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EEUU mantiene bancos en riesgo que provocan desconfianza a los inversores

Bancos regionales, como First Republic o Western Alliance, sufren retiradas masivas de fondos pese a las garantías del Tesoro y la Reserva Federal tras el colapso del SVB. 

Los comerciantes trabajan en el puesto donde se negocia First Republic Bank en el piso de la Bolsa de Valores de Nueva York A 13 de marzo 2023.
Los comerciantes trabajan en el puesto donde se negocia First Republic Bank en el piso de la Bolsa de Valores de Nueva York A 13 de marzo 2023. Brendan McDermid / Reuters

"Las acciones concertadas del Tesoro americano, la Reserva Federal y la FDIC (la Federal Deposit Insurance Corporation, el fondo de garantía de depósitos estadounidense) han sellado grietas para evitar la fuga de los ahorros de los clientes, de Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank, pero el mercado detecta aún varias vías de agua porque donde ellos ven el cerco a las cuentas nosotros vemos un inversor bancario que desea retirar su capital". Esta lectura de Steve Sosnick, estratega jefe de Interactive Brokers LLC a Bloomberg resume a la perfección el estado de tensión latente que ha dejado la fulgurante intervención de la Casa Blanca en el SVB y las dudas sobre si este banco suministrador de fondos a la meca tecnológica estadounidense será, o no, un nuevo Lehman Brothers.

El indicador bursátil KBW Regional Banking americano sirvió de termómetro sobre la bazuca que la Reserva Federal desenfundó el domingo, a modo de coberturas de liquidez para las esperadas retiradas masivas de ahorros de los clientes de SVB y Signature Bank. El nerviosismo persistía. A juzgar por la contracción del 7,7% este indicador, el mercado parecía sentir la calma previa a la tempestad. Bancos como First Republic o Western Alliance retrocedieron un 62% y un 47% respectivamente el lunes en bolsa en medio de una alta volatilidad que se saldó con caídas nunca vistas en este índice bursátil.

Los inversores preocupados por la debilidad de los bancos americanos

Pero no fueron los únicos. Otras entidades pequeñas y medianas como PacWest Bancorp se dejó un 21% y se situó su cotización en niveles similares a los que registró en 2009, en las primeras réplicas del tsunami financiero surgido de las hipotecas subprime y los activos tóxicos del capital especulativo. También superaron el 20% de pérdidas Customers Bancorp, Comerica o Zions, todos en la banda intermedia de capitalización bursátil. Además de retrocesos en torno al 5% de grandes entidades como Bank of America, Citigroup o Wells Fargo.

Los inversores, pues, siguen en alerta máxima, con su punto de mira en los bancos americanos en los que puede detectar síntomas de debilidad, sin que parezca servirles el aval de la Fed sobre los depósitos del SVB. Prefieren no descartar posibles "bolas de nieve" que puedan llevarse consigo una gran parte del valor de los activos bancarios hasta comprobar que las golosas expectativas de beneficios de los últimos trimestres en la industria financiera puedan confirmarse en las próximas semanas. Así, adoptan una táctica prudente de "esperar a ver" si las garantías urgentes decretadas por las autoridades económicas y monetarias americanas deben entenderse como una señal de que "existe un peligro sistémico" tras el cierre de SVB y Signature Bank o tan solo se trata de un episodio aislado de imprudencia crediticia y aversión al riesgo, tal y como alerta Paul J. Davies en su tribuna de opinión en Bloomberg.

Unas caídas bancarias no tan mediocres 

Al fin y al cabo, Silicon Valley Bank es la decimosexta mayor entidad crediticia de EEUU y constató reiterados y vanos intentos de lograr aumentos de capital con los que cubrir sus depósitos, configurados por bonos corporativos invertidos en los mercados de deuda en su mayor parte, hasta el 10 de marzo pasado. Y la reacción fulgurante de los reguladores americanos vino acompañada de otra coraza monetaria para Signature Bank, entidad neoyorquina con activos valorados en 110.000 millones de dólares. Un contagio costa a costa que revela la propagación de una hemorragia interna en el sistema bancario americano, apenas un decenio y medio más tarde de la quiebra de Lehman Brothers.

El retroceso de la confianza inversora por la mayor intervención en el sector bancario estadounidense desde el Credit Crunch de 2008 ha sido patente, pese a declaraciones como la de Yves Bonzon, Chief Investment Officer (CIO, responsable de la gestión de la cartera de valores) del banco inversor suizo Julius Baer, para quien el SVB "se ha visto afectado por un problema de liquidez y no de solvencia", las coberturas federales sobre ambas entidades "no pone riesgo el dinero de los contribuyentes", y el escenario actual "no es comparable al de 2008".

Un espectro recorre en Europa 

Europa, de momento, no ve una transfusión del riesgo a su territorio. Ni siquiera tras la adquisición por una libra de la filial del SVB por parte del británico HSBC. Opción a la que se acoge Benjamin Goy de Deutsche Bank, para quien los acontecimientos en el sistema financiero estadounidense "son fruto de la acomodación de los bancos al proceso de encarecimiento del dinero" decretado por la Fedc y que podría elevar hasta el 6% los tipos este año. O Susannah Steeeter, de Harfreaves Lansdown, quien dice no apreciar una "inestabilidad financiera inherente" a la falla detectada por el SVB y menos con un "riesgo sistémico" aparejado, que considera "bajo".

