Este artículo se publicó hace 2 años.
Energía aún más cara, cereales por las nubes y otro cortocircuito turístico: así golpea la guerra a la economía española
La invasión dispara los precios del petróleo y el gas (y con ellos el de la electricidad), cierra los suministros del principal granero de España y desestabiliza un área de la que antes de la pandemia procedía la décima parte de los visitantes. No obstante, la vicepresidenta Calviño sostiene que España "es uno de los países menos expuestos".
Zaragoza-Actualizado a
"Todos los análisis apuntan a que España es probablemente el país menos expuesto al impacto económico de esta crisis, tanto desde el punto de vista de la exposición comercial como desde el punto de vista energético", aseguró este martes la vicepresidenta de Asuntos Económicos del Gobierno, Nadia Calviño, sobre las consecuencias que la guerra de Ucrania puede tener en la economía española.
El análisis es válido a fecha de hoy, obviamente, aunque está condicionado por un fuerte componente de incertidumbre ya que los eventuales efectos secundarios van a depender de varios factores como la duración del conflicto, los cambios de dominio territorial que puedan conllevar y, también, las sanciones y bloqueos económicos que puedan derivarse del conflicto así como las áreas sobre las que se aplican.
De cómo se despejen esas incógnitas dependen las respuestas a una serie de cuestiones que entrañan potenciales impactos para varios de los principales sectores de la economía española y, también, para los hogares: ¿hasta dónde va a llegar la escala de precios del petróleo y el gas, y con ella la de la electricidad, y cómo va a afectar a la industria? ¿qué turistas del este viajarán a qué países si su tarjeta no está operativa en ellos? ¿bajo qué dominio van a quedar las zonas cerealistas ucranias? ¿cuándo y bajo qué condiciones van a reanudarse los flujos comerciales?
La industria, la ganadería y el turismo se perfilan como los sectores potencialmente más expuestos a los ‘efectos secundarios’ de la guerra desatada con la invasión de Ucrania por Rusia, países a los que, respectivamente, España exportó el año pasado por valor de 681 y de 2.213 millones de euros para importar por 1.547 y 6.033, según los datos de las Cámaras de Comercio.
Esos flujos han comenzado a quedar estrangulados, por el cortocircuito de las rutas como consecuencia de la invasión en el caso de Ucrania y por las sanciones, la renuncia a operar de algunas de las principales compañías de logística y la caída del rublo en el de Rusia, que ha hecho que operaciones de venta quedan aplazadas o suspendidas al resultar inasumible el diferencial.
Comienzan las rebajas en las previsiones de crecimiento
"Junto con el aumento de la inflación y el encarecimiento de la energía y de algunas materias primas, la principal consecuencia va a venir de la interrupción de los flujos comerciales, que va a tener efectos de restricción en las compras y en las ventas", explica el economista Manuel Garí, que destaca cómo "si se aplican las medidas que se han aprobado en el Parlamento Europeo va a haber restricciones al movimiento de mercancías, no solo sobre las formas de pago".
"Da la impresión de que nos asomamos a un nuevo escenario de lazos económicos", reflexiona, después de una fase de incipientes "procesos de regionalización" mientras comenzaban a hacerse patente el agrietamiento de la globalización que ha marcado las últimas tres décadas de la economía mundial.
¿Y esos movimientos van a afectar de manera directa a una economía como la española, que, por otro lado, no iba a recuperar los niveles prepandémicos hasta mediados del año que viene? Todo apunta a que sí; de hecho entidades como el Consejo General de Economistas ya han rebajado las previsiones de crecimiento para este año, en este caso en cuatro décimas, de una horquilla del 5,6% al 5,8% a otra del 5,2% al 5,4% "motivado por el conflicto Rusia-Ucrania".
Estas son, a fecha de hoy, los sectores de la economía española en los que mayores impactos, y más intensos cuanto más se prolonguen, se prevé que provoquen la guerra de Ucrania y sus secuelas:
La energía, entre el encarecimiento y el desabastecimiento, lastra la industria
"El impacto más significativo, o el canal de exposición más directa, va a ser el de los precios de la energía. Todos tememos un aumento de precios que puede afectar a la economía española", admitía Calviño el mismo día que la cotización del barril de petróleo Brent superaba la inquietante barrera de los cien dólares, a la llevaba sin regresar casi ocho años, desde septiembre de 2014.
