Este artículo se publicó hace 2 años.
La paradoja del sindicalismo español en el siglo XXI: más fuerte y fracturado que nunca
El periodo de inflación que se vive en España aumentará la lucha colectiva y la actividad huelguística. Los dos modelos de sindicalismo pugnan por erigirse como las organizaciones predominantes en este campo de batalla abonado desde la Transición.
Madrid-
Los Pactos de la Moncloa de 1977 fue el inicio de todo. En ellos se institucionalizaron los dos grandes sindicatos que, hoy en día, aglutinan a miles de trabajadores en sus filas. Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT) se convirtieron en las dos grandes centrales en las que el incipiente régimen democrático se apoyaría para salir adelante. Al margen de ellas quedaron otros sindicatos como la Unión Sindical Obrera (USO), tercera organización con mayor representación de delegados en los centros de trabajo, y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), organización que pervivió durante la dictadura y jamás quiso pasar por la firma de aquellos pactos. Esta última fue la única gran organización con gran poder de convocatoria y seguimiento en aquellos momentos que no se postró ante el nuevo régimen: era un aro demasiado pequeño.
Beltrán Roca, experto en sindicalismo y catedrático de Sociología en la Universidad de Cádiz, ha observado que la lucha laboral de España no se diferencia demasiado de la de otros países del entorno. "Sus desafíos son muy similares: pérdida de afiliación, creciente desregulación de las relaciones laborales como consecuencia de las políticas neoliberales y el cambio tecnológico como paradigma actual de las nuevas plataformas", arguye.
Beltrán Roca: "La izquierda en la Transición diseña un sistema sindical para favorecer a organizaciones con las que existían vínculos"
La composición sindical del país sí es algo más diferente que en otras latitudes. Según el experto, "las fuerzas de izquierdas que pactan la Transición diseñan un sistema sindical y una serie de políticas para favorecer a las organizaciones con las que existían vínculos, aunque después se produzca cierto distanciamientos". Se refiere a las ya citadas CCOO y UGT, erigidas en estos momentos como las máximas representantes del sindicalismo de concertación. "En España se da un gran peso al pacto social, a los acuerdos, por lo que hay diseñados espacios de diálogo en muchísimos niveles y eso es una gran fuente de poder para los grandes sindicatos. Al mismo tiempo, también supone una limitación ya que se tienden a centrar en esa fuente de poder y descuidan otras, como el poder que se deriva de la conciencia obrera, la movilización y la organización en los centros de trabajo, lo que produce pasividad en las bases y, a largo plazo, desafección hacia los propios sindicatos", se explaya Roca.
Yolanda Díaz, un revulsivo para los grandes sindicatos
Mariano Hoya, vicesecretario General de Política Sindical de UGT a nivel estatal, expresa que el ejercicio de concertación llevado a cabo en los últimos dos años les ha empoderado y ha hecho que aumente su afiliación, situándose en torno a las 900.000 personas. Él mismo acepta que la llegada de Yolanda Díaz al Ministerio de Trabajo ha sido "un aire fresco" frente a "todos los años de los gobiernos de derechas muy conservadores que han tomado decisiones muy duras contra los trabajadores".
Desde su punto de vista, el diálogo es esencial: "Ahora se está haciendo lo que no hizo el PP, y aquí, en España, cuando se dialoga se llegan a acuerdos, el país crece y crecen las empresas y mejora la calidad de vida de los trabajadores. El diálogo es la base fundamental que ha construido a este país en los últimos 40 años". De esta forma, él mismo se refiere a aquellos no tan lejanos Pactos de la Moncloa que dibujaron las cartas con las que, actualmente, se sigue jugando la correlación de fuerzas, también dentro del propio ecosistema sindical: "Si el decir que no te sientas a negociar o firmar nada es un sinónimo movilizador, la UGT no es ese sindicato, aquí confrontamos y acordamos", concretiza al aludir a la estrategia de otros sindicatos.
