Este artículo se publicó hace 2 años.
La UE endurece su discurso belicista y apuesta por el 'hard power' contra la agresión rusa en Ucrania
La sensación en Bruselas es que Vladimir Putin ha hecho más por rubricar la Unión Europea de la Seguridad y la Defensa que cualquier esfuerzo previo en décadas.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Hay momentos catalizadores en la historia. Las páginas europeas, escritas sobre el mantra de que Europa solo avanza a ritmo de crisis, están repletas de ellos. La unificación de Alemania empujó la adopción del euro, la pandemia dejó la emisión de deuda común y la llegada de Trump allanó el camino para soltar la mano de Estados Unidos en el terreno global. Pero ningún hito ni cientos de cumbres europeas han tenido tanto impacto en la arquitectura de seguridad europea como la invasión de Rusia a Ucrania. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial una potencia nuclear ha invadido un país soberano en el corazón de Europa.
"Hoy han visto el nacimiento de la Europa geopolítica", ha señalado Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE. El español asumió en 2019 la batuta de la diplomacia europea en un mundo crecientemente hostil. Los líderes populistas desde Donald Trump a Jair Bolsonaro o Víktor Orbán estaban poniendo en tela de juicio los principios del orden multilateral y del Derecho Internacional creado tras la Segunda Guerra Mundial. "Tenemos que aprender a hablar el lenguaje del poder", dijo el catalán por aquel entonces.
En ese momento, pocos sabían a qué se refería. La UE es un proyecto de paz forjado bajo las cenizas de las más brutales guerras del siglo pasado. Su valor añadido como entidad supranacional ha sido la defensa de los valores y los derechos humanos desde una estrategia pacifista. De hecho, los tratados impiden financiar con presupuesto europeo el envío de armas a países en guerra.
Hace unas horas ha echado a rodar el paradójicamente bautizado Instrumento Europeo para la Paz
Pero la invasión rusa ha propiciado un cambio de paradigma. Hace unas horas ha echado a rodar el paradójicamente bautizado Instrumento Europeo para la Paz. Un mecanismo que cuenta con cerca de 5.000 millones de euros. Bajo su paraguas, Bruselas pagará el envío de armamento letal que los Estados miembros destinen al Ejército ucraniano para que continúe resistiendo la embestida rusa. Algunos países que hasta ahora mantenían una política pacifista o neutral, como Alemania o Suecia, han cambiado de postura y han anunciado que enviarán material bélico a Kiev.
España ha mantenido en las últimas horas una postura ambigua. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó recientemente que no enviará armas al margen de este mecanismo europeo. Pero Bruselas no tendrá una centralización de armas, como sí ocurrió con las vacunas, y es responsabilidad de cada país su envío. El papel de la Comisión Europea en este apartado se centra en el rembolso con carácter retroactivo y en la coordinación. Es decir, el envío de España es su responsabilidad total.
El bloque comunitario entra de lleno en la partida de ajedrez financiando por primera vez en su historia el envío de material bélico letal a un país en guerra
El punto fuerte de la UE como actor geopolítico en el globo era su músculo económico o comercial. Su poder radicaba en ejercer influencia sobre el resto de actores en base al 'soft power'. Pero la agresión "cínica, injustificada y bárbara" de Rusia a su país vecino ha derivado en un giro de 180º. El bloque comunitario entra de lleno en la partida de ajedrez financiando por primera vez en su historia el envío de material bélico letal a un país en guerra. Y es un precedente que en un mundo crecientemente volátil parece haber llegado para quedarse.
Eso sí, la OTAN y países como Polonia, del ala dura contra Moscú, han asegurado este mismo martes que enviarán armamento a Ucrania, pero no aviones de combate porque ello supondría una "injerencia militar". Es decir, derivaría en una confrontación directa entre Occidente y Rusia que se intenta evitar a toda costa. Sus consecuencias serían demoledoras.
Fin a la postura de ingenuidad
"Las fuerzas del mal, las fuerzas que pugnan por seguir utilizando la violencia como forma de resolver los conflictos, siguen vivas y debemos demostrar una capacidad de acción más poderosa, consistente y unida de lo que hemos hecho hasta ahora", ha afirmado Borrell en la Eurocámara, en el que muchos consideran el discurso más potente de su historia.
Borrell: "Debemos demostrar una capacidad de acción más poderosa, consistente y unida de lo que hemos hecho hasta ahora"
El jefe de la diplomacia europea cuenta con un extenso historial de desencuentros con Moscú por sus abusos a los derechos humanos y las libertades fundamentales. El español era presidente del Parlamento Europeo cuando Anna Politkóvskaya, periodista crítica con el régimen ruso, fue acribillada a balas en el ascensor de su casa el día del cumpleaños del presidente ruso. "En ese momento le dije a Putin que no intercambiaríamos los derechos humanos por el gas ruso". Lo cierto es que en los últimos años los europeos han hecho poco o nada para reducir su dependencia energética de Rusia. De hecho, la habían aumentado y no ha sido ante la invasión de Ucrania cuando se ha consumado un cambio de tendencia, especialmente con la paralización del Nord Stream II. Pero, sin duda, la gran sacudida de Borrell con Rusia se forjó durante la rueda de prensa en Moscú del año pasado, en la que Sergei Lavrov intentó humillarlo sin piedad.
La UE saca dos lecciones primordiales de la agresión de Putin. La primera es que el mundo de ahí fuera es hostil. El buenismo no es suficiente. Y hay líderes en tendencia autoritaria que tienen una visión del globo diferente y que están dispuestos a emplear cualquier medio para imponer la ley del más fuerte. En este contexto, Bruselas despierta de una postura que durante mucho tiempo recibió enormes críticas por ser demasiado "naif".
Y las palabras de Borrell dan buena cuenta de ello: "Este puede ser el momento en el que los europeos entiendan que viven en un mundo peligroso y que para hacerle frente hace falta reforzar su unión. Este momento trágico debe impulsarnos para hacer frente a las acciones que amenazan la vida, la seguridad y la prosperidad de todos (…) No podemos seguir esperando a que apelar al estado de derecho y desarrollar relaciones comerciales vaya a transformar al mundo en un lugar pacífico donde todo el mundo evolucionará hacia la democracia representativa".
Y la otra lectura que hacen es que nunca nadie ha hecho tanto por la Unión Europea de la Seguridad y la Defensa como Vladimir Putin. El bloque comunitario comienza a despertar a la fuerza por las tensiones del nuevo orden global y está dispuesto a emplear una postura más dura. Pero con ello se arriesga a sacrificar su gran seña de identidad: la apuesta sine qua non por una postura pacifista.
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