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Transición energética España emborrona su descarbonización importando de Marruecos electricidad 'sucia'

Red Eléctrica importó entre enero y noviembre de 2019 más de 1,1 millones de megawatios.hora del país magrebí, que genera esa energía en una central térmica de carbón, en una operación iniciada a finales del año anterior y que emborrona el proceso de descarbonificación de las compañías locales, que han reducido a menos de un tercio la producción que quema el mineral aunque disparando la de gas por sus ventajas fiscales.

El cierre de la central térmica de Anllares en 2019 por Naturgy fue el paso previo a las clausuras de las de Andorra y Compostilla este año por Endesa. / Hovalef-Wikimedia
El cierre de la central térmica de Anllares en 2019 por Naturgy fue el paso previo a las clausuras de las de Andorra y Compostilla este año por Endesa. / Hovalef-Wikimedia

La importación de energía sucia de Marruecos está emborronando el desenganche del carbón iniciado por el sistema energético español y el proceso de transición hacia un modelo sostenible: la electricidad generada a partir de la quema del mineral cayó el año pasado a un tercera parte de lo que venía siendo habitual, con el consiguiente desplome de la emisión de gases de efecto invernadero, aunque, paralelamente, el trasvase de kilowatios.hora desde el país magrebí ha pasado a suponer más del 10% de la electricidad sucia que se consume en España.

La producción de electricidad mediante la quema de combustibles dio un vuelco en España el año pasado, el mismo ejercicio en el que, según Red Eléctrica (Reesa), la empresa pública que gestiona el sistema de distribución de esa energía, las renovables cubrieron más de un tercio de la demanda (36,8%) y más de la mitad (58,6%) de la generada en el país fue libre de emisiones.

El volumen de electricidad generada mediante la quema de combustibles como uranio, gas natural, carbón, gasóleo y residuos se mantuvo ligeramente por encima de la media de los últimos cuatro años con 139.381 gigawatios.hora (millones de kilowatios.hora) de enero a noviembre, con la cogeneración (27.220) ligeramente al alza, la quema de desechos (1.914) en un leve retroceso y un repunte de la nuclear (51.485).

Las principales novedades se dieron en las centrales térmicas, las que funcionan con carbón, y las de ciclo combinado, que queman gas natural: las primeras produjeron menos un tercio de lo habitual, con una caída superior a los 20.000 gigawatios.hora, mientras las segundas duplicaban con creces sus registros para llegar a 48.450, siempre con datos de enero a noviembre a falta de que Reesa publique los definitivos de diciembre.

Esa evolución responde principalmente a dos motivos. Por una parte, el desenganche del carbón de las compañías eléctricas españolas, que el año pasado tuvo un hito con el cierre de la térmica leonesa de Anllares de Sil (Naturgy), con una potencia instalada de 347 megawatios, como paso previo a la clausura en unos meses de Andorra (Teruel) y Compostilla (León), que suman otros 2.152, en unos meses y por ver inviable su adecuación para cumplir la normativa sobre emisiones de la UE.

Medidas fiscales para reducir las emisiones de CO2

Y, por otra, la exención del Impuesto de Hidrocarburos para el gas natural, el gasóleo y el fuelóleo que se quema en las centrales de ciclo combinado, establecida por el Gobierno a finales de octubre de 2018 en el mismo decreto por el que abolía el ‘impuesto al sol’.

Esa medida ha tenido un impacto negativo de más de 140 millones de euros en las arcas públicas (138 de enero a noviembre según la Agencia Tributaria), pero, a cambio, sus efectos ambientales han sido claramente positivos, ya que las emisiones de CO2 del sistema eléctrico se han reducido en un tercio, según los datos de Reesa adelantados por El País.

Es decir, que sustituir 22.000 gigawatios.hora de carbón por 25.000 de gas natural ha evitado el lanzamiento a la atmósfera de más de veinte millones de toneladas de Co2 (fueron 64,2 en 2018) mientras la participación del mineral en la producción energética española caía del 14,1% al 5% en solo un año, tras otra reducción de tres puntos en 2018.

Un complemento lógico para la transición energética

“El gas es un combustible fósil que no debería recibir subvenciones”, explica Tatiana Nuño, responsable de Energía y Cambio Climático de Greenpeace. Sin embargo, añade, “provoca muchas menos emisiones que el carbón, que es el combustible fósil más ineficiente y que más contamina".

Y, en este sentido, considera que la mayor producción de las centrales de ciclo combinado es, siempre que su parque siga sin aumentar, uno de los complementos lógicos para la transición energética junto con el impulso a las renovables, el cierre de las térmicas y las nucleares, el aumento de la eficiencia del sistema y una mejora de la gestión de la demanda.

La organización ecologista ve viables esos cierres en cinco años, según expone en su informe “Único sentido”, aunque reclama para ello “mensajes claros” desde el Gobierno y la UE. “Tenemos el sector industrial y el residencial que tenemos, y en ambos hay que trabajar en un cambio de los hábitos de consumo”, anota.

La energía sucia que cruza el Estrecho

Ese recorte de las emisiones por el desenganche del carbón situará al sector eléctrico, con algo más de 40 millones de toneladas al año, entre el transporte terrestre (31,87 en 2018) y la agricultura (45,51) mientras el residencial (71,4 y subiendo) y el industrial (81,29 y bajando) se disputan el infame título de mayores lanzadores de gases de efecto invernadero.

En ese marco, el sector eléctrico español sigue manteniendo un fluido flujo de intercambios de energía con tres países: Francia, del que recibe principalmente electricidad de origen nuclear; Portugal, que tradicionalmente ha sido su mejor cliente, y Marruecos, con el que la relación cambió el año pasado al revertir un saldo exportador que prácticamente no había bajado de los 4.000 gigawatios.hora en los últimos años a otro importador de 755 entre enero y noviembre, periodo en el que la compra al país magrebí alcanzó los 1.144 gigawatios.

Eso, en un país que en los últimos años ha tenido un saldo importador de entre 6.000 y 10.000 gigawatios según los informes de Reesa y que está intensificando el abandono del carbón, supone dos cambios de calado: convertir en vendedor a un tradicional comprador en el ámbito internacional, con sus obvios efectos en la balanza comercial, y reducir los efectos globales y reales de ese proceso de descarbonificación, ya que el grueso de la energía que cruza el Estrecho procede de Sufi, una central de 1.400 megawatios, mayor que las de Andorra y As Pontes, que quema carbón con menores costes al no aplicarse allí los bonos de CO2 que encarecen la generación en los Estados occidentales.

Según sus propios informes mensuales, Red Eléctrica importó entre enero y noviembre 1.144 gigawatios.hora de Marruecos para exportar por esa misma vía solo 389.

El volumen de energía importado, y producido con carbón, equivale a algo más del 11% de los 10.312 gigawatios.hora generados con la quema de ese mineral en las centrales térmicas españolas, lo que, en realidad, elevaría el volumen de electricidad sucia consumida por los españoles en esos once meses a 11.456.

Sería algo más del 6% del total de la energía importada de otros países mediante los intercambios internacionales, el mismo año en el que el sistema eléctrico español ha logrado funcionar días enteros sin quemar carbón por primera vez. Fueron, concretamente, cinco: el 14, el 21, el 22, el 24 y el 25 de diciembre.

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