Roca, por su parte, agrega que cuando el Gobierno del PP prescindió de manera unilateral del pacto social, los grandes sindicatos se dieron cuenta de que habían perdido gran parte de su poder: "Años descuidando el poder de base y de repente se ven sin el poder que les confiere las instituciones". Más allá de eso, el catedrático de Sociología en Cádiz, también apunta que aunque se haya recuperado el diálogo por parte del Ejecutivo desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa, "es un diálogo social que no llega muy lejos, como se ve en lo consensuado sobre la reforma laboral que lo único que viene a hacer es ratificar las sentencias judiciales que ya había limitado la de 2012 respecto a la ultractividad de los convenios y su eficacia".
Representar a quienes no tienen representación
Agustín Martín, secretario de Organización de CCOO a nivel estatal, tiene una visión mucho más diferente. Bajo su perspectiva, una de las características que mejor describen al modelo sindical español y sus diferentes estrategias es el hecho de que todo aquel acuerdo firmado por las centrales sindicales junto a la patronal o los gobiernos es vinculante para la totalidad de los representados, independientemente de su afiliación. Ellos son el sindicato con mayor afiliación en España, llegando a los 976.000 trabajadores en sus filas: "Con su apoyo no solo les defendemos a ellos, sino al conjunto de los trabajadores porque también llegamos a las pequeñas empresas, de menos de cinco empleados, donde no tienen capacidad de representación directa", agrega el sindicalista.
Se refiere a una gran parte del tejido productivo en España, configurado en pequeñas y medianas empresas a las que los dos grandes sindicatos llegan mediante la firma de convenios sectoriales que también les afectan. "Vivimos un modelo productivo sujeto a las normas del capitalismo, del mercado, con políticas que tensionan la concepción de la ciudadanía en cuanto a expectativas y objetivos. En los últimos años se ha dado un desequilibrio en la correlación de fuerzas de los trabajadores frente al sector empresarial, y llegando a acuerdos es lo que intentamos solucionar", agrega el propio Martín.
Los minoritarios dentro del dibujo sindical
Otras opciones sindicales, muchas veces denominadas como alternativas y combativas, también juegan algunas cartas, aunque no siempre se sienten en la mesa con el tapete extendido. Para entenderlo, Roca también se remonta al periodo de la Transición: "Frente al modelo sindical que se estaba diseñando desde la élites, la CNT sintió que esa vía de representación iba a llevar a la desmovilización, como después se ha demostrado. La propia CNT se rompió y dio lugar a la Confederación General del Trabajo (CGT), desde donde tienen una visión más instrumental respecto a las elecciones sindicales y sí participa de ese sistema de representación". Es el experto el que incide que "en ningún país hay hoy una tradición anarcosindicalista como la de España, y en muchas empresas son ellos los interlocutores, un papel que tampoco se debe olvidar".
La CNT cuenta con algo más de 8.000 personas que engrosan sus filas
Antonio Díaz es el secretario general de la CNT y trabaja de administrativo en el departamento de mantenimiento de Iberia. Según ha podido saber Público, la CNT cuenta con algo más de 8.000 personas que engrosan sus filas. "Nuestra estrategia es la acción directa, no delegar y no participar en los comités de empresa porque solo sirven para diluir la lucha", comienza su exposición el mismo Díaz. Tal y como remarca este anarcosindicalista, su estrategia pasa por la organización de los trabajadores de forma asamblearia para que sean ellos quienes hablen directamente con la patronal.
Tampoco tienen liberados sindicales: "Muchos de ellos, pertenecientes a los grandes sindicatos, ni siquiera perciben las demandas de los trabajadores que día a día sí acuden a su puesto de trabajo. Nosotros, en cambio, siempre que vemos alguna irregularidad o surge algún problema, intentamos hablar directamente con el responsable para intentar solventar la situación sin ningún tipo de intermediación ni la burocracia que solo entorpece", relata el trabajador de Iberia. Así pues, desde la CNT intentan crear un espacio participativo que está mucho más presente en la calle y los centros de trabajo: "Somos sindicatos militantes, de participación, y eso nos diferencia muchísimo de las organizaciones pactistas que prefieren estar en sus despachos", concretiza Díaz.