No existen bancos europeos con problemas de liquidez con sus clientes

El presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, ministro de Finanzas irlandés, descarta contagio en la estructura bancaria del euro por "la sólida regulación" de la UE en el sector, al tiempo que se apresuró a avanzar fórmulas de apoyo financiero a la industria tecnológica. En sintonía con el analista crediticio de Hermes, Filippo Alloatti, que incide en que "no existen bancos europeos cotizados con un modelo de negocio similar a SVG", con problemas de liquidez más relacionados con sus clientes e industrias a las que servía, del segmento de la tecnología y del capital riesgo ubicados en Silicon Valley, que con "operaciones comerciales". 

Sin embargo, hay un centenar de firmas de capital riesgo que, con altas exposiciones a empresas estadounidenses y una alarmante falta de rigor sobre los riesgos, que han alimentado de nuevo el fantasma del moral hazard o daño ético de un capitalismo extremo que propició la crisis financiera de 2008. El ex secretario del Tesoro Larry Summers no cree que deba utilizarse este concepto (que llevó a autoridades económicas y monetarias a generar cambios normativos y de supervisión para controlar los excesos del mercado), pero las intervenciones de los bancos centrales, la búsqueda de refugios inversores, los desplomes de las bolsas o la cotización al alza del oro revelan que este sentimiento aflora en un momento de alto voltaje geopolítico por la guerra de Ucrania.

Las coberturas de hasta 250.000 dólares a los clientes del SVB revelan que la intervención federal es un asunto de suma seriedad para la Administración Biden, según destaca Chris Hughes en Bloomberg. Jamie Montgomery, cofundador de March Capital, destaca que los ejecutivos del banco californiano "habían asumido un grado de exposición demasiado elevado" y pone en tela de juicio el papel de las firmas de capital riesgo y sus aportaciones agresivas de fondos pese al "susurro social y mediático" que ya apuntaba a un serio estado de emergencia en SVB.

En Europa, las previsibles pérdidas bursátiles serían menores pues el negocio del capital riesgo es menos agresivo por la vigilancia regulatoria y la menor cantidad de créditos a empresas, según Moody's Investors Services, y donde los bancos tienen menos del 10% en bonos en relación al total de sus activos (frente al 43% al que llegaron en SVB a finales de 2022), según afirman en Jefferies Financial Group.

La relajación de la Dodd Frank de Obama

El daño moral del capitalismo extremo vuelve a escena y apunta a la relajación regulatoria en el mandato de Donald Trump

El colapso del Silicon Valley Bank también pone el punto de mira sobre la desregulación durante el mandato de Donald Trump. Fue en 2018 cuando su secretario del Tesoro Steven Mnuchin dio carta de naturaleza a una reivindicación constante del dirigente republicano desde el inicio de su periplo presidencial: acabar con cualquier vestigio de la era Obama, ya fuera el Medicare o el armazón legislativo que edificó para capear la crisis financiera de 2008. Es el caso de la llamada Dodd Frank Act, una ley que, entre otras cuestiones, establecía un límite diferencial entre la banca privada y la comercial para evitar la proliferación de productos de alto riesgo en pequeños inversores y abrió la posibilidad a las reclamaciones por los reducidos derechos contractuales que ofrecieron las hipotecas subprime dentro de su elenco de normas y exigencias de defensa a los consumidores.

Elizabeth Warren, rival demócrata de Joe Biden en la carrera por la Casa Blanca y senadora por Massachussets, tiene claro que los cambios legales de 2018 han permitido las anomalías del SVB y reclama la restauración de la ley de Obama para preservar la protección de los titulares de los depósitos. En una tribuna de opinión en New York Times, precisa que "hay que poner punto final a la peligrosa desregulación de la era Trump" y que esta iniciativa debe ser una de las prioridades inmediatas del Congreso. Un órdago que comparte la también demócrata por California en la Cámara de Representantes, Katie Porter, para quien se precisa "un urgente voto bipartidista" que "socave la apariencia de impunidad de Wall Street y devuelva unas normas bancarias lógicas a nuestra nación". Porter, aspirante al Senado, dice que la ley de Mnuchin "es un riesgo" para el país. Y el propio Biden que, tras enfatizar que el rescate de Washington no eximirá de culpas y responsabilidades a los ejecutivos de los bancos intervenidos, señaló que la reglas en curso "han jugado un papel relevante" en la quiebra de liquidez del SVB.

Biden fue vicepresidente en el doble mandato de Obama. Durante su administración, precisó, "pusimos en liza una serie de duros requerimientos a bancos como SVB o Signature Bank con la Dodd Frank con la que pretendimos asegurarnos de que nunca más volvería a ocurrir una crisis de la dimensión de la de 2008".

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