Más de dos tercios de las importaciones españolas desde Rusia, 1.942 millones de euros en 2020, corresponden a combustibles refinados y aceites, productos cuya carestía ya es una realidad.
Mientras tanto, la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguraba en TVE que su ministerio mantiene contactos con Argelia para incrementar su suministro de gas natural, algo que el país magrebí ofrece al conjunto de países de la UE. El objetivo, dijo, consiste en asegurar un programa de aprovisionamiento para “asegurar que el invierno que viene no se tengan problemas" con este combustible.
El encarecimiento de esos dos productos está tirando al alza de los precios de la electricidad, algo que afecta tanto a las familias como a distintos sectores productivos, entre ellos la industria por el mayor peso de ese input.
"En los últimos días del mes se han incrementado los precios de forma notable" en el mercado mayorista, advertía la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), que teme que "el conflicto en Ucrania podría provocar un importante incremento en la factura energética" que puede llegar a oscilar entre "el 41% en el escenario más positivo y el 109% en el más negativo", con sus consiguientes repercusiones en la inflación, que ya alcanza un índice interanual del 7,5%.
La invasión del principal granero de España
"La guerra va a provocar un aumento de costes para las explotaciones ganaderas y, si dura mucho, puede generar problemas de abastecimiento", explican fuentes de la organización agraria COAG, que destacan cómo "el 27,6% de las importaciones de maíz que realiza España proceden de Ucrania, así como casi el 60% de las compras en el exterior de aceite de girasol, el 13% del trigo, el 31% de las tortas de aceites vegetales y el 15,4% de las leguminosas grano".
El colapso de las rutas de salida desde Ucrania tras la invasión, y también desde Rusia, que es otro de los principales productores mundiales de cereal, por el rechazo de las principales navieras a operar en sus puertos, amenaza con desabastecer de pienso al sector ganadero español, algo que entraña efectos secundarios para la disponibilidad de alimentos cárnicos, y con estrangular la oferta de aceite de girasol, un componente básico de la dieta de millones de familias, más cuanto menores son sus rentas.
"El 60% del aceite de girasol que llega a España procede de Ucrania", explica Jaume Bernís, responsable del sector porcino en COAG, que anota que "el sector ganadero está en una situación preocupante. La cosa se puede poner muy complicada si hay problemas para disponer de pienso". Y eso puede ocurrir si la guerra se prolonga, ya que los estocks de los fabricantes no alcanzan para más de un mes en el mejor de los casos.
"Entre el 40% y el 45% del cereal que consumimos en España viene de Ucrania", a lo que se suma el que llega de Rusia. "¿Hasta cuándo podremos aguantar, de dónde podremos traerlo si es necesario y a qué precio?", plantea, después de que en solo siete meses la cotización de alimento industrial para ganado se haya disparado un 30%.
España es el destino del 18% de las exportaciones que salen de Ucrania cada año, según un informe del Ministerio de Agricultura.
La región del conflicto aportaba casi la décima parte de los turistas
El sector turístico español contiene la respiración ante los eventuales efectos de la guerra de Ucrania cuando sigue sin recuperarse del batacazo provocado por la pandemia y por las restricciones aplicadas para combatirla.
Los motivos de esa preocupación resultan obvios a la vista de los datos oficiales sobre los flujos turísticos anteriores a la crisis sanitaria, ya que algo más del 9% de los 83,5 millones de visitantes que llegaron a España en 2019 procedían de la región del conflicto: 1,3 de Rusia y 6,4 de Europa central y del este, según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), que reflejaban un notable aumento en ambos casos.
A esos volúmenes se les suma su nivel de gasto: más de 1.700 euros por viaje en el caso de los rusos, la más elevada entre los europeos, y 1.109 en el de sus vecinos cuando la media es de 1.118.
Solo los viajeros procedentes de América, tanto del norte como del sur, presentan un tiquet más elevado que los rusos, principalmente por el coste de los pasajes, un componente de los paquetes turísticos con alta probabilidad de encarecimiento ante el alza de los precios de los combustibles.
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