Ganar la calle
El secretario general de la CGT, José Manuel Muñoz, defiende una línea parecida. "Nosotros queremos que sean los propios trabajadores, que son quienes conocen bien el terreno y los que sufren las precariedades, los que desarrollen la negociación y los que pongan límites a sus propios acuerdos", resume este ferroviario de profesión. "Cuando se dan movilizaciones duras, las organizaciones que ponemos toda la carne en el asador porque creemos que es el momento de la reivindicación son las nuestras, las que actuamos en la calle. Cuando sucede eso, las victoriosas son las que se terminan sentando con la patronal para llegar a un pacto", arguye Muñoz.
La CGT cuenta con unos 105.000 afiliados y considera que la llegada de Díaz al Ministerio de Trabajo y sus actuaciones "son un intento de recuperar un modelo como el de los Pactos, donde solo dos grandes organizaciones representan a toda la clase trabajadora", enuncia el secretario general. Es el propio Muñoz el que admite que las personas que se acercan a la CGT "es gente muy concienciada, gente que está sufriendo realmente la precariedad y que conoce a alguien del entorno, gente luchadora que no le gusta que le representen, sino pelear ella misma por sus reivindicaciones".
Una fotografía ilustrativa de lo que espera al movimiento sindical y la lucha obrera es lo sucedido en los astilleros de Cádiz
En este sentido, Roca se sale mínimamente del esquema para citar otro tipo de sindicalismo independiente, como el llevado a cabo por los sindicatos vascos ELA y LAB. "Su estrategia de uso intensivo de la huelga, sustentada en una fuerte caja de resistencia y un discurso vinculado al sindicalismo de los movimiento sociales, han hecho que sean las principales organizaciones de la región con una forma de hacer las cosas totalmente diferentes a los grandes sindicatos", en los propios términos del catedrático, que sitúa su caso como uno de los mejores ejemplos que han logrado revertir la tendencia a la desafiliación global de los sindicatos. Una desafiliación, por otra parte, que todas las fuentes consultadas indican como contraria, pues afirman que el número de integrantes no ha dejado de crecer en los últimos años.
La huelga de Cádiz como antesala
Una fotografía ilustrativa de lo que espera al movimiento sindical y la lucha obrera es lo sucedido en los astilleros de Cádiz, en el sector del metal, según el propio Roca. "El contexto de fuerte inflación implica una pauperización de la clase trabajadora y la manera más directa de combatirla es la lucha colectiva", introduce. En esta realidad desbordó la capacidad de los grandes sindicatos para controlar la protesta y gracias a eso se han podido conseguir mejores victorias, aduce el sociólogo. "CCOO y UGT fueron quienes negociaron, pero otras organizaciones como la Coordinadora de Trabajadores del Metal y la CGT querían seguir con la huelga, así que puede parecer que los primeros se apuntan el tanto pero los segundos también continúan aumentado su apoyo entre las plantillas", profundiza el experto.
Díaz, de la CNT, opina que las dos grandes centrales sindicales "han sido un freno para las reivindicaciones de los trabajadores en Cádiz porque son sindicatos que han perdido su empatía por la clase trabajadora". Muñoz, por parte de la CGT, considera que lo ocurrido en Cádiz es lo mismo que ha pasado y pasa en muchos sitios con los convenios de empresa y ERE. Por otro lado, Hoya, de UGT, alega que la semana de lucha callejera en la región gaditana estuvo protagonizada por su sindicato, con más del 60% de la representación en los comités: "El acuerdo, que era buenísimo, se votó en asambleas de trabajadores y más del 90% apoyó la desconvocatoria de la huelga", dice. Martín, desde CC. OO., concluye que "posiciones más radicales susceptibles de no llegar a acuerdos se amparan en que hagan lo que hagan, las mejoras conseguidas los que sí apostamos por la concertación también se le aplicarán a ellos".
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