreos públicos.
Twitter también suspendió esos días esos días la cuenta de Mastodon, la otra red social que ha emergido como alternativa.
9. Oscurantismo para los investigadores sobre desinformación
Ésta es la última decisión polémica de Musk al frente de la compañía. El 13 de febrero Twitter pondrá fin al acceso gratuito a su API, el interfaz de programación de aplicaciones, y cobrará al menos 100 dólares mensuales para tener acceso a ella. Los investigadores sobre desinformación y bots han clamado contra el millonario y lo han acusado de oscurantismo.
Por un lado, el acceso a la API permite a la gente crear bots, una herramienta clave en la dispersión de la desinformación en los últimos años. Musk ha defendido, por este motivo, que cobrar por acceder a la API "limpiará mucho las cosas". Sin embargo, los investigadores sobre desinformación no comparten esta visión y han cargado duramente contra el millonario.
Los investigadores también tendrán que pagar. Éstos acuden constantemente a la API para analizar cómo se propaga la desinformación y el discurso del odio en las redes sociales. Estas investigaciones serán a partir de ahora mucho más difícil. Facebook ya restringió el acceso a su API en 2018, después de que se descubriera que la consultora Cambridge Analytica había accedido a los datos de millones de usuarios para utilizarlos en publicidad política dirigida.
"El impacto [de la decisión de Musk] es potencialmente devastador", afirma el científico social computacional de la Universidad Northeastern, en Boston, David Lazer, a la revista Wired. "Twitter había sido la fuente de datos más habitual para estudiar el ecosistema de la información, especialmente la desinformación, para entender qué contenidos fluían por ahí y por qué".
"En el mejor de los casos es una inmensa falta de comprensión de cómo funciona la financiación académica", añade también a Wired Jeremy Blackburn, profesor de la Universidad de Binghamton, en Nueva York. "En el peor de los casos, es un intento de estafar más dinero de los contribuyentes a través de agencias federales de financiación, como ha hecho [Musk] con sus otras empresas".
Los investigadores en Europa, al menos, todavía podrán tener acceso a la API debido a la Directiva de Servicios Digitales, que entró en vigor en noviembre de 2022.
10. Musk anuncia “cambios en el algoritmo”
Al mismo tiempo que este anuncio, Musk, en un tuit del 14 de febrero, aseguró que la empresa estaba haciendo "ajustes" en el algoritmo, afirmación que ha hecho saltar las alarmas. ¿Será una asonada más u otro paso más en la desregulación interna de la red social, ésa que Musk quería hacer el ejemplo de la fiabilidad informativa, la transparencia y el debate público saludable? Como el mismo millonario dice en ese tuit, "permanezcan atentos a sus pantallas".
Uno de esos retoques al algoritmo ya ha podido entrar en juego: Musk ha ordenado crear un sistema especial para que Twitter muestre en primer lugar a todos los usuarios todos sus tuits, según ha publicado el medio The Verge el 14 de febrero. Otro medio, Platformer, informó hace una semana de que el millonario había despedido a uno de los dos ingenieros principales que quedaban en la empresa después de que éste le dijera a Musk que las visitas a sus tuits estaban disminuyendo en parte porque el interés general sobre el magnate había disminuido con el paso del tiempo.
Según The Verge, Musk formó ex profeso un equipo de unas 80 personas para buscar una solución a semejante declive de audiencia. "Los empleados trabajaron toda la noche investigando varias hipótesis sobre por qué los tuits de Musk no llegaban a tanta gente como él creía que debían y probando posibles soluciones", dice The Verge. Días después, dieron con la solución: "Twitter desplegó un código para dar luz verde automáticamente a todos los tuits de Musk, lo que significa que sus publicaciones pasarán por alto los filtros de Twitter diseñados para mostrar a la gente el mejor contenido posible".
Implícitamente, Musk admitió conocer que los usuarios estaban recibiendo un bombardeo de sus mensajes cuando el 14 de febrero publicó un tuit con un meme en el que informaba de que era consciente que los usuarios de Twitter estaban obligados a beberse sus tuits.
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